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Pan para ayer, hambre para hoy

2 respuestas
Pan para ayer, hambre para hoy
Pan para ayer, hambre para hoy
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Pan para ayer, hambre para hoy

En nuestro país, como otros muchos de Europa, muchas de nuestras mayores empresas tuvieron su génesis en la iniciativa pública. Hasta en el país capitalista por excelencia, EE.UU., la iniciativa e inversión pública tuvieron una gran importancia. Y no solo eso, sino que muchas empresas privadas, como las constructoras o la industria bélica norteamericana, obtienen sus ingresos fundamentalmente del erario público.

Con las llegadas de Thatcher y Reagan al poder empezó a imperar en Occidente la filosofía de que lo público era ineficaz y lo privado suponía la panacea para el progreso económico. El hundimiento de la URSS supuso la puntilla definitiva a un modelo económico alternativo y el sistema económico capitalista liberal quedó como el único viable. Se impuso el pensamiento único como pronosticó Fukuyama. La actual crisis, de la que todavía costará salir bastantes años, ha sido una crisis cuya responsabilidad ha de asumir en exclusiva, en esta ocasión, el modelo económico capitalista imperante. Esto nos podría llevar a la conclusión de que cuando el debate, la contraposición de ideas, las diferentes alternativas desaparecen un sistema, como ocurrió con el comunismo en su momento, puede llegar a colapsar. Los estudiosos de la economía debieran tener en cuenta la dialéctica hegeliana.

Las nuevas modas privatizadoras procedentes de la influencia anglosajona hicieron que ya nuestro país, precisamente comenzando esa labor un gobierno socialista como era el de Felipe González, se iniciara en esa tendencia.

Nuestro país entró en una vorágine privatizadora con Aznar, que lo llevaba en sus genes ideológicos, que superó a la de otros países europeos. Lógicamente las empresas que se vendieron fueron aquellas que producían beneficios y su fin fundamental fue recaudatorio. Se argumentó que la gestión privada era más eficaz que la pública y también que al hacerse muchas de ellas mediante OPV se favorecía aquello que se denominó “capitalismo popular”, es decir, que personas sin grandes patrimonios pudieran acceder a la copropiedad de grandes empresas.

Evidentemente se produjo una aportación a las arcas públicas y algunas empresas españolas pasaron a tener cierta dimensión internacional. Pero ya se sabe que toda moneda en su reverso tiene la cruz. Lo que denominaron “capitalismo popular” ya existía antes pero era más justo. Una empresa pública es copropietaria de todos los ciudadanos de un país con su correspondiente participación alícuota. Cuando se divide entre accionistas particulares, aunque sean pequeños accionistas, la propiedad de cada accionista es diferente en función de su nivel de participación accionarial. Además los pequeños accionistas, normalmente, no hacen uso de sus derechos políticos en las decisiones de las empresas, quedando estas decisiones al arbitrio de los grandes accionistas, aunque no lleguen ni de lejos al 51% del capital. En una empresa pública las decisiones emanarían de los gestores que los políticos pusieran al frente de los mismos (que por supuesto debieran ser profesionales) y por tanto tendrían una mayor legitimidad democrática.

Por otra parte leí en una ocasión la noticia de que Telefónica tenía una sede en un paraíso fiscal donde curiosamente no tenía una sola línea telefónica. Se da la circunstancia de que 34 de las 35 empresas del IBEX35 tienen sucursales en paraísos fiscales y, mediante procedimientos de ingeniería fiscal tributan entre el 3,5% y el 8%, según sea Gestha o Montoro la fuente. Nuestro actual gobierno presume de que con Zapatero era aún menos. Habría que agradecerle al partido del gobierno este “éxito”, sobre todo si lo comparamos con lo que paga cualquier ciudadano medio por IRPF o las PyMES. Es más fácil que se produzca la ingeniería fiscal cuando se dedica el 80% del personal de Hacienda al pequeño fraude.

Empresas como las constructoras (éstas privadas) obtienen la mayor parte de sus ingresos de las licitaciones públicas, es decir, lo obtienen del dinero de los impuestos que por lo que se ve proviene do los paganos de siempre, los ciudadanos de a pie, y no tanto como debieran (al menos en mayor medida) de las grandes empresas.

Otro aspecto negativo lo constituye el hecho de que se vendieron empresas como Endesa, Telefónica, Iberia, Argentaria, Repsol, Gas Natural, etc. que tienen una importancia estratégica fundamental para la soberanía de un país. Así tenemos, por ejemplo que Iberia se ha convertido en un apéndice de British Airways, que denominaron fusión y donde la clara perjudicada fue la compañía de bandera española. En Repsol, aunque tenga su sede en España, el capital extranjero supera al nacional. Eso sí, cuando surgió el problema con Argentina, fueron nuestros dirigentes políticos (que pagamos nosotros) los que trataron de buscarle, sin mucho éxito, una solución. Lo de Endesa fue todo un espectáculo una vez privatizada, una eléctrica que era la joya de la corona se la disputaron dos empresas públicas E.ON y Enel, quedándose finalmente con ella la italiana. Y se podría seguir.

La conclusión es que se obtuvieron unos ingresos por las enajenaciones de empresas que proporcionaban beneficios (las que tienen pérdidas como RENFE las debemos cubrir con lo público) aunque se malvendieron muchas, pero que se renunciaron a sus beneficios de explotación y además eluden al fisco español mediante procedimientos de ingeniería fiscal a través de paraísos fiscales, cuestión ésta que sería inaceptable en una empresa pública. A ello se debe añadir la pérdida de soberanía que significa para un país el dejar en manos extranjeras sectores estratégicos. O en manos del capital privado, aunque sea español; ya nos ha demostrado un tal Pujol lo que se entiende por patriotismo.

Podríamos hacer repaso de donde están colocados algunos de nuestros ex gobernantes. Aznar y Elena Salgado en Endesa, Felipe González en Gas Natural, Zaplana en Telefónica, Rato acabó de hundir Bankia, etc; también decir que los emolumentos de los ejecutivos de las empresas privatizadas son muy superiores a cuando eran públicas; a partir de ahí quizá se saque alguna conclusión. Así que a mí esto del capitalismo liberal me está empezando a gustar cada vez más, sobre todo cuando consiga que Florentino Pérez me adopte, cosa que de momento no veo aunque estoy en ello.

#2

Re: Pan para ayer, hambre para hoy

Entonces que en España se implante el régimen de comuna y estaremos mejor de lo que ud piensa.

#3

Re: Pan para ayer, hambre para hoy

Hasta China partiendo del benefico sistema comunista ha iniciado au camino en el nefasto sistema liberal, posiblemente no sea tan negativo