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Me escribe a vuelapluma un excelente economista y buen amigo mío, José Ignacio Antón de la Universidad de Salamanca, para contarme algunas de las conclusiones que se siguen de  haber satisfecho  

" una curiosidad que llevaba pensando hace tiempo hacer ...era medir o calcular el PIB potencial y el balance fiscal estructural de un año dado del pasado, calculándolo  antes y después del cambio de fase en el ciclo económico. Como el PIB potencial y  el saldo fiscal estructural se calculan o bien por un filtro que extrapola la tendencia o bien por una función de producción cuyos inputs son magnitudes en las que se aísla una tendencia (método este que no me parece conceptualmente muy diferente) tenemos la apasionante maravilla de que el PIB potencial del año t-k en el año t es distinto del PIB potencial del mismo año t-k, pero  cuando es calculado en el año t+j. Y, para ello, aproveché que el FMI no "borra" los cálculos (otras bases de datos como la OCDE o bien omiten mostrar los conceptos "potenciales" o bien los corrigen y sobreescriben) y que se puede acceder, individualmente a cada World Economic Outlook. Entonces, he obtenido el output gap (diferencia entre PIB real, conocido, y PIB potencial) y balance fiscal estructural para los años 2004, 2005 y 2006, pero en el WEO de 2007 y el de WEO de 2013"

(Para quienes no sepan qué es el PIB potencial y cómo se calcula, en la wikipedia hay un montón de referencias con distintos grados de complicación estadística. Una exposición correcta, pero algo técnica se encuentra en :http://www.lacaixa.comunicacions.com/se/ieimon.php?idioma=esp&llibre=201305&cpn=450000c)

El PIB potencial mide el nivel de producción máximo que la economía de un país podría alcanzar con la fuerza de trabajo, el stock de capital y la tecnología extentes sin que hubieran tensiones inflacionistas, es decir, es el nivel de producción que se alcanza con un nivel de desempleo tal que los precios no aceleren su crecimiento por encima de una tasa de inflación que se estableaca como objetivo. No es por tanto la maxima producción posible que  podría alcanzarse  que sería aquella correspondiente al nivel de pleno empleo, fuera cual fuera el nivel de inflación y su variación. Ya de esta  definición se sigue que hay una cierta ambigüedad en el concepto, inconcreción que se manifiesta mucho más a la hora de su cálculo. Existen ditintos métodos para realizar una estimación del PIB potencial de una economía, si bien, como señala Nacho Antón, sus resultados son muy similares. Para no entrar emn esta cuestiń y enfangarse con estos distintos procedimientos, quizás valga  como definición empírica del PIB potencial la siguiente: El PIB potencial en un año cualquiera, por ejemplo el 2012, vendría a ser el PIB  teórico que resultaría de calcular cuál habría sido el PIB en ese año 2012 si la producción en él hubiese sido la que resultase de calcular el valor que toma en ese año la senda tendecial del PIB en el largo plazo. En consecuencia, conforme pasan los años, se van agregando  a esa senda los datos del PIB realmente producido en esos años, lo cual modifica la forma de esa senda tendencial, y al modificarse la tendencia se alteran inevitablemente los valores del PIB potencial de los años pasados. Por poner un ejemplo que pueda servir para dar una idea del tipo de procesos implicados cuando comparamos la magnitud de un fenómeno que varía en el tiempo con su tendencia en el largo plazo, imaginemos que  estamos midiendo la altura media de los niños de un grupo que va creciendo  y la comparamos con su valor tendencial. Si progresivamente vamos agregando niños cada vez más altos al grupo inicial, la altura media del grupo crece con el paso del tiempo, elevando en consecuencia la senda tendencial que sigue esa altura media en el tiempo, y, en consecuencia,  el grado de pequeñez (o height-gap, por ponernos finos) de los niños que estaban en el grupo inicial no es constamnte sino que va aumentando cada vez más. 

De igual manera, el saldo fiscal estructural es un saldo teórico del que se eliminan los componentes ligados al ciclo económico tanto por el lado de los ingresos como el de los gastos públicos. 

