Rankia España Rankia Argentina Rankia Brasil Rankia Chile Rankia Colombia Rankia Czechia Rankia Deutschland Rankia France Rankia Indonesia Rankia Italia Rankia Magyarország Rankia México Rankia Netherlands Rankia Perú Rankia Polska Rankia Portugal Rankia Romania Rankia Türkiye Rankia United Kingdom Rankia USA
Acceder
Blog Felipe Sanchez Coll
Blog Felipe Sanchez Coll
Blog Felipe Sanchez Coll

Lecciones de la Grecia clásica sobre el liderazgo para las empresas de hoy

Legendarios principios militares de liderazgo pueden ser aplicados a situaciones de negocio actuales

En el año 480 a.c. Jerjes, rey del imperio persa, decidió atacar Grecia. Persia era en aquel momento la mayor potencia del mundo conocido. Sus dominios abarcaban desde Egipto hasta la India y en ellos habitaban millones de hombres y mujeres que rendían pleitesía, pagaban cuantiosos tributos y sentían sobre sí el yugo de la tiranía. Todos esos infinitos recursos materiales y humanos se concentrarían ahora en un único objetivo: someter a la pequeña península helénica y esclavizar a sus habitantes.

Grecia era la única región del mundo que permanecía libre, pues 10 años antes, en la batalla de Maratón, había resistido al ejército persa (dirigido por Darío, padre de Jerjes) y les había derrotado. Una afrenta que pervivía en el corazón del rey persa, Jerjes, y que sólo podía ser borrada de la historia con sangre griega. Para ello, Jerjes reunió a un colosal ejército de entre uno y dos millones de efectivos, según el historiador Herodoto. Este ejército cruzó el Helesponto, avanzó hacia el oeste por Tracia y Macedonia, y se aprestó a penetrar por el norte de la península helénica. Su avance dejó un reguero de muerte y destrucción.. El miedo barrió Grecia como una marea, pues el mensaje de Jerjes para los griegos era claro: rendición o muerte.

La batalla de TermopilasCon el fin de ganar tiempo y permitir el reagrupamiento de las fuerzas griegas Esparta ordenó una acción desesperada. Se envió al norte, al paso de las Termópilas, a 300 guerreros espartanos de élite y unos 4.000 aliados al mando del rey espartano Leónidas. Los espartanos escogieron ese estrecho paso para luchar porque en ese embudo los persas no podían desplegar todo su potencial. Los griegos resistieron valientemente durante 6 días a las mejores y más preparadas divisiones persas en una lucha absolutamente desigual, hasta que, destrozadas sus armas por el brutal combate, tuvieron que pelear con sus propias manos y uñas, siendo finalmente vencidos.

Leónidas y todos sus hombres murieron, pero también lo hicieron alrededor de 25.000 persas. Su sacrificio, permitió retrasar el avance, lo que concedió a las polis griegas un tiempo precioso para reorganizar su defensa. Además, resquebrajó la moral de los persas, puesto que si sólo 300 espartanos les habían infligido tales bajas, ¿qué podían esperar una vez entraran en Grecia?. La gesta de Leónidas recorrió a toda velocidad los territorios helénicos e infundió valor en el corazón de los ciudadanos griegos. De hecho, así fue, pues en ese otoño y en la primavera siguiente los griegos derrotaban de nuevo a Persia, con lo que el ejército de Jerjes tuvo que retirarse a Asia.

La hazaña de Leónidas y de sus soldados ha sido glosada en multitud de ocasiones, como en la película “El último Samurai” con Tom Cruise o la más reciente “300”, la adaptación del cómic de Frank Miller. Sin embargo, me gustaría centrar la atención del lector en la novela “Las Puertas de Fuego” publicada en 1998 por el novelista y guionista estadounidense Steven Pressfield. La novela relata brillantemente la historia de la batalla de las Termópilas y de los eventos que conducen en los años anteriores a la misma, narrados por el único (ficticio) superviviente griego, Xeones.

Polis y empresa

El interés en el libro de Pressfield radica en que puede ser leído y entendido de un modo abierto como un manual de gestión de empresas para ejecutivos modernos. En él, se describe el modelo de sociedad guerrera instaurado en Esparta (una empresa), que cuenta con un senado (un consejo de administración) y un rey (un director general) encarnado en Leónidas.

