Acceder

Me voy a Lisboa

71,9K respuestas
Me voy a Lisboa

Hilo cerrado

2 suscriptores
Me voy a Lisboa
Página
8.391 / 9.002
#67121

Re: ¡Felicidades!

Te entiendo, compañero, cuando comienza a haber "huecos" a la mesa, ya no se celebra como antes, pero estoy segura de que ellos, desde el Cielo, querrán que sigamos con nuestras vidas, con nuestras celebraciones, disfrutando, viviendo el momento presente, siendo felices...

Es duro, pero el tiempo ayuda un poco. No lo cura todo, pero vaya que sí ayuda.

A mi me gusta pensar que una vez arriba, todos se conocen y ahora mismo, nuestros padres puede que estén hablando de cómo nosotros nos estamos conociendo "virtualmente". Quizá pienses que es una tontería mía, pero me genera una gran tranquilidad, me gusta pensar así, me gusta creer. Además, es un gran consuelo cuando se van...

Hoy es un día muy duro para mi familia, y mañana el cumpleaños del Guiri. Esta semana, como bien decía la nueva compañera, hay en mi alma una vorágine de sentimientos, abajo, arriba... Como una montaña rusa, como la vida misma, alegrías alternadas con momentos tristes.

Hay que aprender a vivir con ello.

Un abrazo grandote y fuerte...

No te olvides de dónde tienes unos amigos.

¡Sed felices!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67122

Re: El cuadro de la Pantera Rosa

Poquito a poco, pasito a paso, jajaaaa

Que vaya cogiendo confiancilla y cuando menos se lo espere, que salte la liebre, el gato y el aguilucho, sobre ella, jajaaaa

¡Qué miedo me doy, parezco una sucursal bancaria del Satander, hablando así! ;-)))

Por cierto, tengo aquí un producto que es como un depósito supertranquilón de los de cartilla de toda la vida, con un suculento 9.85% de interés trimestral, y te lo ofrezco porque eres un cliente preferente, de los de toda la vida lisboética, no de los advenedizos, que a ésos, ni hipoteca subsuelada, jajaaa... ¿Aval tendrás, verdad? XDDDDD

Un abrazo expectante

¡Sed felices!

P.D.: Me da que ésta ha visto lo visto y ha salido por pies, jajaaaa

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67123

Re: Aus!!

¡Hombre! ¿Cómo quieres que esté el patio de luces sin luz? ¡¡Pues apagado!! jajaaaa

No, a nosotros no nos "disturb" ni el más "pintao", buenos "semos" los medioguiris, ;-)) Pa´ chorradillas virtuales estamos, XDDDDD

Un abrazo -como todo- a media luz

http://www.youtube.com/watch?v=XvtiM48eKHI

¡Sed felices!

""Corrientes 3, 4, 8,
segundo piso, ascensor.

No hay porteros ni vecinos.
Adentro, cocktail y amor.

Pisito que puso Maple:
piano, estera y velador,
un telefón que contesta,
una victrola que llora
viejos tangos de mi flor
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor.

Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos.

Y todo a media luz
crepúsculo interior.
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!

Juncal 12, 24
Telefoneá sin temor.

De tarde, té con masitas;
de noche, tango y cantar.

Los domingos, tés danzantes;
los lunes, desolación,
Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes;
come en botica, cocó;
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.""

¡Qué bonito!

Mi marido ni sabe lo que son los rombos, creo, ;-) Por su tierra no se estilaban...

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67124

Re: ¡Felicidades!

¿Qué tal ayer en el evento? Espero que lo pasaras estupendamente y que sacaras conclusiones prácticas.

La menda ha ido hoy a Torrevieja, esta mañana prometía el tiempo, luego se ha ido cubriendo y ahora está que sí, que no, que viene el sol, que se va...

