Hoy se trata del petróleo, ¿verdad? Dentro de 10 o 15 años será la comida, el plutonio, puede que incluso antes… ¿Qué cree usted que el país nos va a pedir que hagamos entonces? Pregúntele a la gente cuando empecemos a padecer escasez; cuando no haya calor en su hogar, cuando pasen frío, cuando la maquinaria de las fábricas se detenga, cuando los que jamás conocieron el hambre empiecen a padecerla…
Diálogo final de la película Los tres días del Cóndor
No hace mucho, le escuchaba decir a Antonio Turiel –el autor del magnífico blog “The Oil Crash”- que si conseguimos crecer a un ritmo del 2’7% durante los próximos 300 años, la temperatura de la Tierra subirá otros 30ºC. Y que serán 100ºC, si ese crecimiento se prolonga otros 200 años más. O sea, que en 500 años el agua de los mares hervirá… Esto es así porque “el trabajo” que proporciona cualquier fuente de energía genera calor que luego se añade al medioambiente. Este pronóstico toma como referencia los estudios del astrofísico Tom Murphy; en cuyos cálculos ha introducido la media ponderada del crecimiento del PIB durante el Capitalismo para establecer los resultados. Huelga decir que los análisis de Murphy se basan en la ciencia. Seguro que los políticos llaman a sus huestes para desacreditarlo; pero francamente, les va a costar mucho poner en tela de juicio los principios de la Termodinámica. Así pues y si nada lo remedia, los seres humanos cambiaremos nuestra nacionalidad “terrícola” por la “venusina”.
En realidad, no hay que esperar 300 años para verle “las orejas al lobo”. Los científicos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) –organismo dependiente de la ONU-, llevan tiempo advirtiéndonos de que nuestra civilización ni siquiera puede permitirse un aumento de 3ºC; que es lo que se espera para finales de este siglo. Pues se abriría la caja de los truenos… Los informes del IPCC son muy preocupantes. No sólo por su contenido, sino porque todo el mundo sabe que están a sueldo de los políticos y que se dejan muchas cosas en el tintero para “no alarmar”. Por ejemplo: soslayan las evidencias empíricas de los trabajos de campo de los científicos independientes que informan de un calentamiento de los mares muy superior al reconocido por las estadísticas oficiales. Lo cual evidencia una gran falta de rigor que ha sido denunciado por James Lovelock en todos sus libros. Quizá por eso los que se atreven a hablar, los que no temen por sus puestos de trabajo, pronostican mayores subidas de las temperaturas. No soy ningún experto en la materia, pero es posible que así sea… Al fin y al cabo, esta postura podría alinearse con los planteamientos de Murphy; ya que según sus cálculos, el tamaño del sistema energético creado por el hombre se multiplica por 10 cada siglo.
Las consecuencias del Calentamiento Global
Los últimos 10 años han sido los más calurosos de toda la serie histórica. La tendencia está ahí. El planeta se calienta y el clima se vuelve caótico. Todos hemos oído hablar de las consecuencias medioambientales que se van a agravar en los próximos años. Ahí están los informes de Greenpeace. Los glaciares se derriten, incluso los del Himalaya; el Ártico pierde casi todo su hielo durante el verano; las sequías se intensifican en el interior de los continentes; sube el nivel de los mares… La casuística es infinita. Vivimos en un ecosistema global en el que todo está interconectado. Aunque de todos los cambios propiciados por el clima, hay uno que me llama especialmente la atención –por motivos personales: mi hermano lleva 14 años vendiendo vino español en China…-; es el aumento de la graduación del vino. Ahora los viñedos reciben más insolación que hace unos años y, en consecuencia, sube la tasa de alcohol de los caldos. Es un problema que el sector no sabe cómo resolver. En cualquier caso, todos estos cambios medioambientales provocados por el calentamiento global de efecto invernadero, van a frenar el crecimiento económico.