La siguiente tabla, que me adjunta Nacho,  en efecto, muestra a las claras que usando para el cáculo del output gap como porcentaje del PIB, el PIB potencial con arreglo a los valores tendenciales de la serie que acaba en 2007, resulta que en 2004 y 2005 vivíamos por debajo de nuestras posibilidades, dfiniendo le "vivir por debajo de las posibilidades" a aquella situación en que el PIB real es inferior al potencial por las razones que sean, dado que el PIB teŕorico o potencial en esos años fue superior al PIB real, es decir, que el PIB real hubiera podido ser más elevado sin suponer un stress para el sistema económico usando como valores para construir la tendencia los valores del PIB real que acaban en 2007, En  2006, sin embargo, ya vivíamos por "encima de nuestras posibilidades", aunque por muy poco. De esta información numérica se derivaría que la crisis no podría  explicarse/justificarse a la manera de la economía austríaca como tantos gustan de hacer hoy, o sea, como la "natural" consecuencia de los pecaminosos excesos económicos "antinaturales", causados en último término por la gestión del Estado.

Ahora bien, con el cálculo del PIB potencial para esos años usando la senda tendencial que acaba en en 2013, es decir, la tendencia construida una vez que se incorporan los datos del PIB de los años 2007-13, la historia es diferente, y entonces, está claro que sí, que sí que vivimos muy por encima de nuestras posibilidades en 2004, 2005 y 2006, y que en consonancia la crisis era la natural  consecuencia de los excesos cometidos, que nos estaba bien empleada y que -como para cualquier borrachera/pecado- una política/penitencia de contención o austeridad es lo aconsejable. Y la misma argumentación se puede hacer respecto al balance fiscal estructural, que por cierto ha de ser contenido por obligación constitucional. Pero, de nuevo,  ¿cuál déficit? Porque de nuevo hay dos conjuntos de datos acerca del mismo. Con arreglo a la tendencia que acaba en 2007, el balance fiscal estructural en porcentaje del PIB 2004, 2005 y 2006 fue positivo, o sea, que el Estado fue no sólo nada dispendiador sino ahorrativo. Pero si elegímos la senda que acaba en 2013, el Estado ya era en aquellos años un manirroto al que se le puede achacar buena parte de lo que se puede describir como la borrachera económica de aquellos años....Pero, ¿Con qué nos quedamos? ¿Cómo fue realmente el pasado? Pues, está claro, quédese cada cual  con el pasado que mejor cuadre con sus posiciones ideológicas de partida. Y, uno puede preguntarse si para eso vale tanta "teoría" económica, tanta econometría?

    Cálculos en 2007 Cálculos en 2013
2004 Output gap -0,4 0,7
  Balance fiscal estructural 0,7 -0,9
2005 Output gap -0,3 1,2
  Balance fiscal estructural 1,5 -1,5
2006 Output gap 0,1 1,8
  Balance fiscal estructural 2,8 -1,3

 

Pero la cosa no acaba aquí, pues hay

"un corolario adicional: si uno se guía por esta porquería de metodología para diseñar reglas fiscales vinculantes (es decir, ir más allá de la mera información), la política económica keynesiana (o neo-keynesiana), es decir, asumiendo plenamente efectos multiplicadores y demás sería haber hecho  una política procíclica, bajando impuestos antes de la crisis y subiéndolos en medio. No es que se prediga mal el pasado, sino que encima se predice mal: la prescripción de política económica que hubiese sido adecuada para el año 2006 sería distinta en el año 2007 que en el año 2013".

A mí, particularmente, este pequeño ejercicio de Nacho Antón me parece demoledor para las ilusiones que tienen  muchos economistas de que practican una ciencia normal. Decía la sra.  Robinson, aquella megnífica economista postkeynesiana, algo así como que la razón más contundente para estudiar Economía es para  evitar el  ser engañado por los economistas. Leyendo las consecuencias del ejercicio de Nacho, no se puede hacer  menos que remarcar la verdad del aserto de Joan Robinson.

Siguiendo a Keynes, los postkeynesianos se atenían a un dicho que resumía su posición metodológica fundacional, el cimiento a partir del cual una aproximación intelectual al estudio de la realidad económica debía construirse. Era el siguiente:  el pasado no se puede cambiar y el futuro no se puede predecir. Como punto de partida para una ciencia económica que se pretendiera equiparable al resto de las ciencias, me parece a mí que este prncipio sería  difícilmente cuestionable por nadie sensato. Puestos a ser picajosos, quizás podría cuestionarse la validez al 100% de la segunda parte del dicho: aquella que establece que el futuro no se pueda predecir, acudiendo a la distincion de Frank Knight, asumida por Keynes, entre riesgo e incertidumbre. Así, si bien hay -o mejor dicho- habrá en el futuro una gran cantidad de sorpresas impredecibles hoy consecuencia de la incertidumbre que envuelve al desconocido futuro, hay también en este aspectos "predecibles" en el sentido estadístico del término, pues son consecuencia del riesgo. Dicho con otras palabras, el futuro es en parte arriesgado, luego predecible estadísticamente, y en parte incierto, luego sorprendente.