A la Torrevieja española, claro está, ;-))

Un abrazo playero

¡Sed felices!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67125

Re: El cuadro de la Pantera Rosa

El Quixote ha resucitado, ;-) A ver si pones en práctica lo de "ahuyentar al villano", pero, por favor, que los de Bilbao lo somos, a ver si te vas a equivocar y nos echas a nosotras, jajaaaa Ahuyentar a fantasmas es dificilísimo. No te has buscado tú trabajo ni ná, ;-) y ;-)))) he he he Un abrazo lector y villano, a mucha honra. ¡Sed felices!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67126

Re: Wieder Nichts

Quédate así, que estás más guapo, fijo... ;-)

Un saludo

¡Sed felices!

P.D.: Cuando se cita un cita, es bueno saber y poder citar el nombre del (no/mal-citado) citador de la cita. Ya siento no tener viñetas, que sé que las entiendes a la perfección, sobre todo en castellano puro y duro, claro, porque el alemán ya hemos visto que no es lo tuyo, pibe... ¡¡Dejarme a medias, no, ehhhhhh!! jojojo

Fuente: filosofia.org

""Revista Contemporánea
Madrid, 15 de febrero de 1876 año II, número 5
tomo II, volumen I, páginas 121-130
Rafael Montoro

Crónica del Ateneo

El Ateneo científico, literario y artístico, verdadera Holanda en España, como ha sido llamado varias veces, sociedad cuyo nombre es una evocación de Atenas, esa tierra sagrada del pensamiento y de la inspiración, como recordaba poco ha con gran elocuencia su ilustre presidente, el Sr. Moreno Nieto, ejerce en el movimiento intelectual de nuestra patria una influencia que no puede ser desconocida y que no ha menester encarecimiento, porque es ya muy sabida de todos los que siguen con atención el desenvolvimiento de nuestra imperfecta cultura nacional. Se discuten allí todas las cuestiones que va planteando el progreso de la ciencia, todos los problemas que presenta la accidentada y variadísima agitación filosófica de estos tiempos críticos en la ciencia y en la vida, luchan todas las direcciones del pensamiento, chocan todos los intereses, aparecen todos los ramos del saber con sus particulares adelantos y sus particulares conflictos, produciendo una riquísima germinación del espíritu nacional, llamado tal vez en días no muy distantes a expresarse gloriosamente en soluciones y formas múltiples de prosperidad que cierren el lastimoso período de nuestras estériles contiendas y nuestros abrumadores sacrificios.

Profundamente convencidos de que tal es la significación del Ateneo, de que su importancia es, en efecto, grande y poderosa, no hemos dejado de consagrar en todos los números de esta Revista una preferente atención a sus trabajos. El Sr. Revilla, de quien no hemos de hacer ahora elogios inoportunos, ha discutido y examinado todas las quincenas, cátedras, debates y elecciones, contribuyendo poderosamente con sus autorizadas indicaciones a que se formara una opinión exacta de estos distintos trabajos a que convierte su actividad esa ilustradísima corporación. Un sentimiento de delicadeza que no podríamos encarecer como es justo, obliga hoy al Sr. Revilla, con gran sentimiento nuestro, a prescindir de dar cumplimiento a esa parte de su cometido y a ser causa de que otro redactor de La Revista se encargue de [122] examinar los últimos discursos del Ateneo. El Sr. Revilla ha tomado en ellas una parte muy activa en defensa de determinadas soluciones del problema filosófico. Incompetente, en su sentir, para juzgarse, ha de sustituirle otra persona, y es esta, por una casualidad, digna tal vez de apuntarse, la misma que en los comienzos de la discusión hubo de reñir con el Sr. Revilla una ruda batalla en las filas del hegelianismo.

