Intervenir debe ser una actividad llena de oportunidad, que nos puede llevar a caer en malos hábitos y tomar decisiones equivocadas. Hay que ser consciente de las trampas y tentaciones que nos tiende el comportamiento. Con el fin de poder evitarlas, paso a enumerar las prácticas más comunes con el fin de evitar seguirlas y conseguir rendimientos estables a largo plazo:
1. Invertir a largo plazo: Parece evidente, pero es sorprendente como pocos inversores lo adoptan realmente. Sucumbimos al deseo de satisfacción inmediata de “invertir a corto plazo”. Es la perspectiva de la ganancia inmediata o de seguir la moda. Nos hace invertir después de que haya pasado la oportunidad de obtener beneficios, así como de caer en la tentación de realizar ganancias. Nos provoca vender activos de calidad mucho antes de su valor de mercado. Entrar y salir del mercado es tentador pero suele provocar pérdidas y gastos. Una estrategia de permanencia estable durante los movimientos del mercado a lo largo de los años casi siempre resulta más fructífera.
2. Evaluar las clases de activos: Es fácil inundarse de información, pero no ha de ser mejor ni más efectivo un análisis con muchas variables. Ser constante en el modelo de valoración de activos es posiblemente la clave para conseguir beneficios. Los análisis simples y disciplinados suelen ser más sólidos. Analizar los flujos de caja y mirar los rendimientos y las perspectivas de crecimiento. Por ejemplo:
a. Valoraciones altas y rendimientos bajos: lo más probable es que caigan.
b. Rendimientos altos, posibilidad de que bajen y suba la valoración.
3. Ojo con las modas: Los periodos en los que se dispara y los inversores compran a cualquier precio podrían indicar que es el momento de vender sigilosamente. Por el contrario, el momento en el que el mercado se vuelve loco y vende de manera colectiva podría proporcionar gangas para los inversores inteligentes y selectivos que saben qué y por qué comprar. Por lo que la paciencia y disciplina para mantener nuestra cartera diversificada es lo más importante.
4. Invierte en lo que conozcas: Invertir es fácil, comprender en lo que se invierte es otra historia. Hay que analizar principalmente por fundamentales, entendiendo la empresa, averiguando las fuentes de rendimiento y cómo se mantendrá en el futuro, ya que una vez elegido, habrá que dejarlo madurar, no preocuparse excesivamente ni venderlo indebidamente.
5. Cartera diversificada: La imprevisibilidad de los mercados puede resultar desalentadora. La asignación de activos de buena calidad y poco correlacionados sigue siendo la protección más inteligente.
6. No mirar únicamente al pasado: Sólo invertir en activos que se han comportado bien en el pasado, en lugar de los que podrían hacerlo en el futuro. Hay que invertir en valores que ofrezcan un mejor potencial de rentabilidad a largo plazo con un riesgo acorde, proporcionando invertir en los que aporten valor.
7. Aprender de los errores: No ser confiado y creerse que no se es propenso a los mismos errores que los demás, no cometiéndolos una y otra vez:
a. Cuando suba la cartea, creerse que es porque él lo hace muy bien.
b. Cuando cae una cartera, decir que la culpa es de los acontecimientos imprevistos
Hay que destinar tiempo a valorar por qué podrías estar equivocado en lugar de buscar argumentos a favor de por qué no lo estás. Suele dar un mejor resultado.
Conclusión
- Una buena visión retrospectiva.
- No dejarse llevar por el instinto y la emoción, ya que suelen dominar al sentido y la lógica.
- Es bueno, parar, reflexionar y meditar, antes de tomar cualquier decisión.
- Ser un inversor, es sin duda un desafío.
- No distraerse por el ruido del mercado, llevando a cabo un riguroso análisis y mantener la calma y la racionalidad independientemente de las condiciones del mercado.
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