Otro modelo de desarrollo es posible: Botswana
Cuando en el mundo todo parece hacer agua, sin embargo, existen sistemas sorprendentes en cuanto a su evolución, pese a estar en la geografía menos pudiente.
OTRO MODELO DE DESARROLLO ES POSIBLE: BOTSWANA
Por Juan Antonio Falcón Blasco
Botswana, la perla de Africa, ha pasado a ser modelo de desarrollo para la comunidad internacional. Los organismos internacionales elogian su buen hacer y constituye un ejemplo para los países del Sur.
A diferencia de la mayor parte de los estados africanos, Botswana ha conocido un fabuloso crecimiento económico. Anteriormente era uno de los más pobres del planeta, hoy es considerado como un país de ingresos medios en la clasificación del Banco Mundial. Y, sobre todo, es el único que ha conseguido salir del grupo de países menos avanzados o desarrollados.
Desde su independencia en 1.966, ha alcanzado logros económicos y sociales notables. Su PIB por habitante se ha multiplicado por cinco durante los dos primeros decenios de independencia.
El descubrimiento y explotación de reservas de diamantes está en la base de este milagro económico. Sin embargo, este formidable desarrollo no habría sido posible sin una buena disciplina fiscal y una real estabilidad política. Botswana se ha beneficiado de los diamantes pero, contrariamente a otros países pobres que se han encontrado con riquezas naturales (petróleo u otras materias primas), ha sido capaz de administrar sabiamente los ingresos obtenidos y los ha invertido en su población, en desarrollo humano.
Y es que para los ciudadanos botswanos este crecimiento económico se ha materializado en una mejora neta de los servicios sociales: política de salud, gratuidad de la enseñanza, aprovisionamiento de agua potable, etc.
El sistema educativo botswano es considerado como el mejor de Africa. La enseñanza primaria y secundaria es dispensada gratuitamente. Más del 90% de los niños acaban su escolarización primaria y el 70% pasan a los estudios secundarios. También es cierto que queda mucho por hacer en materia educativa. La existencia de una mano de obra cualificada es una condición sine que non para la realización de la diversificación económica fijada por el gobierno. Así que, desde hace dos años, se prima la formación técnica y profesional.
En el terreno de la sanidad, el gobierno ha invertido enormes cantidades de dinero en infraestructuras y formación. El acceso a la sanidad es muy aceptable: la casi totalidad de la población urbana y más del 80% de la población rural viven a menos de quince kilómetros de un dispensario,
La evolución de los índices de desarrollo humano en botswana son impresionantes con una excepción: el SIDA. Según ONUSIDA, el 38% de adultos son seropositivos. El SIDA tiene graves implicaciones sobre los recursos humanos y la productividad al afectar a los segmentos más productivos de la población. El gobierno ha lanzado varios programas de lucha contra la pandemia, aunque el aumento de la demanda de cuidados para enfermedades asociadas al SIDA ha disparado la presión sobre el sistema de sanidad pública y la necesidad de un aumento exponencial del presupuesto de sanidad.
Al mismo tiempo, junto a todos los logros económicos, Botswana mantiene un grado elevado de pobreza y de paro. En las zonas rurales todavía subsiste un subdesarrollo muy afianzado.
Desde otro punto de vista, Botswana ha dado muestras de un grado de estabilidad política fuera de lo común. Desde su independencia organiza elecciones libres e imparciales cada cinco años, y tiene reputación de no conocer prácticamente la corrupción.
Su poder judicial es totalmente independiente. Los derechos del hombre son relativamente bien respetados y no tiene prisioneros políticos.
Como es lógico, cuenta con sus puntos débiles. Entre ellos podemos citar la fragmentación de la oposición, la fragilidad de la sociedad civil y el atraso de los medios de comunicación.
Hay una controversia que ha suscitado ciertas críticas por parte de la opinión pública internacional: la cuestión de los Basarwa. Desde hace una decena de años, el gobierno ha lanzado una campaña para persuadir a los Basarwa (una etnia minoritaria) de abandonar la reserva de caza del Kalahari central. Con el tiempo, muchos de ellos han ido a instalarse en los alojamientos que se les ha construido en el exterior de la reserva, forzados por la sequía y por los incentivos dispuestos por el gobierno. Todo esto con el fin de poder ofrecerles las mismas posibilidades de desarrollo que al resto de la población del país.
A partir, del año 2.002 el gobierno interrumpió la oferta de servicios sociales a los Basarwa que permanecían en la reserva por motivos financieros (un gasto desproporcionado con relación al número restringido de personas beneficiarias). Esta decisión suscitó enormes críticas de ONGs locales y del Reino Unido, especialmente Survival International. Esta última desató una campaña muy agresiva con la acusación de que la conducta del gobierno escondía intereses mineros en la región. Esta campaña provocó la reacción en contra de la misma de ciertas organizaciones locales de defensa de los derechos humanos que se han desmarcado de Survival International. Parece ser que las ONGs locales están en vías de solventar el problema.
Al margen de esta cuestión, lo cierto es que Botswana ha logrado, por sus propios medios, un nivel de crecimiento y de desarrollo que no consiguieron ni siquiera los tigres asiáticos en su momento. Botswana ha conseguido ser una isla de prosperidad en medio del mar de desolación que es el continente africano.
Sin duda, el éxito es fruto de mantener al ser humano como centro del desarrollo. Lo cual se pretende que siga siendo así, puesto que el gobierno botswano estudia nuevos caminos de optimizar la utilización de los recursos humanos en sectores económicos emergentes basados en los servicios, tales como el financiero, la información, las tecnologías y el turismo.