La discusión a que aludimos versa, como es sabido, sobre el carácter y significación verdaderos del positivismo en sus relaciones con la sociedad y con la historia, o en otros términos, sobre la actitud en que se coloca respecto de los elementos esenciales que se habían reconocido hasta hoy en las ideas de la una y de la otra, consideradas en este intento como principios determinantes de ambas. Se ha sometido el positivismo a un juicio en que se piden declaraciones terminantes sobre tan importantes asuntos, y se le dirigen gravísimos cargos fundados en diversos puntos de vista. No es necesario decir que en un debate así las habilidades de polémica y los recursos del ingenio valen muy poco. La cuestión tenía demasiada gravedad para que puedan contentarse los espíritus con exposiciones ambiguas y explicaciones incompletas. Se quiere saber toda la verdad, y cuando no se dice de buen grado, se le arranca a quien la calla. Los que atacan y los que defienden en esa controversia al positivismo, han comprendido que el caso es este y se han presentado con visera alzada. La palabra positivismo expresa a la verdad de un modo muy imperfecto todo lo que se quiere. Aparece como un nombre común de muchas direcciones que tienen, sin duda, variadísimos puntos de contacto, pero que se diferencian también, y no poco, en muchas cuestiones de gran trascendencia. Una discusión con el positivismo importa muy poco si no logra poner de relieve estas diferencias. Así en el problema crítico como en la teoría del mundo, así en lo que atañe a los límites y a la esfera del conocimiento como tocante a la explicación sistemática de las cosas del mundo exterior y del espíritu, y muy principalmente a la relación del mundo con Dios, los diversos grupos de pensadores que se incluyen arbitrariamente tal vez bajo la enseña común del positivismo representan direcciones diferentes y en muchos casos encontradas que es necesario distinguir cuidadosamente.

Este importante tema de las discusiones del Ateneo fue planteado con gran elocuencia y singular habilidad por el Sr. Revilla. Trató con especial empeño de encontrar analogías, que son tal vez puramente negativas, y descuidó las desemejanzas. Kantianos, neo-kantianos, positivistas propiamente dichos o de la escuela francesa, naturalistas, partidarios del modernísimo monismo y representantes del psicologismo inglés, aparecieron en ese admirable discurso [123] como buenos y verdaderos amigos que van cogidos del brazo por el camino de la ciencia entonando en coro el grandioso himno que ha de extender orbi et orbi la noticia del gran triunfo alcanzado por la verdadera ciencia sobre los metafísicos, gente fantástica y sentimental de suyo, declamadora y condenada por inapelable fallo a gastar sus fuerzas en el infernal tormento de Sísifo. No diremos que todas estas calificaciones salieron de los elocuentes labios del Sr. Revilla; pero nos cuesta trabajo creer, que a excepción de alguna, estuvieran muy lejos de su pensamiento. Lo que nos importa consignar es que cuidó principalmente de señalar esas analogías en su discurso.

No era posible que los adversarios del positivismo las dejasen pasar sin algún examen. Este examen les llevó a señalar hondas diferencias entre los diversos grupos y muy especialmente las que separan a los más del kantismo ortodoxo y del reformado. Una alusión que le dirigió en este sentido el Sr. Moreno Nieto, obligó al Sr. Revilla, que guardaba una gran reserva, a pedir la palabra y a que hablara más extensa y explícitamente sobre la cuestión que se debatía.

El Sr. Revilla es neo-kantiano. Eso resulta al menos de su discurso. Es el suyo un neo-kantismo particular que no pasaría sin alguna protesta entre sus correligionarios, pero no debe sacarse de aquí ningún cargo contra él porque las direcciones novísimas se distinguen precisamente por la condición más o menos ventajosa de que es dado a cada cual tomar el rumbo que mejor le parece.

