En este último mes del año el Banco Central Europeo y la Reserva Federal compartirán protagonismo en la concreción de unas políticas monetarias cada vez más divergentes: crecientemente expansiva en el caso de la Eurozona y en proceso de normalización en Estados Unidos.
De cara a la reunión de este jueves, el mercado descuenta ya una ampliación significativa del actual programa de expansión monetaria por parte del BCE. En este sentido, las expectativas parecen estar centradas en:
- Un aumento del volumen de compra de activos de entre 10 mil y 20 mil millones de euros más al mes, hasta un total de 70-80 mil millones mensuales.
- La extensión temporal de la finalización del plan actual en un año más, desde septiembre de 2016 hasta septiembre de 2017.
- El recorte del tipo de descuento (al que se remuneran las posiciones de liquidez de los bancos en el BCE) hasta el -0.30% desde el -0.20% actual (es decir, los bancos perderán algo más de dinero al depositar sus excedentes de liquidez en el BCE).
Por tanto, los mercados ya descuentan mucho en este sentido y, sobre esta base, la probabilidad de que la autoridad monetaria europea sorprenda muy positivamente este jueves es ya bastante limitada. De ahí el tono de cautela que empieza a respirarse en la renta variable europea a la espera de la decisión definitiva del Banco Central Europeo, y que el euro haya conseguido aguantar hasta ahora la zona de soporte que en el entorno de los 1.05 USD/EUR marca su directriz alcista de largo plazo.
Por lo que respecta a la Reserva Federal, el mercado venía asignando una probabilidad elevada (cercana al 70%) al escenario de que la autoridad monetaria estadounidense decida llevar a cabo la primera subida en 10 años de sus tipos de interés de referencia en esta próxima reunión del 15 y 16 de diciembre. Sin embargo, durante la sesión de hoy se ha dado a conocer el índice de gestores de compras (ISM) del sector industrial del mes de noviembre con un resultado bastante pobre: el índice ha caído hasta los 48.6 puntos desde los 50.1 del mes anterior y frente a una previsión de 50.5. Se sitúa así en fase de contracción (por debajo del nivel 50) por primera vez desde el año 2009. Es muy posible que esta situación sea transitoria y no el presagio de una próxima entrada en recesión de la economía estadounidense, pero teniendo en cuenta que dos terceras partes de la bolsa estadounidense dependen de la evolución del sector industrial, conviene seguir muy de cerca tanto el comportamiento de la demanda externa como de la cotización del dólar a la hora de valorar las perspectivas de rentabilidad del mercado bursátil estadounidense que, por otra parte, en estos momentos está ya relativamente caro.
El dato publicado hoy ha propiciado subidas de las cotizaciones tanto de la renta fija como de la renta variable estadounidenses. En otras palabras, el mercado ha cotizado en positivo una mala noticia a nivel fundamental. ¿Por qué? Porque la debilidad mostrada por el ISM podría justificar como medida de prudencia un aplazamiento (una vez más) de la esperada subida de tipos por parte de la Fed. La clave definitiva en este sentido la tendremos en los datos oficiales de empleo del mes de noviembre que se darán a conocer este viernes, aunque mañana (ante el Club Económico de Washington) y el jueves (ante el Comité Económico Conjunto del Congreso y el Senado), la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, podría aprovechar también para dar alguna pista adicional a este respecto.
Por el momento, parece que las buenas noticias por parte del BCE de cara a este jueves ya están en gran medida descontadas, y las malos datos en Estados Unidos se reciben como buenos en tanto en cuento pudieran hacer dudar a la Fed de cara a iniciar ya el proceso de normalización de sus tipos de interés. Esas contradicciones que a veces presentan los mercados en el rabioso corto plazo…