Inmersos aún en una crisis económica que dura ya más de un lustro ha emergido en distintos sectores el llamado, y perdón por el anglicismos, el “handmade” y el “do it yourself”, hazlo tu mismo.
Las ideas se agudizan en tiempos de crisis y emergen en distintos sectores de la economía real, pero eso no es trasladable a la economía financiera. Aquí el hacerlo nosotros mismos puede tener consecuencias no gratas, “con el dinero no se juega”.
La pena es que proliferan, sobre todo en los medios de internet, miles de anuncios en los periódicos digitales y miles de páginas web que incitan a ser un trader profesional y dicen que es “coser y cantar” esto de los mercados, que se puede vivir del Forex, que se puede ser un trader de éxito con tan sólo leerte un libro, u operar como los profesionales en un visto y no visto….y como especialmente los españoles somos muy listos, pues ale, “suerte y al toro”.
En este nuevo post se pretende hacer una reflexión de porqué está en auge el operar cada uno por su cuenta y sin asesoramiento especializado y los riesgos que ello conlleva. En estos momentos de incertidumbre y de inestabilidad en los mercados el actuar por tu cuenta o el querer asemejar a los profesionales en materia económica y financiera no es muy buena estrategia.
¿Por qué puede estar surgiendo este “autoasesoramiento”?
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Por la desconfianza creciente en los bancos, en las entidades bancarias y en el mercado en general agudizada con los casos como el reciente ocurrido de Gowex, o el posible impago de sus compromisos del Banco Espirito Santo.
Llegados a este punto, habría que hacer un apunte sobre el papel del
regulador. Resulta que con la reforma de la ley del mercado de valores se quería dar una cierta “seguridad” a los agentes económicos, potenciar la actividad del asesoramiento financiero como una función de primer nivel dentro de la actividad financiera, pero parece que nada de eso se está logrando, tan sólo se ponen trabas y más trabas para poder realizar esta función.
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Por la creencia falsa que el asesoramiento que realizan los Bancos (además de ser una no ser una labor propia de ellos, según los artículos 64 y 65 ley mercado de valores) lo realizan de una manera gratuita, es decir, no se está acostumbrado el cliente a pagar por la labor del asesoramiento. La labor de asesoramiento que se realiza por parte de las entidades bancarias se cobra a través de las comisiones que se incluyen en las operaciones, en la comisión que se lleva el agente bancario por recomendar ese producto, y en un etcétera de comisiones que se van cargando sin que el cliente se percate…”El Banco no es tu amigo”
¿Qué riesgo asume el autoasesorado?
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A parte de por nuestro especial carácter de listos y “apañaos” que tenemos lo españoles, que por sí solo ya imprime riesgo. Un riesgo añadido es la falta de cultura financiera que existe en España y que podemos expresar en el refrán popular “la ignorancia es la madre del atrevimiento”. Y es que al igual que en el fútbol, todos llevamos un seleccionador dentro, en lo referente a la inversión ocurre lo mismo, todos llevamos un gestor estrella dentro.
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A esta falta de cultura financiera hay que añadirle la envidia que es muy mala consejera. “cómo, qué el vecino ha ganado x en la bolsa? pues yo más”…La envidia y la avaricia, esos pecados capitales, hacen perder el rumbo y el sentido de la inversión.
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Derivado de los dos anteriores se corre el riesgo de la concentración de la inversión. Volvemos a acudir al refranero popular “no pongas todos los huevos en la misma cesta”. Y es que cuantos casos se conocen en el que han perdido todos sus ahorros en una sola inversión…y es que”la diversificación es poder”.
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Se corre el riesgo cuando se asume la creencia de que la inversión si está subiendo ese comportamiento va a continuar hasta el infinito y más allá, de nuevo otro refrán…“la avaricia rompe el saco”. O que si la inversión baja…pues ya subirá…uhmm…hay una expresión en mercado que dice:
Todo lo que sube baja, pero no todo lo que baja vuelve a subir.
El marcarse unos objetivos a conseguir con la inversión (“la última “pela” para otro”) y saber asumir unas pérdidas, son elementos claves a tener en cuenta en las inversiones.
La gestión y el asesoramiento financiero no es fácil, no es una ciencia exacta, los profesionales del ramo nos equivocamos (siempre digo “quien trabaja se equivoca”) en las inversiones y decisiones que se toman, no es un trabajo que se pueda tomar a la ligera. O es que a la hora de construir una casa le decimos, al arquitecto cómo lo tiene que hacer, o cuando vamos al médico le decimos el diagnóstico de lo que nos pasa o al abogado la estrategia que tomar ante el juez, no ¿verdad? Se les cuenta el objetivo a conseguir, los síntomas, y con ello el profesional, con sus conocimientos, trata de alcanzar los objetivos exponiendo los riesgos que se asume.
Es necesario divulgar e implantar una cultura y una educación financiera en la sociedad y se podría comenzar las lecciones sobre mercados financieros con una asignatura “introducción al sentido común” como parte importante para manejarse en los mercados.