Una de las consecuencias más positivas de la existencia de la libertad de expresión es que cada día hay más gente que puede escribir lo que le parezca. Incluso sin sentir la obligación de manifestar si lo escribe por cuenta o en interés de terceros.
Es un privilegio ser testigo de sus análisis y de sus lenguajes en foros públicos como éste. Gracias a su verbo aprendemos a distinguir con gran claridad lo bueno de lo malo.
Considero, asimismo, que es muy injusto poner trabas a las palabras, a cualquier palabra, por muy ofensiva y estúpida que sea, siempre y cuando no suponga una amenaza directa contra una persona concreta.
En Rankia, por ejemplo, se debe seguir hablando mal o muy mal de Ausbanc y nadie debería salir al paso para impedirlo. Sólo los Tribunales, en su caso, deben poner límites a la libertad de expresión.
Es preferible la crítica escrita, por muy estúpida y ofensiva que sea, a la conspiración para el soborno de funcionarios públicos y otras corruptelas. Por las mismas razones cabría considerar que David Irving, encarcelado en Austria por negar el Holocausto, debería estar en la calle, aunque sus teorías sean completamente falsas y aberrantes.
¡Se aprende tanto cuando se identifica la barbarie intelectual !