Leónidas es el líder que entiende el lugar que ocupa su compañía (Esparta) en el mundo e identifica los retos y amenazas que se ciernen sobre la misma. Leónidas prevé acertadamente que tarde o temprano la confrontación con Persia llegará (“Escuchad esto y no lo olvidéis nunca: el persa vendrá”. Cap. 11). Por ello, como buen director general, establece una serie de objetivos a corto y medio plazo (la forja de una confederación griega contra el futuro enemigo) y fija una idea fuerte a más largo alcance (la lucha con Persia).

Llevándolo al terreno empresarial, y salvando las distancias, Esparta, como “empresa” local, estaba a punto de sufrir una salvaje “OPA” hostil por parte de Persia (una enorme multinacional) que convertiría a sus ciudadanos (trabajadores) en meros vasallos frente a un nuevo rey (director general) tiránico.

Leónidas

Las bases del liderazgo y de la dirección

El libro de Pressfield es también un fabuloso manual sobre el liderazgo y la conducción de grupos humanos. El propio Pressfield reconocía recibir correspondencia de muchos ejecutivos de grandes corporaciones estadounidenses y de mandos militares consultándole estas cuestiones.

En “Las Puertas de Fuego” descubrimos que el liderazgo del rey Leónidas se asienta en un sólido juicio y, fundamentalmente, en el ejemplo personal. El liderazgo espartano contrasta vivamente con el liderazgo persa en el transcurso de la historia. Mientras que el rey persa se hace construir una plataforma y un trono (Cap. 24) donde se hace servir refrescos para contemplar la batalla, el rey Leónidas luchará en la primera línea de batalla con sus hombres. Leónidas (o la figura del director general) anima a sus hombres y se compromete con ellos, empujándoles hacia adelante. Se pasea entre sus soldados, les llama por su nombre y es el primero en comenzar a fortificar el paso colocando piedras para levantar un muro.

Pressfield utiliza el humor para explicar esta posición de “primero entre iguales” que asume Leónidas. A la hora de acostarse al aire libre bajo una fría lluvia un soldado le pregunta a otro “¿Qué diferencia hay entre un rey y un oficial? La respuesta es sencilla: “El rey duerme en aquel agujero de allí y nosotros en este agujero de aquí” (Cap. 8). De igual modo, Diekenes, comandante de un pelotón, también se coloca siempre al frente de sus hombres. Su tarea (como ejecutivo) tiene una atribución principal “el autocontrol y la compostura, no sólo para sí mismo sino para que los hombres que estaban a sus órdenes siguieran su ejemplo”. Como Diekenes explica su trabajo consiste en “Llevar a cabo lo común en condiciones fuera de lo común”, (Cap.11).

Además, en la organización espartana cuanto más se subía en el escalafón militar, la responsabilidad aumentaba y a la vez mayor entrega y ejemplo se exigían. El caso extremo era el del rey “lo que resulta la carga más pesada, un rey la coge el primero y la deja el último. Un rey no exige el servicio a aquellos a los que dirige, sino que se los proporciona a ellos. Les sirve a ellos, no ellos a él” (Cap. 35).

¿Por qué es tan importante para un líder/director general dar el correcto ejemplo a sus empleados? Porque el ejemplo se gana la confianza del grupo, y esta confianza ganada otorga al líder autoridad.

La autoridad es el crédito y prestigio que se reconoce a alguien por su calidad y competencia en alguna cuestión. Esta autoridad conduce a que los que le rodean acepten sus órdenes libremente y no porque sean impuestas.

Leónidas posee la autoridad (“autoritas”) y también el poder (“potestas”), pero autoridad y poder no son lo mismo. El poder es la capacidad de las personas para mandar y ejecutar algo. En una organización consiste, en la capacidad de premiar (p.e. incrementar salarios) y castigar (p.e. despedir) a personas que están a su cargo (bajo su potestad). Si nos fijamos, el poder es conferido a alguien por otra persona (el presidente de la compañía, el consejo...) y se ejerce desde arriba de la estructura de la organización hacia abajo.

En el caso de la autoridad, ésta es conferida desde abajo hacia arriba, porque los empleados confían en las capacidades e intenciones del jefe. El poder se puede mantener, pero la autoridad se puede perder si se utiliza el poder de un modo injusto o no se usa cuando se debe. Ciertamente, todo el mundo conoce a jefes con poder, pero sin autoridad.

Motivando hombres libres

Dirigir una organización consiste en guiar al grupo hacia una meta u objetivo. El director coordinará sus recursos y motivará a los trabajadores para que obren de un modo determinado. Establecer una estrategia y unos plazos de ejecución es una tarea relativamente sencilla. Lo complicado viene cuando en la ecuación entra la componente humana de la organización, cuando el director general ha de encontrar las palancas que motiven a los trabajadores a hacer una tarea, pues los seres humanos son muy complejos y las razones que les impulsan a llevar a cabo determinadas acciones también lo son.