La situación es bastante extraña. Asistimos a una pugna mortal entre dos fuerzas contrapuestas. Por un lado tenemos a nuestros políticos y gobernantes, empeñados en crecer a tasas del 3% para salvar al sistema financiero y evitar que la población los barra del poder. Y por el otro tenemos a la Madre Naturaleza, cuyo equilibrio ha sido violentado por la acción irrespetuosa del ser humano. ¿Quién ganará? Se admiten apuestas. Si seguimos esquilmando los recursos naturales y emitiendo calor a la atmósfera, nuestra civilización se autodestruirá. Pero si por algún azar del destino recibimos un palo muy gordo –tal vez en forma de un empeoramiento masivo del clima- y reaccionamos… Entonces puede que todavía tengamos tiempo para diseñar un modelo de sociedad estacionaria en la que el PIB y los tipos de interés tengan un valor residual. Lo cuál sin duda acabará con el Capitalismo tal como lo conocemos hoy en día.
Por lo que veo, casi nadie entiende estas cosas. Eso nos pasa porque somos monos que “no quieren ver, ni oír, ni escuchar”. No estamos tan lejos del chimpancé, después de todo. Sin embargo, algunos gorilas de Wall Street empiezan a preocuparse. Uno de ellos es el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que recientemente ha patrocinado un estudio para averiguar cuánto nos va a costar todo esto… En Risky Business: Risks of Climate Change to the United States (julio 2014) intentan poner números al desastre medioambiental que se cierne sobre la agricultura, el sector de la energía y las infraestructuras costeras. El marco temporal del informe abarca todo el s.XXI y da por hecho de que las cosas empeorarán exponencialmente si no hacemos nada para remediarlo. Las cifras son estremecedoras:
- Año 2050: 100.000 millones de dólares de propiedades inmobiliarias estadounidenses se ahogarán en el mar. Asimismo, el país sufrirá sequías extremas en el sudoeste, sureste y medio oeste. El calor reducirá en un 3% la productividad de los trabajadores al aire libre (en 1970 la caída de la productividad en plena crisis fue del 1’5%!). Se prevé un fuerte deterioro de la producción agrícola, con caídas de hasta el 50% en los cultivos de maíz, trigo y demás. Las subidas de precios serán inevitables, así como la emigración de esos cultivos hacia el norte.
- Año 2100: Ya podéis imaginaros cómo estarán las cosas… Los pececillos nadarán entre 500.000 millones de dólares de propiedades inmobiliarias sumergidas bajo el mar (más otros 700.000 millones de propiedades vulnerables a las mareas altas). Y de los huracanes, mejor no hablamos… pues podrían provocar daños valorados en hasta 100.000 millones de dólares anuales. Por otro lado, la actividad física al aire libre será insoportable. Será como ir a la guerra, ya que las lipotimias serán el pan nuestro de cada día. Asimismo, se espera un escenario catastrófico para la agricultura. El norte del país verá la aparición de cultivos tropicales.
Me dejo muchas cosas en el tintero porque el estudio es largo. Aunque hay otro dato de interés; en los próximos 25 años tendrán que construirse 200 centrales energéticas de gas natural o de carbón para generar los 95 gigavatios que la población demandará para enfriar sus hogares y lugares de trabajo.
La verdad es que en general las situación es muy difícil. Cuando la analizo desde un punto de vista holístico me dan ganas de reír. O de llorar. La economía global se encoge debido al calentamiento global y porque los recursos naturales empiezan a escasear. Y mientras tanto, todos los países compiten entre sí para ver quién acumula más deuda. Imprimimos dinero porque es lo único que se nos ocurre para mantenernos en pie. Desde 1990 y sólo en Estados Unidos, las deudas totales han escalado hasta el 328% del PIB... Cuando éste sólo ha crecido un escaso 75%. Es una tendencia que se aprecia en todo el mundo. Aunque Occidente se lleva la palma porque, además, tiene que acarrear con los costes del envejecimiento de la población. En definitiva… Me parece un chiste de mal gusto que la deuda a largo plazo de Estados Unidos, Japón, Reino Unido y demás países de la Unión Europea rinda intereses tan bajos. Los bonos, los planes de pensiones y el dividendo de las acciones de un montón de compañías no son más que un pagaré; una promesa de pago que no refleja la prima de riesgo real en que se halla y hallará la economía. Aunque tampoco hay que preocuparse demasiado… Ya sabéis: Keep calm, we’ll print more!. Si no detienen la flexibilización cuantitativa, terminaremos limpiándonos el culo con billetes de 500€.
