Esta mañana podía leer una encuesta publicada por Axa Investment Managers que reflejaba que solamente entre el 6% y el 10% de las carteras de los inversores está destinada a invertir en compañías de baja capitalización. Esto me lleva a hacer una reflexión acerca de la tendencia de los inversores a invertir su capital en aquellos valores/fondos que actualmente conoce, buscando la “tranquilidad” aparente que nos da el estar invertidos en grandes “marcas” que conocemos, y que por el hecho de serlo hacen que se vean como una revalorización segura en el corto, medio o largo plazo. Se busca la diversificación local o en algunos casos a lo sumo se hace un esfuerzo y se invierte en Europa.
Además, en los tiempos que corren se observa una fuerte tendencia a sobreponderar estrategias que aunque en el pasado o actualmente permitan reflejar una fuerte eficiencia maximizando rentabilidad y riesgo, no siempre tienen que funcionar bien pues la economía es cíclica y los factores cambian. Citemos como ejemplo la conocida estrategia de inversión en valor o “Value Investing”, tesis más que probada de generación de valor en el medio plazo. Sin embargo, analizando la prima asociada al factor de riesgo “valor”, adherida a los valores que cumplen esta tesis observamos que su comportamiento ha sido negativo en regiones como EEUU o con una rentabilidad muy comedida como ha sucedido en Europa.
Quiero destacar que, aunque la tesis de inversión sobre la que descansa la inversión en valor o “Value Investing” es una de las más acertadas, eficientes y rentables a la hora de estructurar una cartera o la gestión de un fondo de inversión, nunca debemos olvidar que antes de gestionar nuestra rentabilidad, siempre está la gestión de nuestro riesgo. Conocer que estadísticamente aparte de la inversión en el factor “Valor” tenemos otros factores que se han comportado en el medio y largo plazo mejor que sus opuestos ajustando su rentabilidad al riesgo asumido. Diversificar la exposición a distintos factores que se comportan mejor en ciertos momentos puede ser una fuente de protección y rentabilidad importante con resultados consistentes en el medio y largo plazo.
Uno de ellos es la inversión en compañías o fondos cuyo universo está centrado en la baja capitalización. Exposición que debe ser flexible en nuestras carteras buscando sectores poco endeudados, con alta generación de caja y activos en balance tangibles. Estadísticamente el binomio rentabilidad/riesgo ha sido muy superior en estas compañías que en las llamadas “Large Caps” entre las que figuran las “marcas” que habitualmente conocemos.
La inversión en factores nos permite optimizar nuestra cartera, descorrelacionarla y mejorar su rentabilidad ajustada al riesgo asumido.
Francisco Javier Sánchez Capellán, CAIA (Director de Inversiones, área de gestión alternativa)