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Hojeando libros antiguos


Me encanta ir a una tienda de libros usados y antiguos que conozco, allí paso la tarde y, normalmente, vuelvo a casa cargada de pequeñas joyas.

La última vez que estuve encontré un libro que se llama “Elementos de economía comercial” de  Pierre Clerget de 1932, supongo que como libro antiguo no tiene ningún valor porque es la segunda edición española traducida de la cuarta edición francesa. Pero lo hojee por encima y me encantó.

 


En un primer golpe de vista me llamamó la atención el tema del precio. Este no sólo se forma por el coste del producto sino también por elementos psicológicos como en el caso de las lonjas, dónde dichos efectos son claros por la imitación y fenómenos de masas, la masa de compradores y vendedores es muy sensible, crédula e impulsiva, el menor ruido halla eco y en consecuencia, tan extrema sensibilidad produce la tendencia a la exageración que repercute inmediatamente en el precio de los productos.

Varias páginas más adelante me encontré con un capítulo llamado “Las crisis comerciales”, ¡qué casualidad! Según el autor, las crisis se deben a causas objetivas (en nuestros días por el endeudamiento de los Estados y por el exceso de crédito previo de las entidades financieras) y por causas subjetivas porque “raramente se detiene el hombre en el justo medio: imprudente cuando le arrastra la confianza y asustadizo en cuanto la desconfianza le domina”.

El autor prosigue analizando las crisis acaecidas durante el siglo XIX en Francia, Inglaterra y Estados Unidos y observa que se trata de un fenómeno rítmico cuyo período oscila entre cinco y diez años y que se propaga por irradiación del país de origen a las demás naciones. Normalmente, en vísperas de las crisis están empleados todos los capitales, con tirantez en los muelles del crédito, los bancos cortan los préstamos, se paralizan las transacciones y aumentan los tipos de interés. Después, viene la reducción del consumo, reducción de la producción y aumento del paro. Poco a poco se van restituyendo las cantidades que le faltaban al sector financiero y los negocios vuelven a florecer.

Volví a casa con mi libro de 1932, satisfecha del hallazgo y con la tranquilidad de pensar que esta vez tampoco es diferente.

Adela Alba

 

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  1. en respuesta a Valentin
    -
    #5
    11/10/11 15:58

    Me parece muy interesante el libro de Gade y estoy totalmente de acuerdo contigo que las burbujas (y las crisis) son un proceso de retroalimentación que hace que los niveles de precios se alejen de un punto de equilibrio. Además, es lo mismo que defiende George Soros en su teoría sobre la reflexividad que conté en el artículo "El dolor de espalda de George Soros": el punto de vista de los participantes en los mercados influye en la dirección que estos adoptan y además, la misma dirección hace que se confirmen esos puntos de vista por lo que se alejan de ese punto de equilibrio hasta que hay tanta distancia que es evidente que no es realista y comienza un movimiento en sentido contrario. E igualmente lo afirma el autor del tema del artículo, Pierre Clerget, cuando afirma que raramente se detiene el hombre en el justo medio.

  2. en respuesta a Valentin
    -
    Top 100
    #4
    11/10/11 13:41

    En febrero de 2011, presenté una charla en la que entre otras cosas hablé sobre La Inflación. En este apartado expuse como ejemplo interesante (fuera de las burbujas comunes que conocemos) la burbuja de inventarios de USA y su pinchazo. Las burbujas se forman (en mi opinión) mediante procesos de retroalimentación. Es un poco lo que vengo a explicar de la mano de Gade (a través de la obra de Gary Shilling).

    Aquí os dejo mi opinión completa sobre el tema (de la parte de la charla): Inflación

    Espero que os guste

    Saludos cordiales
    Valentin

    ____________________________________________________________________________________________________
    La inflación y la espiral inflacionista1 - Inflación. Sí, pero, ¿a qué tipo de inflación nos referimos?

    Los dos grandes enemigos a los que se enfrenta todo inversor son uno mismo y la inflación. El tema que aquí nos ocupa y que trataremos, es el de la inflación.

    La inflación de precios (IPC)

    «En individuo asocia habitualmente el término inflación a la subida de precios de bienes de consumo (IPC), sin embargo, el IPC no incluye la subida de precios de los bienes patrimoniales (inmuebles y productos de previsión de ahorro para la jubilación). Por lo que el término inflación sugiere ser redefinido y asociarlo a la subida conjunta de precios, es decir, de bienes de consumo + bienes patrimoniales. El IPC debemos asociarlo como dato estadístico del que hacen uso los bancos centrales para el control de la política monetaria.»

    El índice de precios de consumo armonizado (IPCA) depende de una cesta de bienes de consumo, y tiene como objeto servir al Ministerio de Estadística como indicador de los hábitos de compra de los ciudadanos. El ratio, porcentaje, del IPC no tiene como objeto reflejar la subida o bajada de los precios de los bienes de consumo, sino la de servir como “indicador del nivel de precios de bienes de consumo”.

    La cesta de bienes incluye productos alimenticios como el pan, frutas, etc., así como el automóvil, electrodomésticos como la lavadora, costes como los del gas, la electricidad, el alquiler de la vivienda. También incluye servicios: como el coste de entradas en discotecas, coste de entrada a la piscina, etc. Y cada uno de estos componentes se les asigna un peso específico en el índice.