Los problemas medioambientales son muy graves. Los mares se acidifican, las ciudades y ríos de Asia se ahogan por la contaminación (el cáncer será pronto la primera causa de mortalidad en la sociedad china), los huracanes se desplazan hacia el norte, etc. Sin embargo me gustaría detenerme un momento para hablar de las tremendas sequías que afectan al interior de casi todos los continentes. Esas zonas presentan los menores niveles de pluviometría en 50 o 60 años. Lo que provoca el avance del desierto y complica sobremanera las tareas agrícolas y ganaderas. Podemos constatarlo en Australia, en China, en el Sahel, en las estepas rusas, en el medio oeste americano e incluso en España, en la zona del Levante. En general, los territorios que tienen disponibilidad de agua dulce por la presencia de acuíferos y lagos cercanos aguantan. De momento… Pero el resto será arrasado por el calor y la aridez extrema.
Las consecuencias medioambientales, sociales y económicas de estas mega-sequías son incalculables e innumerables. Aquí van algunas de ellas: incrementan los costes de la producción agrícola (suben los precios alimenticios); fortalecen los flujos migratorios (las poblaciones de los países del Sahel emigran al Magreb y a Europa. O se convierten al yihadismo de Al Qaeda); y provocan frecuentes tormentas de arena que complica la vida en las ciudades (sea en Phoenix o en Pekín). Y también aumentan el consumo de energía en algunos países. Por ejemplo: en Arabia Saudita. La verdad es que el caso saudí es digno de estudio… Hace tiempo que agotaron las reservas de agua de los acuíferos que se encuentran bajo el desierto. Así que para financiar el impresionante desarrollo urbanístico de la península han construido docenas de desaladoras por todo el litoral para que suministren agua potable a sus 30 millones de habitantes. Pueden costearse esas centrales porque el país tiene excedentes de petróleo –las desaladoras consumen el 20% de la energía nacional-. Aunque a largo plazo las perspectivas son muy sombrías. El año que viene el reino alcanzará el peak oil y, a partir de entonces, los jeques tendrán que lidiar con los problemas derivados de una economía sobredimensionada cuyos costes irán en aumento. Luego, como el país tiene muchas reservas monetarias y activos en el extranjero, seria de esperar que en los años venideros empiecen a repatriar los capitales invertidos para financiar las necesidades de la nación. Eso es lo que haría cualquier país “normal”. Pero los jeques a veces te sorprenden y no me extrañaría nada que estén financiando a grupos como el ISIS en Irak para hacerse con el control de los campos petrolíferos de la zona y poder seguir viviendo del cuento hasta que se pare “la música”.
Otro país que me gustaría analizar es Estados Unidos. En el siguiente mapa podéis ver dónde está impactando la sequía extrema –en rojo-:
Los estados más afectados son California, Nevada y Texas. Entre los granjeros californianos cunde el desánimo porque no saben cómo van regar sus campos ahora que el precio del agua se ha multiplicado por 10. El negocio es una ruina y si no consiguen vender sus productos a buen precio, terminarán abandonado las explotaciones. Por otro lado, en el estado de Nevada, la ciudad de Las Vegas padecerá próximamente una gran crisis hídrica que muchos están comparando con el impacto que el huracán Katrina o la tormenta Sandy tuvieron en la economía del país. Las lluvias de los últimos 14 años han sido muy escasas. Las reservas del Lago Mead están en mínimos históricos y, mientras tanto, siguen construyendo como si no pasara nada. En fin: ¿qué puede esperarse de una ciudad adicta al juego? Respecto a Texas, la situación es un poco diferente. A diferencia de California o Nevada, los tejanos tienen a su disposición los recursos hídricos del acuífero de Ogallala; una inmensa columna de agua que se extiende hacia el norte hasta Dakota del Sur. Es tan grande que necesita 1000 años para llenarse y desde hace seis décadas riega todos los campos del medio oeste americano. Hoy en día está al 70% de su capacidad, pero los geólogos creen que para el año 2060 el nivel de las capas freáticas descenderá hasta el 30%. Siempre y cuando se mantenga el ritmo actual de consumo… Los ganaderos y agricultores tejanos están en pie de guerra contra las petroleras que extraen el gas de esquisto. No quieren que les arrebaten el agua, ni que contaminen sus campos con productos químicos nocivos para la salud.
