Simplificar puede ser útil, pero puede llevar a absurdos que sencillamente no reflejan la realidad. No conviene confundir los modelos con el mundo real.
Creo que éste es el caso con lo de las cebras. Efectivamente, las cebras no necesitan para nada a los leones, si éstos desaparecen, las hambrunas, las enfermedades u otros depredadores ajustarán la población de cebras, pero éstas no van a desaparecer con los grandes y ahora extintos felinos. ¿Ocurre lo mismo con los trabajadores y las empresas?, si desaparecen las empresas, ¿seguimos teniendo "trabajadores" ("gente que trabaja")? ¿o resulta que sí que hacen falta empresas para que la gente sea empleada? ¿aparecen primero la clase media o las empresas? ¿fue primero el estado de bienestar o la revolución industrial que permitió acumular capital suficiente para financiarlo vía impuestos?.
Siguiendo la temática inicial (los posts sobre la ley de Say), yo puedo decir que existen dos planteamientos económicos básicos:
A) primero producimos y luego consumimos lo producido (¡estimulemos la oferta!)
B) primero consumimos y, porque hay demanda, producimos (¡estimulemos la demanda!)
Así simplificado, resultaría muy fácil defender la opción A porque la opción B, consumir lo que no se ha producido, es inicialmente imposible. Y argumentar que por tanto las políticas de estímulo de la demanda (entre ellas el adulterado keynesianismo) son absurdas, y que la "Ley de Say" debe ser grabada con cincel en rocas de granito para que futuras generaciones no la olviden. El diablo está en los detalles y la ideología se disfraza de ciencia.
¿Y qué pasa con la opción A? ¿cualquier cosa que produzca se va a consumir?. Pues tampoco, parece claro que quien produce algo, lo hará porque cree que va a ser consumido, que le va a resultar útil de algún modo a alguien.
La ley de Say es mal comprendida. Se suele resumir como que "la oferta crea su propia demanda". Así planteada, resulta un poco estúpida, pues parece dudoso que cualquier oferta de cualquier cosa vaya a generar demanda de la misma. Una mejor síntesis de la ley de Say sería decir que, en último término, "los bienes se cambian por otros bienes", algo que, en un mundo en el que se usa como medio de intercambio el dinero, a veces se nos olvida. El corolario de esta otra formulación es que no suele haber sobreproducciones, no hay "oferta de más", sino, en todo caso, gente que no produce bienes suficientes o adecuados para cambiarlos por los otros bienes producidos. Muy parecido, pero no exactamente lo mismo. Llevado al mundo real, esto se traduce por "todo es cuestión de precio". Si tú produces basura inútil, no puedes esperar que te pague con bienes útiles, pero seguramente incluso tu basura pueda resultarme interesante si estás dispuesto a que yo te pague también con mierda inservible.
A modo de ejemplo, podemos decir que se han producido demasiadas viviendas (problema de sobreproducción; "insuficiente demanda" de viviendas), o bien decir que, a los precios actuales, esas viviendas no se pueden vender, porque la gente no es capaz de producir suficientes bienes para cambiarlos por viviendas (problema de falta de producción, "insuficiente oferta" de otros bienes).
El supuesto anterior me parece bastante representativo de cómo, en función de nuestra ideología, podemos presentar un mismo fenómeno del mundo real como dos problemas aparentemente opuestos (insuficiente demanda vs insuficiente oferta). Y así, podemos encontrar un símil con animalitos que simplifica el mundo real y lo lleva al extremo que nos gusta, ignorando los matices.
Dicho lo cual, yo creo que una clase media es fundamental para tener países del estilo de las democracias liberales occidentales, y que un cierto grado de Estado de Bienestar (redistribución), es necesario. Pero no creo que demonizar a la empresa sea una buena forma de oponerse a la innegable destrucción de la clase media que hoy sufrimos, porque, como clase media, necesitamos a la empresa.
Ni nosotros somos cebras, ni las empresas son leones, ni el capital es hierba que crece sola del suelo para que cualquiera pueda comerla.