Cuando desde pequeños nos enseñan la importancia y el valor del dinero y de la educación, realmente… ¿Lo están haciendo bien? Muchos recordarán la mítica frase ‘no puedo comprarlo, no hay dinero’ y también aquella otra de ‘estudia mucho, conseguirás un buen trabajo’. A día de hoy, muchas de esas personas que se criaron con dichas doctrinas fueron una víctima más de la época industrial. Vivimos actualmente en la época de la información, donde la palabra y el conocimiento, prevalece sobre todo lo demás.
Cuando crecemos nos damos cuenta de lo importante que es el dinero en el día a día, nos hacen estudiar durante años para terminar trabajando para otro, y así, un círculo vicioso del cual, será muy difícil salir del mismo. Pero… ¿Qué ocurre cuando lo intentamos?
Existen numerosas formas de salir de dicho círculo y una de ellas son los mercados cotizados. Para ello, debemos pensar de manera distinta y olvidarnos de todo lo aprendido hasta el momento, debemos agregar nuevas doctrinas de pensamiento y ser conscientes del nuevo cambio que se avecina, pero ojo, la clave de dicho éxito está en el esfuerzo diario y perseverante.El mercado, no obedece a criterios racionales y datos contrastados, lo que le convertiría en fiel barómetro de la economía en general y de una empresa en particular.Muy al contrario, la Bolsa sube o baja, merced a los posicionamientos psicológicos y pasionales de sus partícipes. Las cotizaciones se ven afectadas por causas ajenas al propio mercado pero que lo determinan, crisis políticas, creencia de los operadores de que se va a dar una determinada circunstancia, las posiciones particulares de cada uno, junto con sus expectativas de beneficio a más o menos corto plazo. En definitiva, La Bolsa funciona como un conglomerado, de la psicología de masas, a través del cual se puede observar no ya el funcionamiento económico, sino lo que los operadores sienten o piensan sobre ese mercado.
Si odia perder, juegue sobre seguro. Si perder le debilita, juegue sobre seguro. Invierta en inversiones equilibradas. Si tiene más de 30 años y está aterrorizado de correr riesgos, no cambie. Juegue sobre seguro, pero empiece temprano. Comience acumulando temprano los huevos de su nido, porque le llevará tiempo. Pero si sueña con la libertad de salir del rebaño, la primera pregunta que debe formularse es: ¿Cómo respondo al fracaso? Si el fracaso le inspira a ganar, tal vez debería ir tras él pero SÓLO tal vez. Si el fracaso le hace sentir más débil o le provoca cambios de humor como jóvenes malcriados que llaman al profesor para decirle que le tiene manía y que no se merecen el suspenso. Cada vez que algo no va como a ellos les gustaría entonces juega sobre seguro. Conserve su empleo todo el día. O compre bonos o fondos comunes, o como confórmese con una mísera letrita del tesoro. Pero recuerde, también hay riesgo en esos instrumentos financieros, aunque son más seguros.