En cualquier caso, el problema de las sequías y la falta de disponibilidad de agua se extiende por todo el globo. Para China y la India, las perspectivas son mucho más pesimistas que para Estados Unidos. El deshielo del Himalaya afectará al caudal de los ríos asiáticos que riegan los campos que alimentan a miles de millones de personas. Quizá por eso los chinos se están dando mucha prisa en construir un río artificial que transportará hacia el norte el agua que abunda en la zona tropical del país. Semejantes infraestructuras cuestan dinero y energía. Los países que puedan permitírselas ganarán tiempo para adaptarse al cambio climático. En cambio, para países como la India, Pakistán, Bangladesh y otros, el futuro pinta negro de cojones... Pero al menos, los que puedan, podrán ahogar sus penas con vinos de 20º.
Los Recursos Naturales se agotan
Bueno, aquí toca hablar otra vez del tema del petróleo. Aunque no me entretendré demasiado. Según el World Energy Investment Outlook de la Agencia Internacional de la Energía, en los próximos 21 años tendrán que invertirse 46 billones de dólares para evitar el desplome de la producción. O dicho de otro modo: el mundo tendrá que invertir el 3% del PIB anual para evitar el colapso del sistema. ¿Puede conseguirse ese dinero? Por supuesto que sí. Los Bancos Centrales le darán al enter e imprimirán dinero hasta que nos salga por las orejas. Otra cosa es que eso funcione… Las caídas salariales que se observan en todo el mundo deprimen la capacidad de consumo de los ciudadanos. Por esta razón, la lógica del mercado sugiere que la producción de crudo tendría que caer por la menor demanda. Pero esto no es del todo cierto. Aunque muchas multinacionales están cerrando los pozos más caros porque ya no son rentables; también observamos que muchas de ellas siguen invirtiendo en explotaciones ruinosas que amenazan con llevarlas a la quiebra –porque gastan más de lo que ingresan-. Aunque todos los países esconden “muertos en el armario”, el de Brasil es un caso paradigmático. La segunda petrolera del país perteneciente al magnate Eike Batista quebró hace un año por este motivo; y Petrobras, la compañía de titularidad estatal, pone dinero a cuenta de la contabilidad nacional para evitar el cierre de los yacimientos que tiene en alta mar. Este ansia por perder dinero sólo tiene una explicación: necesitamos el oro negro para que la máquina del Capitalismo siga funcionando. En caso contrario, las consecuencias serían mucho peores. La sociedad actual se acerca presta y veloz a una TRE inferior a 10; momento en el que entraremos en una severa depresión. En realidad, “el enemigo está a las puertas”. El petróleo de esquisto tiene una TRE de 10 y las arenas bituminosas de Canadá sólo de 5. Y para mi esto es otro indicativo de que hemos llegado al final de la partida.