Pero lo que ningún científico de las ciencias científicas pondría jamás en duda sería la afirmación de que el pasado no se puede cambiar. La Ley de la Entropía, el segundo principio de la termodínámica, establece que  la flecha del tiempo sólo se mueve en una dirección: del pasado al futuro. Nunca se puede volver al pasado para modificarlo. El pasado no se puede modificar. Para hacerlo sería necesario poder viajar a velociades superiores a los 300.000 km por segundo. Un imposible físico y lógico como  Einstein ya estableció. Por ello, el sueño de los viejes hacia el passdo ya no es siquiera aunto de la ciencia-ficción, son cosa de magia o religión, un absurdo.

Pues bien, volviendo a lo que nos ha enseñado mi amigo Nacho Antón, resulta sobremanera sorprendente darse cuenta que para este  "modermo" análisis macroeconómico, el pasado no sólo es alterable, sino que lo es de una manera fácil, banal incluso. El pasado macroeconómico de los años  2004, 2005 y 2006 resulta que no era el mismo en 2007 que en 2013, y no lo será con toda seguridad en 2020. Maravilloso, ¿no? ¿Y esta es la macroeconomía seria y científica aquella que ha de servir para analizar objetivamente la realidad económica y proponer las políticas económicas más adecuadas? No puedo menos que recordar, al leer cómo el pasado es tan fácilmente maleable, el  -llamémoslo así- "modelo cognitivo 1984". o modelo stalinista si se quiere. Lo digo para recalcar que la modficación del pasado a voluntad era una de las características del "modelo" que se encuentra en la novela de George Orwell 1984,y que fue llevado a la práctica con extraordinaroa eficacia y hasta exito por Stalin (¿quién no ha visto la famosa foto de Lenin en un nitin acompañado por Trotsky, antes y después de que este último fuera borrado en todas las publicaciones de la historia de la Unión Soviética mientras Stalin ostentó el poder?) 

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  • macroeconomía
  1. en respuesta a Pulpo
    -
    #7
    07/11/13 18:28

    Los macroeconomistas tienen que hacer análisis económico para sugerir políticas y para ello necesitan hacer algún análisis cuantitativo con las herramientas estadísticas que existen. ¿Cómo se puede hacer análisis económico de otra forma sin caer en arbitraridades?

  2. #6
    07/11/13 18:20

    Magnífico artículo.

    No obstante, más que una crítica a la macroeconomía creo que es una crítica a la estadística, ya que lo que viene a criticar el artículo es la incosistencia a la hora de dividir una serie temporal en sus dos componentes (tendencia y ciclo).

    Los macroeconomistas tienen q

  3. en respuesta a cachonbrena
    -
    #5
    18/10/13 18:03

    Touché. Me gusta y mucho la referencia a Borges, es de mis viejos favoritos. El pasado, cierto es, no es cognoscible. Sólo un Funes, el memorioso, sería capaz de traerlo al presente. Lo que hacemos es modelarlo, hacernos un modelo del pasado para construirnos una narración que nos oriente en el presente. O sea, que el modelo que nos hacemos del pasado es como un mapa de carreteras para, una vez hayamos decidido dónde queremos ir, sepamos qué carretera (o sea, qué política tenemos que coger). Pues bien, los economistas ofrecen mapas distintos (keynesianos, marxistas, postkeynesianos, austriacos, etc.). ¿Cómo seleccionar entre ellos? Pues bien, algunos inocentes pensaban que la econometrái o sea los datos eran el mecanismo, y lo que se ha revelado cada vez más, es que los datos no sdon empíricos, son una construcción tan imaginaria como los mapas.

  4. en respuesta a Ajojenjo
    -
    #4
    18/10/13 17:52

    Debe ser una rara perversión la nuestra ¿no? Eso de que nos guste la Economía. Hay muchos economistas, incluso demasiados, y hay también muchos sedicentes profesores de Economía, pero muy, pero que muy pocos (tras tantísimos años dedicado a esto sólo conozco a unos diez o doce)son como tú me dices que eres, y ya también los soy, econofílicos.