El Sr. Revilla empezó su discurso doliéndose de que el Sr. Moreno Nieto identificara con tanta perseverancia términos tan distintos como materialismo y positivismo. Entiende que el materialismo está tan distante del verdadero positivismo como cualquiera otra escuela dogmática. Negar el espíritu, afirmar la materia como suprema realidad o la fuerza o entrambas, sustituir la idea de Dios con un principio abstracto que se estrella de igual modo en las antinomias de la razón, traspasar los límites de la experiencia para construir sobre arena un edificio en que se quiere encerrar luego la universalidad de las cosas, es para el Sr. Revilla una concepción que nada tiene que ver con el positivismo. Lo que caracteriza a esta dirección del pensamiento es el carácter eminentemente crítico que ostenta. Como no admite en la ciencia lo que no viene por el camino de la experiencia, no traspasa la esfera del fenómeno ni aspira a traspasarla. El noúmeno, la cosa en sí, todo lo que pertenece a la región de los inteligibles, es para ella un indescifrable misterio. Por eso los dos grandes representantes de esta nueva filosofía, Kant y Herbert Spencer, han sometido a un severo análisis nuestros conocimientos, han penetrado en las [124] profundidades de la razón, han separado los dos mundos de lo cognoscible y de lo incognoscible, han demostrado que solo el primero pertenece a la ciencia y han puesto de este modo los más sólidos cimientos para una construcción que simbolizará en lo porvenir el triunfo de la paz en los dominios del espíritu humano. La lucha de la fe con la razón, de la teología con la ciencia se resume en una larga serie de errores de la fe y de la razón, de la teología y de la ciencia. Una y otra han querido invadir terrenos que no les pertenecían, se ha intentado que la ciencia fuera teología y la teología ciencia, se ha tratado de sondear lo insondable con inútiles tentativas que sólo han servido para evidenciar los extravíos y la impotencia del genio cuando no quiere retroceder ante la realidad de las cosas. Esta nueva ciencia es modesta y circunspecta, se encierra en sus límites y trabaja afanosamente por servir en su esfera la causa de la civilización. Señala este carácter un elemento común en lo que ha dado en llamarse positivismo, pero ese elemento común no excluye diferencias que aparecen en todos los ramos del saber. El neo-kantismo representa al gran filósofo de koenisberg como él mismo hablaría si viviera en estos tiempos, es decir, con ciertas modificaciones y ampliaciones de su filosofía que proceden de progresos científicos que él no habría rechazado si en su tiempo existieran.

El Sr. Revilla abordó también las graves cuestiones de religión, moral y derecho que se habían suscitado en la discusión. Entiende que el verdadero positivismo no tiene que fallar en cuestiones religiosas. El mundo de la religión es extraño al positivismo, que no penetra ni debe penetrar en él. La crítica de las doctrinas religiosas desmiente y contradice todos los fundamentos del positivismo, porque esa crítica solo puede hacerse por medio de principios a que no es dado llegar a esa escuela, de un criterio que no tiene ni puede tener en modo alguno aquel que considera puro incognoscible todo lo que pertenece a Dios y a su relación con el mundo. ¿Nos quedaremos por eso sin lazos ni comunicación con ese principio absoluto a que tienden con impulsos misteriosos y santos la conciencia y el corazón de los hombres? Al lado de la razón y aún por cima de ella, decía el Sr. Revilla, están otras facultades, está el sentimiento que ha marcado con su sello soberano todos los ideales religiosos del mundo, el sentimiento que arroja una luz nueva en las cosas, luz que nos permite descubrir un mundo a que van las almas llamadas desde las alturas por voces del cielo. Respecto de la moral, el Sr. Revilla invocó la grandeza de la doctrina kantiana, de la ley del bien por el bien mismo, del imperativo categórico que da un carácter absoluto al deber, y encareció las excelencias y majestad de esta noble doctrina. Convino en que los otros grupos que se incluyen en el término positivismo están poco adelantados en estas [125] materias. Habló del derecho negando que fueran justos los cargos que se habían fundado en las teorías de selección natural, lucha por la existencia y evolución. Protestó enérgicamente contra la aseveración de que las doctrinas positivistas contienen el maldito germen de un despotismo como no le han visto nunca las edades, y sostuvo que la política que llamamos doctrinaria es la que mejor le cuadra, esa política a que otros pensadores, los de las escuelas histórica y de Edimburgo, han traído, como recordaba el Sr. Moreno Nieto, datos tan importantes y conclusiones tan acertadas.

