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“Me expulsaron de las Fuerzas Armadas por negarme a tener una caja B”

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“Me expulsaron de las Fuerzas Armadas por negarme a tener una caja B”
“Me expulsaron de las Fuerzas Armadas por negarme a tener una caja B”
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“Me expulsaron de las Fuerzas Armadas por negarme a tener una caja B”

Esta historia se encuentra en la novela “Código rojo” que trata sobre la corrupción…

Manuel es suboficial del Ejército pero hace tiempo que pasó a la situación de retiro por “problemas psicológicos”. El retiro es lo que se “ofrece” a aquellos que denuncian las corruptelas, los abusos y los privilegios de los altos mandos, y se hace mediante un constante acoso laboral permitido por muchos oficiales y suboficiales que miran para otro lado con tal de no ser ellos los afectados.

Manuel, en su carta, nos relata como su calvario comenzó cuando su jefe, un Capitán de Navío, le dio 300 euros para que los ingresase en la “caja b“. Puntualiza: “al igual que se hacía con otras facturas en donde se facturaban 20 cajas de material y lo real era que se nos traían 10 cajas y el resto el distribuidor lo daba en metálico para pasarlo a esa CAJA B”. Después de este suceso, Manuel habla con el superior de éste y la respuesta que recibe es contundente: “tú y el jefe sabréis”. Lo que es lo mismo que decir que no quería saber nada del asunto.

Manuel se niega a “firmar las facturas que no fueran “limpias” ya que mí estómago y conciencia no me lo permitían” y prosigue con su batalla. Insiste y habla con el jefe del jefe que pretendía que crease una contabilidad paralela (realmente que mantuviese la ya existente). Como se puede comprobar denunciar en las Fuerzas Armadas se convierte en un auténtico peregrinaje.

La respuesta, similar a la anterior, no puede ser más clara: “tragas o te ceso y te mando a Pontevedra” (para más señas, significaba un traslado desde la costa mediterránea hasta la otra punta). Ese traslado no era desde luego un regalo, ya que Manuel acababa de encontrar una vacante tranquila cerca de su familia después de 33 años de servicio.

Como vemos en la fotografía bajo estas líneas, mientras Manuel denunciaba y lo pasaba mal, eran varios los altos mandos que hacían un buen uso del uniforme militar y del dinero de los contribuyentes. Reseñar de manera muy positiva que, por lo menos, no faltaba una gran bandera de España. Nunca se debe dejar de ser patriotas, la Patria ante todo.

luis-gonzalo-segura-blog-001Manuel no tragó, como tantos militares honestos que hay, y desde ese momento comenzó su calvario. Fue trasladado a la sección de reclutamiento desde la que se encontraba (sección de habilitación; si auditasen todas las secciones de habilitación que existen en las Fuerzas Armadas…). Sus calificaciones bajaron casi dos puntos sobre diez y sintió la enemistad de un sistema que después de tres décadas se volvía contra él.

Lo grave no llega hasta que descubre que habían falsificado su firma. Él no podía ser el autor de las firmas porque se encontraba de permiso durante las fechas en las que se estamparon las mismas. Manuel, una persona honrada, empezó a tener problemas: “me costaba dormir y me encontraba en una situación totalmente extraña y muy difícil para mí, una situación de angustia, temor, incertidumbre, ansiedad, soledad…”. Manuel pensó en lo injusto que era todo y que “si hubiera tragado con la caja b me considerarían un extraordinario militar”.

“El dinero que se sacaba de esa CAJA B era para fiestas semanales que hacía y organizaba el Capitán de Navío para una gran cantidad de amigos suyos, en donde se podía ver a Políticos, Toreros, Grandes Empresarios, Presidentes de Clubes Deportivos, etc. Las compras para la mayoría de estas fiestas se hacían en un Hipermercado de la Zona exclusivo para profesionales de Hostelería.”

A continuación, uno de los altos mandos posando con su nueva “amiguita” y dando las gracias a los contribuyentes por la buena comida disfrutada y el alcohol consumido (no cabe la menor duda del estricto control de los auditores militares y del extraordinario funcionamiento de la justicia militar, puntualizo al ver las fotografías, quizá de forma muy osada por mi parte).

luis-gonzalo-segura-blog-002El sistema, las Fuerzas Armadas, ya no querían a este suboficial. Era un sujeto que sobraba, incordiaba y molestaba. Por ello, el acoso continuó y no le quedó más remedio que “ir a ver una Psiquiatra Civil, la cual al contarle todo lo que me había sucedido, el diagnóstico que me dio fue de Acoso Moral Laboral, aconsejándome de forma inmediata asistir a algún profesional psicólogo, cosa que hice de inmediato y a donde sigo acudiendo actualmente.”

En menos de tres minutos de consulta médica en el Hospital Militar de la Defensa “Gómez Ulla” la institución que había sido su vida decidió que debía pasar a retiro. Es en este momento cuando Manuel denunció todo lo que había pasado.
El juzgado militar, que de justicia entiende poco y de proteger a la institución mucho, aceptó por válidas las excusas del funcionario que falsificó su firma alegando que Manuel “le había autorizado”. Ni que decir tiene que semejante explicación no sólo resulta ridícula, sino que roza lo grotesco.

Manuel no se explica lo que pasó en el juzgado militar: “declaré ente el Juez Militar, algunas cosas de mi declaración no se ceñían a lo que yo declaré, todo esto me producía más y más angustia, ¿dónde estaba la Justicia?”

Concluye, entristecido y dolido por todo lo que sucedió, por sentirse militar y por sus 33 años de servicio: “a mí me parieron para ser Militar y unos que no merecen llamarse así me quitaron de en medio.”

http://luisgonzalosegura.com/me-expulsaron-de-las-fuerzas-armadas-por-negarme-a-tener-una-caja-b/