Las últimas cifras de empleo de Estados Unidos subrayan la sensación de desánimo en el mercado laboral, a pesar de la caída de la tasa de desempleo a un mínimo de tres años (hasta el 8,1%). La ganancia menor a la esperada en las nóminas de 115k se vio atenuada por las revisiones al alza de las de dos meses anteriores situadas en 53k. Los datos provenientes de los hogares, de los cuales se calcula el desempleo, mostró una caída relativamente fuerte en la fuerza de trabajo en 342k. Por otra parte, la tasa de se redujo una vez más a un nuevo mínimo del año en 63,6%. La relación empleo-población también continúa languideciendo en niveles muy bajos (58,4%).
Hay una dicotomía real emergente. Si bien hay que reconocer que, en comparación con Europa, las cifras de Estados Unidos han sido mejores y que la situación es preocupante, hay importantes motivos a largo plazo que no se pueden ignorar para siempre. Una proporción cada vez menor de trabajadores tienen que soportar una proporción cada vez mayor de aquellos que no trabajan. Además, los salarios de aquellos que están en el trabajo que son los que debe luchar para combatir la inflación, tienen unas ganancias medias por hora aumento de apenas un 1,8% en abril. Las implicaciones de esto son bastante amplias, especialmente en términos de la política presupuestaria de EE.UU. y su capacidad para continuar financiando los programas de ayuda social a los que la mayoría de la población. En vista de ello, la reacción de la moneda de hoy está bastante silenciosa.