Seguro que alguna vez has tenido una emergencia económica y has necesitado adquirir capital de un modo rápido, sencillo y eficiente. Desde luego que un préstamo personal no es una opción debido a la ralentización del proceso, por eso los dos métodos de financiación más comunes en estos casos son las tarjetas de crédito y los créditos rápidos.
Los créditos rápidos se han convertido en la opción favorita de muchos debido a la celeridad con la que se conceden y a la flexibilidad de requisitos exigidos a los clientes, pudiendo incluso encontrar a través de Internet créditos sin intereses. Es posible incluso acceder a este tipo de financiación sin necesidad de tener una nómina e incluyo poseyendo una deuda antigua.
Por tanto, el usuario puede solicitar el que más se ajuste a sus necesidades (por cuantía y comisión) sin la presencia de una entidad bancaria como intermediaria y sin tener que dar explicaciones sobre su situación económica personal.
Es por ello importante analizar el TAE y leer con detenimiento las cláusulas de ‘financiación sin intereses’, ya que un crédito rápido con una TIN del 0% no significa que no haya otros costes asociados a las comisiones de la entidad. Por la seguridad y el control que posee, las tarjetas de crédito se han convertido en una alternativa real a los créditos rápidos.
Diferenciación en los tipos de interés
Hay que tener en cuenta que, según los últimos datos aportados por el Banco de España, las tarjetas de crédito soportan un interés de hasta el 18,3%, mientras que los préstamos rápidos poseen un interés del 7% de media.
En todo momento va a depender de si contamos con nómina y se tratase de un gasto inesperado, ahí la mejor opción sería la tarjeta de crédito, o si fuese un gasto de mayor envergadura sin contar con ingresos fijos, por lo que lo mejor sería el crédito rápido al darnos mayor flexibilidad en los plazos.
Las claves de las tarjetas de crédito
Hay que tener en cuenta que, a diferencia de las tarjetas de débito donde gastamos el dinero que tenemos asociado a una cuenta bancaria, en las tarjetas de crédito los pagos se pueden aplazar a final de mes. No obstante, si se agota el crédito habrá que devolver la cantidad en la que nos hayamos excedido, y si no tenemos fondos cuando se cargue el pago, el banco procederá a cobrarnos los intereses.
Dicho esto, es importante analizar las ventajas que presentan las tarjetas de crédito frente a los créditos rápidos.
Mayor control de los gastos
Los clientes pueden elegir si la compra efectuada con la tarjeta se reembolsa en cuotas mensuales con intereses o si de lo contrario se abona de golpe a final de mes para evitar dicha sobrecarga. De este modo, se puede pactar con la entidad financiera un gasto mínimo a desembolsar para evitar que se cobren comisiones u otro tipo de recargos.
Pero hay que tener especial cuidado con las de tipo ‘revolving’, que son aquellas que permiten retrasar el pago a plazos, pero con intereses que pueden llegar a superar el 20%. De este modo, los reembolsos del crédito concedido se abonarían pagando un porcentaje del saldo pendiente o una cantidad fija.
Es dinero rápido, pero también corremos el riesgo de caer en una deuda permanente. Por tanto la entidad irá sumando al importe adeudado el mes siguiente más los intereses de demora que se correspondan.
Seguridad en caso de robo
Aunque los créditos rápidos se ejercen en un único pago, de manera online y sin trámites, la tarjeta de crédito nos da la opción de tener un formato físico con el que poder pagar. Además, en caso de robo o hackeo, bastará con llamar al banco para bloquearlas y proteger el dinero. Los bancos, a su vez, pueden otorgar premios al contratar estos productos.
Rapidez de tramitación
Para quienes consideran que la agilización del proceso de expedición es el principal factor determinante de los créditos rápidos, deben saber que las entidades bancarias ofrecen la posibilidad de contratar tarjetas de crédito online, de forma rápida y sencilla, siempre y cuando justifiquemos que poseemos ingresos periódicos. A partir del momento de su aprobación podremos utilizarla desde el móvil hasta que nos llegase a casa en formato físico.
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El hándicap de las tarjetas de crédito
Es verdad que a pesar de su vinculación a una entidad financiera, los créditos rápidos nos aportan mayor libertad, mientras que las tarjetas de crédito nos obligan a convertirnos en clientes de una entidad y a contratar un determinado servicio. Por tanto eso se traduce en la domiciliación de una nómina, pensión o seguros sociales, entre otros requerimientos. A esto hay que sumarle el pago de comisiones de mantenimiento asociadas con carácter mensual.
No obstante, los intereses devengados de los microcréditos o créditos rápidos pueden superar a los de las tarjetas de crédito, de ahí que se hayan convertido en una alternativa cada vez más generalizada.
A pesar de todo, para quienes prefieren optar por el trato cercano y personalizado, así como con una herramienta de pago física, las tarjetas de crédito son la mejor alternativa para obtener dinero rápido e inmediato.