La versión oficial de la intervención de facto es, como no podría ser de otro modo, muy suave y políticamente correcta: "...within the context of the regular surveillance that the IMF provides to its membership, will help the government with pension reform, tax policy, tax administration and budget management...". Vergonzoso, ¿verdad? Pues tomemos buena nota.
Y es que cuando un Estado es soberano, dispone de moneda y política monetaria propia y además no pertenece a ningún mercado común ni pseudo-unión política, nadie va a intervenirlo aunque su gobierno pilote la economía del país con los pies. Pero cuando uno chupa del bote de una organización supranacional, debe rendir cuentas a sus mayores (vecinos ricos y poderosos a los que se ha arrimado deslumbrado, ignorando o disimulando su muy distinta condición), y además comparte divisa, los criterios de convergencia económica son exigibles tarde o temprano. Pero cuando esos criterios son pasados por el forro sistemáticamente, cuando las cifras negativas aumentan de forma tan demencial y se hacen oidos sordos a las advertencias y regañinas, la intervención externa se impone con urgencia, a pesar de la indulgencia e inoperancia de la clase política y burócrata.
En este punto nos adentramos en algo desconocido en lo que a geopolítica se refiere. Legalmente estamos en territorio apache, es decir, que o se negocia un acuerdo inconfesable para que la intervención sea de mútuo acuerdo (que no amistosa), o bien los tribunales tendrán en su día demandas estatales vs macro organismos internacionales, o viceversa, que ni el mismísimo tribunal de la Haya habría imaginado que se pudieran producir. La realidad casi siempre acaba superando la ficción, y nos está tocando vivir un mundo convulso y vertiginosamente rápido como nunca.
Como en cualquier trifulca, o se llega a un acuerdo para la intervención y monitorización de la evolución de la economía de países como Grecia en un entorno UE, o bien la reyerta acabará llevándose por delante al menos a uno de ellos. Y si en lugar de Grecia o Irlanda imaginamos el mismo escenario para con España (que no es mucho imaginar con el paso del tiempo), el resultado de un desacuerdo en la intervención de la economía del país sería letal para la supervivencia de la propia UE, debido al tamaño de la economía española ("España: Too big to fail para la UE"
Pero los políticos/burócratas no permitirán el desmembramiento no armonizado de la UE. Y lo más probable es que veamos intervenciones, públicas e inconfesables, pactadas y consensuadas. Lo que no veo tan claro es que sean lo bastante útiles para la suficiente estabilización de las economías periféricas de la UE. Las medidas a tomar son necesariamente drásticas, y dudo que la clase política gobernante y por tanto soberana de estos países, acepten cambios que supondrán su irremediable tumba política. Para que eso sea aceptable, lógicamente, las compensaciones personales para los gobernantes que quedarán en paro deberán ser muy importantes. Pero como casi siempre, para quitar de en medio a los negligentes, hay que pagar precios muy altos, aunque menores que el coste de mantenerlos en sus puestos. Sobre todo cuando este coste es inasumible políticamente por la UE.
Mientras, "periodicuchos de tres al cuarto" como el Financial Times, reclaman a voz en grito y con urgencia la salida del euro de Grecia. Para mi, lo más impensable era que se abriese la puerta por primera vez. Pero si llegamos a ver la ruptura de la moneda única para uno de los miembros, España deberá apretar muy mucho los dientes (aunque sean ya mellados y postizos) para no seguir la senda hacia el cementerio de elefantes. O quizá salir de la habitación de la UE, no sea un peor escenario que quedarnos adentro, porque somos ya demasiados elefantes para poder ser ignorados en una habitación tan repentinamente inhóspita.
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