  5. #3
    18/10/13 16:59

    Releo tu post (el tuyo) un poco preocupado por ver “cuanto me he salido del tema” y encuentro una palabra que te puede hacer ver que mi desvarío no es tan enorme (grande sí) dices que Einstein estableció la velocidad de la luz como una velocidad límite en el universo. No, Fernando, eso nunca ha ocurrido. Einstein postuló la velocidad de la luz como una velocidad límite en el universo. Es muy distinto como puedes comprender. A raíz de ese postulado y este otro: no hay un sistema de referencia absoluto en el universo la Teoría de la Relatividad “cuadra” con los hechos y resulta predictiva hasta determinados niveles. Pero una Teoría que a razón de la excelencia de sus predicciones sea considerada verdadera no otorga criterio de verdad a sus postulados (véase Euclides). Una sola medida de una velocidad mayor a la de la luz de algo, derrumbaría la Teoría de la Relatividad. Y no paran de intentarlo los aspirantes a novel.
    Ahora bien, yo creo que no lo conseguirán porque “barrunto” que Einstein acertaba cuando lo postuló. Lo cual no quiere decir que no considere la Idea de espacio-tiempo tal como la desarrollaron Einstein y Minkowsky como una total insensatez. El conocer de los humanos es un proceso incesante que como Saturno devora a sus hijos.

  6. #2
    18/10/13 14:29

    Más que Orwelliana, Borgiana. Borges se encontraría en su salsa con este post. Lo evanescente de “lo real”, su inaprensibidad; ese pasado que se cambia, no fruto de una decisión política o ideológica (nuestro saber sobre nuestro pasado) sino por la contundente “potencia” de un presente que, para poder ser, cambia el pasado que lo fundó.
    Ese realismo mágico borgiano no es una milonga, es un mostrar problemas epistemológicos de primer orden. Que un presente cambie su propio pasado “es imposible”, algo nos lo dice poniéndonos verdes las tripas. Sin embargo el problema está en que lo que es imposible es “conocer” nuestro pasado verdadero. Siempre, a cada instante, el pasado es una conjetura sobre lo que sucedió; y siempre cambia esa conjetura. Crece el pasado (nuestro saber sobre el pasado) a la par que el conocer de los humanos.
    Lo que propone Orwell es que conociendo lo que ya ocurre, unos gobernantes manipuladores lo utilizan para mantenerse en el poder. Pero eso a su vez… siempre ha ocurrido. ¿Nos saca la ciencia de ese dilema? Seamos benevolentes y digamos que al menos lo palía. Obliga a los neo-sacerdotes a someterse al criterio de las arduas matemáticas, a la predictividad de lo afirmado, a obligarse a afirmar algo que pueda ser falsado y sobre todo… a la sensatez (Criterio epistemológico donde los haya)
    Sueles recurrir bastante a Einstein y sin embargo Einstein está sobrepasado. Está puesto en cuestión no por aquellos Newtonianos celosos de un saber que Einstein relegaba al pasado. Ya nunca se podrá volver a Newton. Ni por los cuánticos “gentes de las partículas” que lo recogen con cierto desdén, pero lo recogen. Es la propia evolución de lo que dijo lo que le pone en cuestión, a Einstein lo que le falla es la sensatez.

  7. #1
    17/10/13 04:21

    Me encanta este artículo, es más, me voy a poner en modo adulador y pedirte que escribas con más frecuencia en el blog. Después de 7 años estudiando economía, sí 7, en la UAM preguntandome todos los días quién demonios se podía creer las teorías/leyes que se nos explicaban en clase resulta divertido leer estas relexiones y gratificante también. Por desgracia no es hasta los últimos cursos con las últimas optativas cuando te das cuenta de que existe otra economía medianamente formalizada que antes intuías pero no podías verbalizar. Incluso llegue a pedir plaza para un master en economía del comportamiento después de leer Animal spirits, luego me di cuenta que estaría igual que ahora pero dos años más tarde, es decir, escribiendo en un blog de madrugada porque al día siguiente no tenía donde trabajar. Que por otra parte es lo que más me gusta de ser economista que no sirve para nada pero todo el mundo cree que sí.