Las cuatro apuestas
Apostar, entendiendo el término como una manera pro-activa de especular, sólo admite cuatro tipos diferentes de clasificación. A priori están las (1) buenas apuestas y las (2) malas apuestas. Y a posteriori están las (3) apuestas ganadoras y (4) apuestas perdedoras.
Como las cuatro únicas maneras diferentes de ponerse una camiseta que aprendimos de niños en el campamento, no hay más.
Una buena apuesta es aquella que, dentro de una estrategia de especulación, por la ley de los grandes números, converge claramente hacia un valor positivo de Esperanza Matemática. Una mala apuesta será aquella que caiga dentro de estrategias con esperanza matemática indeterminada o negativa, como por ejemplo la lotería o comprar y mantener en Bolsa.
Cuando me preguntan qué es lo peor que puede suceder cuando empezamos a especular, la respuesta es clara: Ganar una apuesta perdedora.
Por ejemplo, la primera vez que un trader novato compra o vende un futuro o acción, sin un plan sistemático detrás (por lo tanto, con Esperanza indeterminada o negativa), y resulta por azar en una operación ganadora. Lo que ocurre entonces es que el trader novato focaliza su atención en el éxito conseguido, cayendo en una falacia narrativa, o de asociar el éxito de su operación al heurístico o proceso mental que le llevó a realizarla. Esto le llevará a asumir más riesgo, por exceso de confianza y falta de un plan, en sus siguientes apuestas. Por la ley de los grandes números, sus operaciones acabarán convergiendo hacia un proceso de Esperanza negativa y por lo tanto a arruinarle. En mi etapa de aprendizaje como operador de derivados en la mesa de un broker, cuando atendía a clientes al teléfono que operaban en Futuros, pude ver impotente con mis propios ojos cómo docenas de personas se arruinaban en cuestión de meses, más rápidamente cuanto más ganaron en sus primeras apuestas.
Lo mejor que nos puede ocurrir cuando empezamos a especular es perder una apuesta perdedora o perder una apuesta ganadora. El simple dolor de la pérdida (que presumiblemente no habrá sido devastadora por ser la primera) nos hará reconsiderar nuestros actos, recapacitar y volver a pensar en qué estamos haciendo. Con un poco de esfuerzo, entonces, podremos volver a aproximarnos a la especulación con un plan, si no ganador, al menos medible y objetivo (lo que no podemos medir, no lo podemos juzgar en términos cuantitativos).
El dolor de las primeras operaciones hará que nos centremos en buscar estrategias y apuestas “buenas”, en el sentido de que si las seguimos a rajatabla durante un periodo de tiempo suficiente, acabarán convergiendo a su valor de Esperanza Matemática. Tendremos entonces la capacidad de sobreponernos a los resultados parciales perdedores que indudablemente encontraremos en el camino, aferrarnos a la estrategia, y aumentar nuestras posibilidades de alcanzar nuestros objetivos. Al buen especulador le da igual no “acertar” en su siguiente “apuesta” si sabe que está aplicando una estrategia ganadora. No está atado al siguiente resultado inmediato, sino a la estadística de fondo, la que con método y constancia le dará una oportunidad de vencer al ubicuo azar.
Pero si no somos capaces de clasificar inmediatamente en qué tipo de las cuatro clases de apuesta podemos describir la operación que vamos a ejecutar (en los mercados o en cualquier tipo de activo), lo más probable es que hayamos perdido el partido antes siquiera de haber empezado a jugar.
Fuente:Blog Especular.com