Que el banco malo o SAREB (Sociedad de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria) tenga la desfachatez de negar la entrada a inversores internacionales es el colmo. No debemos perder de vista que estamos hablando de una entidad creada de la nada, capitalizada a base de mera confianza en la deuda pública y en la deuda de la banca española (mediante extorsión inconfesable), y que se sostiene milagrosamente porque a nadie le interesa lo contrario, por nada más. Pues esa entidad, que debería besar el suelo donde pisan los grandes inversores institucionales extranjeros, y debería agradecer cualquier limosna externa que nos ahorre a los españoles enterrar ahí más y más dinero público, va y se pone chula despreciando inversores como Centerbridge, Cerberus o Fortress.
La burda excusa a tanta incompetencia e inconsciencia es que estos inversores pedían un “acceso privilegiado a ciertos servicios”, así como una lógica preferencia a la hora de adquirir los activos que la sociedad pretenderá vender al mercado en el futuro (ellos también son el mercado, narices!).
La presidenta del Sareb, Belén Romana, alega que no puede dar derechos implícitos o explícitos a ningún accionista, para mantener la imparcialidad y la transparencia total en la valoración de las acciones. ¿Pero se está Ud. oyendo Sra. Romana? ¿Recuerda que estamos hablando de capitalizar una entidad creada ad hoc para evitar el colapso financiero de la banca española en bloque? No olvide que dicha capitalización no hay de dónde sacarla si consideramos que las pelotas de deuda no son más que eso, meros castillos de naipes en el aire con un final trágico. Y no olvide tampoco que el Sareb ha tenido que ampliar capital por tres veces (triple extorsión política a la moribunda banca y Estado) para tragarse toda la basura inmobiliaria que supura de los balances de la banca española.
Algunos dirán que si los inversores extranjeros desean entrar será porque ven ahí un buen negocio… y milagrosamente quizá lo pueda llegar a ser, aunque lo más probable es que esos inversores se equivoquen y sufran cuando menos un coste de oportunidad cuantiosísimo, al igual que los compradores de deuda pública periférica. Sólo el tiempo dirá, peor a priori bien se merecen un trato preferencial esos temerarios inversores extranjeros.
No obstante, en la situación española de endeudamiento público y privado extremo, nuestra prioridad no debe ser hacer buenos negocios, ni mucho menos evitar que otros lo puedan hacer, sino simplemente sobrevivir evitando el colapso de las cuentas públicas del Estado y de nuestro sistema bancario. Y eso no se consigue despreciando inversores negándoles un trato preferencial, cuya exigencia por ende es del todo comprensible dada la situación desesperada en la que se encuentra España.
En el Sareb se hacinan inmuebles invendibles. Hasta la propia dirección de la sociedad, optimista, surreal y soñadora por naturaleza, habla de 15 años como periodo necesario para poder deshacerse de tanta basura (ya advertimos en 2008 que valía más malvender entonces, que peorvender mañana: Bendita sea la Mentalidad Avestruz).
Como lógicamente nadie ha querido poner dinero en dicha sociedad, el surrealismo es tal que estamos capitalizando el ente que debe absorber la bazofia invendible que quiebra los balances de la banca española con… abracadabra… más deuda de los propios bancos y más déficit estatal! O sea, que estamos haciéndonos trampas al solitario para seguir negando la realidad de quiebra bancaria española y también del propio Estado, a base de inyectar promesas de dinero insolventes que ninguno de los socios capitalistas del Sareb tiene. Y va y su presidenta, ante una oferta de dinero real, fresco, extranjero y privado, dice que no lo quiere para salvaguardar la excelencia en la imparcialidad! O sea, que preferimos seguir haciéndonos trampas al solitario, en lugar de ingresar dinero de verdad! Pero por el amor de Dios, que estamos capitalizando un vehículo con deuda pública que no podremos pagar, seamos conscientes de una vez de la situación límite en la que vivimos!
No nos podemos permitir decir NO a prácticamente ningún inversor que traiga dinero fresco a nuestro desierto infinito de deuda. Llámese Fortress, Cerberus, Centerbridge, fondo soberano qatarí, ruso, chino, Barcelona World o EuroVegas Sands. No estamos en condiciones de elegir ni de filtrar el tipo de inversores que más nos guste, del mismo modo que nadie que pasa hambre está en condiciones de rechazar un plato de comida por falta de sal, excesivo colesterol o por estar frío. La hambruna de solvencia periférica en la que está inmersa España, es tercermundista, endémica y letal. Concienciémonos de una vez, porque de no hacerlo, nuestras posibilidades de evitar el default sin rescate del BCE son nulas.
Recuerden señores funcionarios del Sareb y del Gobierno, que todo euro que entre en la sociedad del banco malo procedente de un inversor extranjero -o sea, no debido- es un euro menos que deberán nuestros hijos en el futuro. Pero claro, el futuro va más allá de la legislatura, y eso queda ya demasiado lejos para los funcionarios políticos. Y así vinimos, vamos y me temo que iremos.