El Sr. Revilla insistió mucho sobre las diferencias que separan la ciencia de la religión: La ciencia, obra de la razón, vive para él en muy humilde esfera. Flaca es nuestra razón, estrechos son sus horizontes, limitadísimos sus recursos, grandes, y abrumadores los límites que la obligan a sojuzgar el temerario ímpetu con que aspiró muchas veces a dominar la realidad. El hombre no es, sin embargo, pura razón. Es también un ser que siente, y el sentimiento que vive y crece y crea en su alma le descubre perspectivas inmensas, mundos nuevos, espacios sin límites, luz que inunda la creación, armonías del mundo que le enajenan, sublimes inspiraciones que le obligan a pronunciar el santo nombre de Dios. Más que la razón vale la fe, más que la ciencia la religión, si hemos de creer el testimonio de la historia. El sentimiento es un imperecedero telescopio que nos permite admirar en sus dimensiones verdaderas las grandes cosas a que no puede elevarse esta orgullosa razón que repite constantemente el suplicio de Tántalo en toda la historia de la filosofía. En vano trataríamos de reproducir las magníficas frases, los elevados conceptos que oímos al Sr. Revilla cuando terminó de esta suerte su discurso. Han pasado ya algunos días, y sin embargo, aún nos conmueve poderosamente la profunda emoción que nos dominaba al escucharle. La elocuencia, que es el prestigio supremo del talento, acallaba la protesta de opiniones contrarias y conquistaba al joven y ya ilustre orador del Ateneo los espontáneos y calurosos aplausos de la numerosa concurrencia que admiraba la flexibilidad de su talento y los recursos de su palabra.

La primera pregunta que se hará, sin duda, el lector es la siguiente: ¿Este discurso es lógico en todas sus partes? Esa crítica de las relaciones del positivismo y el materialismo, esa manera de determinar los límites del conocimiento, esas teorías sobre religión, moral y derecho, ¿son completas y verdaderamente filosóficas? Por otra parte, ¿hay unidad de doctrina en ese discurso? Sus diversas partes, ¿no braman muchas veces de verse juntas, como suele decirse? Esas opiniones sobre la incapacidad del positivismo para entender en materias religiosas que discute, sin embargo, continuamente, ¿son aceptables? [126] Esa idea de que la religión y la ciencia vivirán en octaviana paz, ¿está de acuerdo con la naturaleza de las cosas, la ley del mundo y las enseñanzas de la historia? ¡Oh! Si la razón se declara inferior al sentimiento y la ciencia a la fe, es muy fácil llegar a una concordia. Por ese camino la ha buscado siempre la filosofía católica. Philosophiam ese theologia ancillam. Esta no es, sin embargo, la posición del positivismo, y aquel que lo ignore está seguramente muy mal enterado. El sentido kantiano, en la esfera de la razón práctica sobre todo, ¿es compatible con el verdadero positivismo actual? Los que han oído con atención al Sr. Revilla saben de sobra a qué atenerse, porque la serpiente asomaba frecuentemente la cabeza debajo de la yerba. El Sr. Moreno Nieto, que empezó a contestarle con su habitual elocuencia en la misma sesión, hizo observaciones muy juiciosas y atinadas, que desenvolvió en la próxima sesión.

