¡¡¡Buenas tardes compañera¡¡¡¡
Sí, maravillosas todas las plantas que me comentas.
Las rosas por su aroma y su futilidad. Las lantanas por su vigor y su resistencia a los fríos del invierno. Las adelfas, hermosas y peligrosas, llamadas nerium oleander tienen una sustancia llamada oleandrina bradicárdico que en pequeñas dosis tranquiliza al corazón aumentando su eficiencia y en grandes dosis lo paraliza y provoca la muerte. Pero en todo ello, sin duda la maravilla de la naturaleza la llamada a los sentidos, la vista el olfato el tacto de los pétalos aterciopelados. Cuanta belleza y cuan generosa la vida de nuestras plantas. Hace mucho tiempo un compañero de estudios que vivía en Alemania me comentaba el placer que tendría por poder instalar en su jardín la belleza del baladre o el algarrobo. No podemos competir con las coníferas y frondosas del norte de Europa, pero gozamos de unas plantas que son un privilegio del clima mediterráneo.
El callistemon especiosa es genial. Me embriagó en la universidad al descubrir que cada cápsula leñosa del tronco contiene cientos de semillas que originan pequeños limpia botellas tan sumamente delicados que solo alguno de vez en cuando llega a mayor.
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Hoy por hoy en el tema educativo pasan cosas curiosas.
Mi padre contaba una anécdota de los médicos que visitaban a domicilio cobrando buenos sueldos. Decía que en una ocasión le dijeron al médico que un niño tenía dolor de barriga. El médico les recetaba un montón de químicos todo menos un laxante que les decía podía matarlo. Con el paso de los días, el niño no empeoraba pero no se ponía bueno.
Un día que llegó y vio al niño correteando completamente curado les recriminó “hay canallas, que ya le habéis dado el laxante”. Los médicos vivían no de curar sino de alargar dolencias que al final eran las que verdaderamente les daban recursos.
Hoy pasa lo mismo.
La nena a final del año pasado, tras ir muy bien durante el curso no había aprendido a leer. La maestra nos dijo que no nos preocupásemos que con los nuevos métodos naturales aprendería memorizando los nombres de los compañeros de clase. Nos pareció un método absurdo. Nos repitió una y mil veces que lo peor que podíamos hacer era comprarle los cuadernillos Rubio, pues aprendería muy rápido pero con terribles deficiencias. ¿Qué hicimos? Todo un año en sus manos y no la enseña a leer? Pues, nada comprarle el cuadernillo Rubio. Toda la colección. En unos pocos días la niña leía perfectamente y al poco se atrevió a escribir sus primeras palabritas. La maestra cuando volvimos de las vacaciones nos recriminó lo de los cuadernos, pero que narices ni puñetero caso. Ahora la niña es de las que mejor leen. Me parece similar a lo del laxante que me contaba mi padre.
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Uffff.
De mi niñez recuerdo los veranos. En un huerto de Vilella con un taparrabos dándonos baños de barro. Cuando no construíamos una presa para el agua o para conducirla nos lanzábamos bolas de barro. En ocasiones regándose una tabla, perforábamos un caballón y provocábamos un pequeño desastre que mi abuelo o el regador nos metía el miedo en el cuerpo amenazándonos con su gallato. Mucho duraron estas aventuras hasta que descubrimos la lectura empezando con los Comics que salían en los sobres sorpresa. Pumby, TBO la familia Ulises o el doctor Franz, nos introdujeron en el mundo de la lectura. Venía bien, dado que tanto mojarnos nos llevaba a caer enfermos en pleno mes de agosto y nos pasábamos los días de convalecencia en la cama leyendo todas las aventuras. Luego de mi abuela rescatamos hazañas bélicas e historias de mujercitas. Todo caía en el lecho de lectura.
Recuerdo nítidamente el día que descubrí la Borty de mi madre. Ella a penas la había gastado. Yo me enamoré de ella al instante. Con su color rojo, su faro cromado, su dinamo. Sus frenos con transmisión de varilla. Sus adornos por todo el chasis. Adoraba esa bicicleta, ninguna otra me ha hecho sentir igual. El pantano terminó en parte con ella y hoy es un manojo de oxido que nadie se atreve a tirar.
Nos bañábamos durante horas en la piscina, jugábamos partidos en el agua. El tiempo se nos detenía y mi madre nos sacaba de las orejas al cabo de un par de horas de baño. Jurábamos que cuando nos hiciéramos mayores pasaríamos el DIA entero en el agua. Lástima que hoy en DIA aguantemos tan poco.
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Ciertamente maduramos muy poco en el tema de las relaciones. Las chicas más que un tabú eran poco más que un sueño. Pero disfrutamos nuestra infancia y adolescencia a lo bestia. Con las bicis vino la libertad de bajar al pueblo y sacar nuestros primeros libros de la biblioteca. Al principio fueron los tres investigadores o los cinco. Al poco nos parecía un océano de placer comprimido entre dos tapas. Imaginábamos que con el paso del tiempo pretenderían cobrarnos por leer, pues parecía ser demasiado bonito. Nos volcamos a leerlo todo acopiando para cuando se terminase. Nunca se terminó, pero fue una época maravillosa. Luego empezamos a componer nuestra propia biblioteca. Comprar algunos libros como el techo de lona o las obras de Volter. O confundirnos cuando queríamos leer algo sobre Einstein y comprar el libro del cineasta Eisentein. Saltar los muros para ir a por nueces, alimentarnos con las bayas de los caminos como las moras. Sufrir alergias de todo tipo y construir casitas de papel o con cajas de cereales o cerillas. Esos éramos nosotros.
Y a finales de agosto; lo mejor. Llegaban los libros del curso. Nuevecitos llenos de ilustraciones y de anécdotas. Leer en francés garcón cuando se pronunciaba “garsón”.
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Me pasa exactamente lo mismo que a ti.
Me encanta las personas que son sensibles a los demás. Creo que el anonimato saca lo mejor y a la vez lo peor que tenemos en nuestro interior. Es posible que amplifique. La gente que nos emocionamos con los demás, como haces tú, que nos gusta ser escuchados y oír o leer a los demás nos duele el sufrimiento ajeno. Eso crea vínculos. No hay que preocuparse por los que no tienen ese mínimo de conciencia, ellos mismos a corto plazo se quedan solos. Ayudar es ayudarse uno mismo desde cualquier posición en la vida. La generosidad creo que es una virtud de los humanos. Es la falta de empatía lo que hace que halla gente que funcione como si se tratase de juguetes rotos. Pero hay que proteger siempre a quienes son más débiles pues todos somos débiles en algún momento.
Con tus posts, me paro a reflexionar y gozo de mis recuerdos. Es un lujo que te agradezco infinito y espero en cierto sentido ser un amuleto que te permita rememorar los tuyos.
Un fuerte abrazo a los cuatro. Sed felices.
parecida pero más moderna que la primitiva borty