Es imposible lograr un objetivo que no se pueda definir con exactitud. Un objetivo realista no tiene porque no ser ambicioso. Los objetivos sencillos se consiguen con más facilidad pero no son los que realmente marcan la diferencia. Los objetivos que si la marcan suelen ser complejos y lejanos. No está claro si vamos a ser capaces de lograrlos, y menos claro está cuál es el camino para lograrlos. Son más los que renuncian a intentarlo que lo que empeñan en conseguirlo. Es más sencillo pensar que sencillamente no está a tu alcance.
Pero si el objetivo es realista tiene un modo de llegar hasta él. El camino puede ser más corto o más largo. Algunos objetivos se cumplen en meses, pero otros requiere pensar en años. Hay que pensar a medio y largo plazo, y esto no es algo que se haga con frecuencia.
Apliquemos esto al trading. Tu objetivo es conseguir unos ingresos recurrentes de una determinada cuantía. Te has puesto en serio con la cuestión y ya tienes tu plan de actuación y mientras las cifras cuadren el tema va bien. Pero tarde o temprano llegan los números rojos.
Si estos son de una cierta importancia, te hacen dudar. Tu plan es a largo plazo y debes seguir, debes ser constante y consistente con tus planteamientos. Pero, y ¿si estás equivocado y realmente estás siendo imprudente y lo más adecuado es olvidarlo?
¿Constancia o imprudencia?
No me cabe duda, el control de las emociones es tan importante como el propio sistema de operación o la gestión que hagamos de nuestro capital. Es clave. Y las dudas y la inquietud forman parte de nuestra operación pero no nos deben controlar.
Y la mejor forma de controlar la emociones es racionalizarlas. Y eso es lo que recomiendo para resolver la pregunta inicial. Podemos saber si estamos siendo constantes en lugar de imprudentes porque el sistema que hemos diseñado con cuidado nos lo marca.
Este sistema tiene que estar adecuado al mercado, tener unos fundamentos sólidos y además tener unos límites en su aplicación. Límites como la pérdida máxima que puede implicar.
Ser constante no puede conllevar tirarse por el precipicio, a lo sumo nos debería situar en el borde. Tenemos que ser constante en la aplicación del sistema pero tener muy claro cuales es el riesgo máximo y donde parar a revisar lo que estamos haciendo.
No vamos a ningún lado aplicando un sistema que realmente no funciona, pero tampoco sabremos si funciona si no le damos el suficiente recorrido. Y dar este recorrido puede implicar pérdidas. Pero siempre pérdidas controladas.
Si llegamos a un punto muerto, deberemos ser constantes, pero no aplicando un sistema de trading fallido sino aprendiendo de nuestros errores y mejorando nuestra forma de operar para que se adapte mejor tanto a nosotros mismos como al mercado. Y dar otro paso hacia nuestro objetivo.
Hasta la próxima.