Continuando su interrumpido discurso el Sr. Moreno Nieto, resumió breve y calurosamente las consideraciones que había anticipado y mantuvo su afirmación de que el verdadero positivismo es reductible en buena crítica al naturalismo y al materialismo. Toda doctrina que en la parte crítica o subjetiva niega el conocimiento a priori, el conocimiento racional, y no admite más fuente que la experiencia, es por fuerza en la esfera objetiva negación de lo trascendental y desconocimiento de lo inteligible, construye el mundo por meras combinaciones de átomos o moléculas y en su desenvolvimiento encuentra tan solo una fuerza ciega que crea y destruye, reproduce y transforma seres y organismos en vertiginoso movimiento. No cree el Sr. Moreno Nieto que esto puede negarse después de un atento examen de las cosas, de una detenida consideración de esas doctrinas positivistas que al explicar el alma solo ven una transformación, un grado más alto del organismo, que estiman la psicología como un desarrollo ulterior de la fisiología que en todas las esferas de la ciencia representan la invasión de un naturalismo agresivo y exagerado. No comprende que se le censuren estos juicios cuando uno de los hombres más ilustres que pertenecen a estas nuevas direcciones, el célebre y malogrado Lange en un libro reciente que ha llegado a ser clásico en Alemania, coincide con ellos, puesto que expone allí todas esas doctrinas y titula a su obra Historia del materialismo. Lo que principalmente atrae a muchos a la opinión contraria es la gran diversidad de los grupos positivistas. Mucho me han dicho ya, exclamaba el Sr. Moreno Nieto, sobre esta diversidad, y yo he contestado también ampliamente señalando los caracteres del positivismo primitivo o sea de Augusto Comte y Littré, los que caracterizan a los naturalistas propiamente dichos y los que son propios de la escuela psicológica inglesa. Pero he aquí [127] que el Sr. Revilla me recuerda que existe un neo-kantismo que yo no he comprendido bien, según dice, y de esto vamos a tratar ahora.

El Sr. Moreno Nieto se preguntaba lo que debía entenderse por neo-kantismo, y para saberlo interrogó la historia de las ideas a que se ha querido dar este nombre. Cuando el gran movimiento representado por Schelling y Hegel tocaba al término de su avasalladora influencia, cuando se experimentaba en todas partes la necesidad de revindicar esa realidad, esas esferas del mundo actual, de la naturaleza, de la vida, que por su exagerado desvío de la observación y la experiencia, habían descuidado, desconocido, olvidado esos grandiosos sistemas, empezaron los alemanes a preocuparse de los orígenes de esta evolución filosófica que no había podido sustraerse a grandes extravíos. Se volvió a pensar la obra de Kant y aparecieron algunos libros destinados a dar nueva vida en el pensamiento alemán al criticismo de ese gran filósofo. Liebmann publicó su conocida obra titulada Kant y sus epígonos, en la cual examinaba todas las doctrinas posteriores a la del pensador de Koenisberg y terminaba con este estribillo todos los capítulos: Es preciso volver a Kant. Esta obra fue acogida con gran atención y benevolencia. Estalló poco después la célebre controversia entre Trendelemburg y Fischer sobre la interpretación de algunas partes de la crítica kantiana y la atención del pueblo alemán se aplicó con gran interés a este interesantísimo debate sostenido por dos de sus más ilustres pensadores. Abríanse paso a la sazón las nuevas direcciones: se traducían obras de los positivistas franceses, todas las de Comte, algunas de Littré, la ciencia inglesa se daba a conocer en los escritos de Stuart Mill y en alguno de Spencer. Los hombres que vieron llegar estas ideas con alegre bienvenida no podían menos de felicitarse grandemente de ver que podían invocar en ciertos puntos el nombre de Kant, ese Sócrates germánico, a quien llaman sus compatriotas der Vater Kant. Por otra parte, algunos materialistas, si bien no se daban mucha prisa en ampararse con el nombre de Kant, se manifestaban dispuestos, sin embargo, a contar a sus discípulos como aliados, a valerse de su prestigio.