    Hay muchos elementos que no contiene la cesta de bienes de consumo, como por ejemplo el precio de compra de la vivienda –aquí nos movemos ya en el ámbito de bienes patrimoniales, aunque se trate de la propia vivienda habitual-. El precio de la vivienda puede subir mucho, sin embargo observaremos que no influye en el (indicador) IPC. En los últimos años subieron fuerte y alegremente los precios de bienes patrimoniales, y pudimos observar que no es lo prioritario para quienes miden la inflación (los bancos centrales). También otros, como los impuestos sobre vehículos de motor, el impuesto de matriculación, etc.

    La inflación de bienes patrimoniales = inflación de activos

    Especialmente en los últimos años estamos asistiendo a una enorme ampliación del volumen crediticio por parte de los bancos centrales y observando que fluye hacia las bolsas, causando “inflación de activos” muy elevados (burbujas) mientras la inflación de bienes de consumo (IPC) se mantiene baja y estable.

    Bienestar basado en el endeudamiento. Este es el emblema que caracteriza actualmente a las democracias occidentales, no solo a USA. Una dirección de política-monetaria arriesgada y acentuada a partir del total desligamiento de las divisas con el patrón oro derivada de la expansión deliberada del dinero por parte de los bancos centrales en relación al PIB.

    La espiral inflacionista o ciclo de retroalimentación de subida de precios

    «Basada en el acontecimiento estadounidense de subida de precios en la “producción y distribución de bienes”, y que tuvo lugar entre 1919 y 1921 tras finalizar la I Guerra Mundial -»

    Gary Shilling, a inicios de los años 1960 mientras pretendía su PhD en Standford, trabajo un verano en el San Francisco Federal Reserve Bank. En la librería, le llamo la atención un libro que no era como los demás, en cuyos títulos aparecía siempre la palabra Economía o Finanzas, cuyo título era: Hand-to- Mouth Bying and the Inventory Situation, escrito por George A. Gade, publicado en 1929.

    El título de la obra de Gade proviene de los acontecimientos traumáticos de los bienes de producción y distribución estadounidenses entre 1919 y 1921.

    La espiral inflacionista

    Al finalizar la I Guerra mundial en 1918, imperaba el miedo a que una cancelación de los contratos establecidos con el gobierno sobre equipamiento militar y el posible incremento de desempleo derivado de los soldados que retornasen de la guerra, precipitaría una depresión. Sin embargo, ocurrió justo lo contrario. A inicios de 1919 las exportaciones a Europa pegaron un gran salto, el crédito expandió, y aumentó la demanda doméstica como reacción a las privaciones durante el periodo de guerra. De inmediato, la fuerte demanda absorbió el exceso de capacidad productiva, y los precios pegaron un salto al alza ya que se eliminaron los controles de precios y salarios que fueron vigentes durante la guerra.

    La exuberante demanda al por menor repercutía sobre los productores de materias primas, y los temores de escasez proliferaban. Este hecho animaba a hacer pedidos de más bienes de los que realmente se necesitaban, tanto para garantizar los pedidos completos ajustados al aumento de la demanda como para beneficiarse de los incrementos de precio. El nivel de inventarios creció, pero éste crecimiento generó exceso de demanda y escasez artificial, lo que provocó una subida mayor de los precios y animó a incrementar aún más el nivel de inventario.

    El sistema de transporte quedó sobrecargado, saturado, lo que provocó retrasos en la entrega de los pedidos, más temores de escasez, y más órdenes abultadas para entregas de mayor y mayor retraso. Los fabricantes se veían forzados a distribuir su producción entre sus clientes, y la demanda excedía su capacidad productiva. Ello animaba a su vez, a dar órdenes doble y triple de fabricación, para garantizar entregas sin retraso de cara al futuro. Las expectativas inflacionarias se extendieron, ya que comprar anticipadamente antes de un incremento de precios, tensaba aún más el lado de la oferta y estimulaba aún más los precios. Esto confirmaba las expectativas y promovía comprar aún más, en un ciclo de retroalimentación.

    El incremento de los precios

    Conforme a lo que expone Gade, los precios subieron en un 24% entre el primer trimestre de 1919 hasta su punto más alto en el segundo trimestre de 1920. En abril de 1920 explota la burbuja y los precios comenzaron a bajar, hasta alcanzar un máximo de caída de un -42% desde su punto máximo de partida y en el segundo trimestre de 1921.

    Resultado: La masiva creación de inventario, dio lugar a masivos recortes de producción para liquidar los inventarios, causando entre 1920 y 1921 la recesión con la más aguda caída en actividad económica de cualquier otra recesión. El GDP real estadounidense cayó un -13% de 1919 a 1921, comparado con el 3,8% de punto más alto a punto más bajo en anteriores recesiones. Resultó igualmente, en pérdidas masivas para acabar con el exceso de stock mediante “la compra boca a boca de inventario”, pues la compra de estos inventarios precisaba encontrar de forma inmediata la demanda de clientes. De ahí el título que puso Gade al libro.
    ____________________________________________________________________________________________________

  3. Top 100
    #3
    11/10/11 09:08

    Vaya, muchos que creian que esta vez era diferente se van a sorprender.
    s2

  4. Top 100
    #2
    10/10/11 13:44

    Yo también soy nostálgico. Otro libro de la época que no deja a uno indiferente es Hand-to-Mouth Buying and the Inventory Situation, by George A. Gade, 1929, 32 páginas.

    Un saludo,
    Valentin

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