Uno de los sectores que más va sufrir la escasez de crudo es la minería. No sólo por la escasez; pues esto significa que tendrá que competir con otros actores económicos para garantizarse el suministro –sea la agricultura, la industria química, el transporte o los ejércitos-, sino porque cada vez necesita más y más combustible para extraer el escaso metal que queda bajo tierra. Y es que también hemos alcanzado el peak de la minería. Para que os hagáis una idea: en apenas un año, la industria minera extrae tanto oro y plata… ¡como los españoles extrajeron de América durante toda la Colonia! La energía necesaria para mantener este ritmo es desorbitante. Luego, como la explotación de las vetas de mayor calidad ya es cosa del pasado, ahora hay que ir a por “la morralla”; lo cuál obliga a procesar más y más tierra para obtener la misma cantidad de metal. Y eso claro, incrementa el consumo de diésel de la industria y dispara los costes:
Menos metal y más procesado de tierra (media de las 5 mayores mineras de oro)
Es un mal que aqueja a todo el sector. La minería de cobre, del Dr. Cobre como lo llaman los analistas de materias primas, también está fatal. Es cierto que las mejoras introducidas en la productividad han paliado en parte la escasez de físico, pero los costes energéticos crecen a un ritmo exponencial a medida que se agotan los metales concentrados en las fisuras geológicas. Cuando los filones no den para más, habrá que excavar en el interior de la corteza terrestre, dónde la concentración metálica cae en picado. No faltan tantos años para ese “Viaje al centro de la Tierra” que fascinaría a Julio Verne… El problema es que cuando eso suceda, el coste energético de extraer el metal podría llegar a los 30 o 40 TW. En palabras de Antonio Turiel, esto significaría dedicar a la minería el doble de la energía que se produce actualmente en el planeta. Vamos, un imposible. El viaje de Verne tendrá que esperar… Mejor así, porque si consiguiéramos esa hazaña nos convertiríamos en ciudadanos de Venus de pleno derecho.
Sociedades Estacionarias
Yo creo que lo veré… ¡O Así lo espero! Lo que sí sé es que cuando las generaciones venideras echen la vista atrás, se darán cuenta de que el desarrollo del Capitalismo sólo fue posible a costa de saquear el medioambiente. La plusvalía de la que hablaba Marx –los beneficios empresariales-, no sólo se extrae del trabajo de los trabajadores, sino de nuestro entorno. La Naturaleza paga. Todo el sistema financiero-económico está diseñado para depredar los recursos naturales. Nunca le hemos dado importancia a estas cosas porque desde que empezó la Revolución Industrial en Inglaterra a mediados del s. XVIII, parecía que los recursos del planeta eran infinitos. Sólo ahora empezamos a percibir el peligro… Pero somos tan estúpidos que la mayoría de gobiernos e instituciones internacionales siguen funcionando en modo automático creyendo que tenemos todo el tiempo del mundo para revertir la situación.
Desgraciadamente, lo que no tenemos es tiempo. La organización internacional Global Footprint Network (GFN) acaba de publicar su informe anual en el que declara: “la economía global ha consumido a mediados de agosto los recursos naturales que el planeta renueva cada año”. Esto es así porque el ecosistema de la Tierra tiene cierta capacidad de regeneración. La madre Naturaleza hace lo que puede… Pero nosotros la devoramos sin contemplaciones. El 86% de la población vive en países que consumen más recursos naturales de los que el ecosistema puede restituir; es decir, éstos países acumulan “deuda ecológica” que tendremos que pagar entre todos. Aunque quizá lo peor de todo sea la tendencia. Cada año se anticipa más y más el momento en que el sistema gasta más de lo que ingresa. Puede que el año que viene alcancemos ese punto de inflexión a finales de julio. Quién sabe…
Esto no puede continuar así. Necesitamos otro modelo de sociedad y otro modelo de producción respetuoso con nuestro entorno que pueda gestionar la oleada de escasez que se nos viene encima como un tsunami. La actitud de los políticos es lo de menos; pues la realidad manda y tendremos que adaptarnos a ella nos guste o no. En ese nuevo modelo de sociedad espero un control férreo de la natalidad y una gestión de los recursos que priorice su sostenibilidad; tanto para nosotros como para el medioambiente. Asimismo, le auguro días de gloria a toda la industria dedicada al reciclaje (da igual de qué). Aunque soy incapaz de vislumbrar cómo será esa sociedad. Podría ser aburridamente igualitaria. Tal vez como la que Aldous Huxley refleja en su libro Un Mundo Feliz; en el que se inspira la película de Gattaca.
O a lo mejor se basa en tipo de sociedad desigual y altamente jerarquizada como la que aparece en los Juegos del Hambre:
Pero os digo una cosa… Si en ese mundo hay tías tan buenas como Kelly McGillis en Único Testigo.
Entonces yo me hago de los amish… Lo que haga falta para salir adelante.
Un abrazo amigos/as!