Lo que ha sucedido es que algunos quieren que la ciencia retroceda a la doctrina de Kant. ¿Qué tiene de común esta pretensión con el positivismo? Kant negó en efecto la realidad objetiva de las ideas, el valor del conocimiento a priori, desterró los entes trascendentales y metafísicos que empezaron a vagar como creaciones sin realidad en las espesísimas sombras de la razón pura. Como resultados y solo como tales, claro está que coinciden con el positivismo. ¿Pero esto es todo? ¿No tiene la ciencia otra cosa que hacer? Kant se preocupaba sobre todo de la razón, vivía, pensaba, trabajaba para ella. Colocándose [128] por cima de otros estados inferiores, pedía a la razón misma en un estudio directo y perseverante el secreto de su verdadero alcance y su contenido verdadero. El positivismo procede de muy distinto modo. Para él la razón, como facultad de como facultad suprema, no es nada; el conocimiento racional puro, engañosísima quimera. La experiencia reductible en último término a la sensación es lo que únicamente vale y persiste para ellos. Luego, en Kant hay la Crítica de la razón práctica. ¿Cómo llega el gran filósofo a la moral que el Sr. Revilla defiende? ¿Llega por estados inferiores del espíritu? No; la razón le da esos fundamentos, en ella encuentra esa ley del bien por el bien mismo. En esa célebre obra cuyo verdadero y lógico enlace con las otras no discutía a la sazón por no creerlo oportuno, aparecen salvados del gran naufragio la idea de Dios, la libertad, la inmortalidad del alma. Y para comprender la gran diferencia que existe entre Kant los positivistas no hay más que notar la significación verdadera del movimiento que aquel produjo. ¿Fue por ventura de magníficos sistemas que arranca del kantismo? ¿Fichte, Schelling, Hegel, no aparecen en virtud de una imperiosa necesidad en aquel movimiento?

La crítica ha descubierto ya que al tratar de la Crítica de la razón práctica debe buscarse su verdadera clave en el pensamiento de que el espíritu se revela como verdadero noúmeno, lo cual dio lugar al sistema de Fichte, que restablece la unidad mediante la afirmación del yo, y a los de Schelling y Hegel, que sacan este concepto de la esfera subjetiva, lo llevan a la del objeto y resuelven el pavoroso conflicto del pensamiento por medio del idealismo objetivo y absoluto. El sistema de Kant es idealismo, aunque subjetivo. No puede confundirse con el positivismo sin perder todo su carácter. El Sr. Moreno Nieto combatió después la tendencia reaccionaria, que atribuía al kantismo contemporáneo; reclamaba que no se prescindiese de los resultados que habían traído los sistemas posteriores, en los cuales había, sin duda, grandes defectos, pero también grandes merecimientos; culpaba al Sr. Revilla de haber desatendido grandemente su sentido kantiano, al coincidir con los místicos de todos los tiempos en el menosprecio de la razón y en la glorificación exagerada del sentimiento; reconoció la importancia de este en religión y ciencia, pero recordó que aun en estas esferas corresponde una importante parte al elemento racional; rebatió lo que había dicho su elocuente adversario sobre el verdadero sentido jurídico y político del positivismo; combatió la teoría evolucionista en todas sus manifestaciones por creerla llamada a la supresión de la individualidad, y al fatalismo, y terminó manifestando la esperanza de que en la ciencia de la política, como en todos los otros ramos del saber, no [129] prevalecería el positivismo, cuyas enseñanzas en esta materia puso breve y elocuentemente en parangón con las grandes ideas que han venido siendo la bandera y la gloria de Europa.

Debemos manifestar, desde luego, que este discurso del Sr. Moreno Nieto ha sido, en sentir general, uno de los más profundos e importantes que se le han oído hace tiempo. Erudición, profundidad, verdadero espíritu de polémica y alta elocuencia han resplandecido en esa admirable impugnación de las opiniones del Sr. Revilla. Algo, y aun algos tendríamos que oponer, sin embargo, para ser verdaderamente imparciales. Diríamos en primer lugar que, sean cales fueren las razones que existan para considerar al positivismo como un término reductible a los de naturalismo y materialismo, importa tener en cuenta diferencias muy esenciales en la exposición, a que no alude ciertamente el autor de este artículo por simpatías a esas direcciones. La obra de Lange, escritor ilustre, que consideran los neokantianos como uno de los principales representantes de su escuela, no dice que sean materialistas todas las doctrinas que cita, si no las cita para evidenciar los resultados y puntos de vista que han suministrado el materialismo en general.

