De momento.
Entre la opción de no imprimir y dejar caer los mercados o la de imprimir y sostener los mercados, la inteligente es la primera. Imprimir por encima del nivel de crecimiento es dañino para la economía, a largo plazo lo que salvas de los mercados por un lado lo pierdes con creces por el otro cuando los mercados indefectiblemente terminen por reflejar ese daño. Por otro lado si ignoras los mercados y te centras en la economía y en controlar la inflación, puede que los mercados caigan, pero ya se recuperarán si consigues que la economía vaya bien.
Imprimir para sostener los mercados es la razón equivocada. Por otra parte ya se está hablando de QE3 o lo que es lo mismo, continuar después de junio. ¿En qué cabeza cabe pensar que si has hecho algo dos veces y no ha funcionado, una tercera lo vaya a hacer funcionar? Como dijo Einstein locura es pensar que haciendo lo mismo vamos a obtener resultados diferentes.
El otro día me estuve leyendo la historia de la emisión de dinero fiduciario en papel en la Francia revolucionaria de la primera asamblea (1795), cuando todavía reinaba Luis XVI aunque ya sin poder. Tenían la experiencia de lo sucedido con Jonh Law en 1716 (de la que se acordaban perfectamente), el primero en introducir papel moneda en un experimento brillante que terminó con la explosión de la burbuja de la compañía de Mississipi y la quiebra de Francia. Por ello el ministro de finanzas y otra gente importante se oponían como locos a que se hiciera, pero la presión por los problemas fue creciendo, y al final se superó a los críticos y se hizo una emisión garantizada por tierra confiscada a la Iglesia que fue un éxito. A pesar de que se había decidido que fuera una única emisión sin continuidad, en seis meses se habían gastado todo lo recaudado. La decisión de una segunda emisión contó con menos resistencia dado el éxito parcial de la primera. Las leyes del dinero indican que una vez entrado en el proceso ya no se puede salir. Esa segunda emisión fue el punto de no retorno. Cada vez se emitía más y cada vez valía menos, pero ya no se podía dejar de imprimir, aunque se hicieron intentos. Para evitar quebrar se emitía cada vez más papel que en consecuencia cada vez valía menos. Se empezaron a dictar leyes draconianas castigando con la prisión o muerte a quien acumulara dinero en metales preciosos, a quien no aceptara el dinero en papel a cambio de sus productos, a quien simplemente preguntara en qué tipo de dinero se le iba a pagar antes de dar el precio. Los ricos salieron de estampida, las clases medias se empobrecieron, los pobres pasaron hambre. Emisión tras emisión el país se arruinaba. María Antonieta dijo que se debería alimentar a los pobres con las migas que quedaban en los moldes al hornear el pan, que antes se tiraban. La inestabilidad política se disparó y los políticos empezaron a desfilar por la guillotina, tras ellos los reyes y los nobles. Hubo de llegar Napoleón para que la cosa tocara fondo. Napoleón se negó en redondo a pagar a las tropas con papel moneda. "Les pagaré con dinero real o no les pagaré", dijo.
Hoy en día hemos aprendido de John Law, padre del dinero fiduciario que murió en la pobreza tras huir de Francia disfrazado de mujer. Hemos aprendido de la Primera Asamblea, que terminó entera en la guillotina. Hemos aprendido de la República de Weimar, que fue barrida del mapa por Hitler. ¿Qué hemos aprendido? Que no se le puede dar a la manivela de imprimir más allá de lo que requiere el crecimiento de la economía. Si se hace, hay siempre un precio a pagar, y si se hace de manera descuidada hay un abismo al que caer.
Pongo un pdf del libro que comento, que está en la red por si alguien está interesado. Es un libro del año 1933, pero es fascinante leer que podríamos estar cometiendo los mismos errores.
Inflation in France
http://mises.org/books/inflationinfrance.pdf