El camino a seguir, en un mercado que ha sufrido una burbuja tan enorme como el español, debe recorrer por lo menos el mismo trazado que el perjudicado mercado inmobiliario norteamericano. Según este artículo de Globe St, el mercado ha caído un 42,9% en su conjunto desde sus máximos en Octubre de 2007. El índice corresponde al REAL Commercial Property Price Index (CPPI) de Moody’s, esperemos que el simple cálculo de los precios inmobiliarios sea más fiable que sus calificaciones. El total de transacciones de 2009 también va a ser el más bajo de la década, y Nick Levidy, managing director, asegura que a pesar de que la velocidad del deterioro se haya moderado, los precios seguirán bajando en los próximos meses. Pero lo están haciendo de forma más pronunciada los índices de inmuebles comerciales que el índice Case-Schiller Composite 20 Residential Index, de inmuebles residenciales.
Y no sólo los precios del comercial están hundiéndose algo más que los residenciales, sino que también la inversión en comercial está también disminuyendo con más fuerza que la compra de viviendas. En definitiva es un síntoma más de la delicada situación del sectos en norteamérica, estando ya los precios del sector comercial en niveles del 2002. Y es que cuando la economía sufre, los negocios y las inversiones en inmuebles comerciales permanecen por más tiempo bajo mínimos que las compras de viviendas.
Me pregunto si en España estamos sufriendo también un decalaje entre la caída de precios del sector comercial respecto al de la vivienda. Pero claro, para saberlo deberíamos antes tener datos fiables (con la fiabilidad de Moody's me conformaría), y que la oferta inmobiliaria latente se purgara en lugar de valorarse por encima del mercado para mantener a flote los balances de la banca. ¿Cuánto más deben caer los inmuebles en España? En mi opinión mucho más. Y lo hará en la medida en que se acabe con el maquillaje, tanto de las contabilidades del sector financiero, como de las bancarrotas familiares subvencionadas por la misma banca y por el Estado, con un dinero que no tiene.