En cuanto a los orígenes del neo-kantismo, conviene recordar que este responde en gran parte a los trabajos exegéticos de Schopenhauer y Ueberweg, a los escritos de Cohen, Virchow, Weber y Fechner, a las direcciones de Kuno Fischer y Wundt; de modo que es preciso hacerle la justicia de que no busca una reacción pura y simple, sino que tiende a construir una filosofía sobre las bases del criticismo de Kant, pero ampliamente criticada por los trabajos de Hegel tocante a la evolución en general, y muy particularmente a la histórica, con no poco del sentido monista que es propio de ese inmortal y glorioso idealismo. Sobre la crítica general es preciso tener en cuenta que el kantismo de hoy no es solo crítico, sino psicológico. Respecto de la crítica general del kantismo que hizo el Sr. Moreno Nieto, nada tiene que oponer el autor de este artículo. Reaparecen en cambio sus escrúpulos cuando se fija en lo que dijo ese ilustre orador sobre la evolución hegeliana, o por mejor decir, sobre la dialéctica. Nos parece que el Sr. Moreno Nieto daba a la negación, tal como se presenta en el hegelianismo, un sentido que, a pesar de sus protestas, no puede aceptar ningún hegeliano. La filosofía hegeliana ha dicho siempre que las determinaciones de la idea son imperecederas y necesarias, concepto que se relaciona con el carácter metafísico y no cronológico la filiación de las ideas. El movimiento dialéctico es el eterno ritmo mediante el cual la infinita divergencia de las cosas se resuelve en la armonía eterna del mundo. [130]

La negación expresa que una idea ha menester la contradicción para definirse y determinarse, y se pone así el término negativo que se considera abstracto del mismo modo que la afirmación primitiva, razón por la cual vienen entrambos a resolverse en un nuevo término, término concreto respecto de ellos y que es unidad. Esta filiación es ideal, y el movimiento dialéctico en cuanto está en las cosas necesita realizarse en estas. Así es que si desapareciera y se destruyera un término, desaparecería luego y se destruiría la serie. Aplíquense estas consideraciones a las relaciones del individuo y al Estado, y se verá que este no destruye a aquel, antes ha menester que exista verdaderamente o según su idea, no de otro modo que el animal que niega dialécticamente al vegetal no lo destruye, sino que lo presupone no solo ideal, sino realmente; aunque esta aclaración sobra por cuanto todo lo ideal es real y todo lo real es ideal. La negación es, pues, el elemento activo que actúa y realiza el desenvolvimiento del sistema en todas sus determinaciones.

No insistiremos en las objeciones que se nos ocurrieron al escuchar el elocuente discurso del Sr. Moreno Nieto. Para terminar parécenos que no podemos manifestar nuestros sentimientos de un modo más adecuado que felicitándonos con toda sinceridad por el lustre y la importancia que han dado a la interesantísima discusión del Ateneo los notabilísimos discursos a que nos hemos referido en esta Crónica.

En la sección de ciencias exactas, físicas y naturales ha continuado el debate con rectificaciones muy interesantes de los Sres. Moreno Nieto y Simarro. Difícilmente podrán encontrarse dos oradores más opuestos en el modo de pensar y de expresarse. Ambos han luchado valerosa y hábilmente. La dificultad en esta sección consiste en que no hay manera de que los oradores se coloquen en el mismo terreno. Todos los esfuerzos del Sr. Moreno Nieto han sido inútiles para que sus adversarios abandonen el campo en que se encierran. ¿Quién tiene razón en esta contienda, o sea tocante al método que debe seguirse y a los puntos que deben designarse? Resolver la cuestión es discutirla, y no nos atreveremos a tanto en esta ocasión.

Rafael Montoro""

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67127

Re: Wieder Nichts

Bueno, el vasito de leche caliente me espera, ;-)

Un saludo cordial

¡Sed felices!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#67128

Re: Wieder Nichts

De cómo duchar sin agua. ;-)

Un abrazo

Ya digo: La cultura es la llave de la vida y la que cierra muchas bocazas.