Buena prueba de esas acciones complejas y casi inexplicables, es la decisión de los 300 espartanos y sus auxiliares de mantenerse en el paso de las Termópilas. La misión de la unidad espartana enviada allí era suicida: resistir y morir. De hecho, los 300 había sido escogidos cuidadosamente. Entre la flor y nata de los caballeros espartanos todos cumplían el requisito de tener hijos varones, puesto que de ese modo no se perdería su linaje.

No obstante, nada físico les obligaba a ir y mantenerse allí, y mucho menos a sus hombres de apoyo. Jerjes reclutaba esclavos con la fuerza del látigo y mercenarios con su oro. Los espartanos se consideraban libres y se quedaron a luchar en el paso. Y eso es lo que sigue produciendo fascinación. ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué motivación consiguió transmitirles Leónidas?

Salvando las distancias, ¿alguien conoce empresas en las que los empleados se queden horas y horas a terminar proyectos? Sin una queja, asumiendo libremente que el trabajo está ahí y que hay que sacarlo adelante. ¿Cómo se motiva así a las personas? ¿Sólo con dinero? ¿Sólo con promesas?

Para intentar aclarar qué tipos de motivos mueven a los trabajadores sería interesante describir una clasificación que elaboró el ya desaparecido profesor del IESE Juan Antonio Pérez López. En su opinión las motivaciones humanas son de 3 tipos:

- Motivos extrínsecos: Lo que se recibe desde fuera. Los trabajadores trabajan por obtener una remuneración, por ganar una prima...

- Motivos intrínsecos: Por lo que se siente. El trabajador consigue una satisfacción personal por el trabajo realizado, por el ambiente de trabajo, por mejorar el curriculum, por el reconocimiento social...

- Motivos transcendentales: El trabajador busca que su trabajo genere beneficios a terceros: ayudar a los compañeros, la empresa alcanza sus objetivos, se contribuye a la mejora de la sociedad...

En Esparta no había paga. De hecho, en Esparta el dinero estaba prohibido y su posesión se penaba con la muerte, para borrar toda distinción derivada de la riqueza o de la cuna y declarar a todos los hombres iguales. En un momento dado Xeones reflexiona sobre su instructor y mentor y razona que ese hombre podría estar trabajando en cualquier otro ejército (cualquier otra empresa) recibiendo riquezas y honores “Sin embargo decidió quedarse en la dura academia de Lacedemonia, sirviendo sin recibir paga “ (Cap 31.). Así que los motivos extrínsecos quedan descartados

Por supuesto, los espartanos eran felices haciendo su trabajo: luchando y entrenándose para la guerra, y seguro que habría un buen ambiente en su ejército. Pero, estos motivos intrínsecos no eran suficientes. Había algo más, y ese algo más eran los motivos transcendentes que Leónidas inculcó a sus hombres: la idea de ser libres y de mantener a Grecia libre. Su sacrificio así sí tiene sentido.

“Si morimos aquí con honor, transformaremos la derrota en victoria. Con nuestra vida sembraremos el coraje en el corazón de nuestros aliados y los hermanos de nuestros ejércitos que han quedado atrás”. (Cap.34.). No es de extrañar que cuando Leónidas cae en el campo, sus soldados mueran por rescatar sus restos.

Leónidas despierta la parte más trascendente de sus hombres, más espiritual si se quiere, y ésa es la motivación más fuerte. Básicamente, si se consigue desatar esa parte de los hombres no hay límites, porque los hombres se olvidarán de sí mismos. El líder/jefe dará un “por que” hay que hacerlo y el pueblo dará un “cómo” se ha de hacer. En la empresa notaremos que los trabajadores están orgullosos de pertenecer a la misma, pues sentirán que la compañía está comprometido con ellos y ellos con la compañía.

Paso de las TermopilasEn este punto es necesaria una matización. Existe una idea que subyace en el mito de las Termópilas: la de que existen valores por los que vale la pena cualquier sacrificio. Tomado en un sentido destructivo, como los fundamentalistas suicidas, llegaremos a resultados repulsivos. Tomado en un sentido constructivo y empresarial se podrá derivar hacia una dirección por motivos intrínsecos y trascendentes. Un camino de cooperación y trabajo, que reforzará la unidad de la organización empresarial y hará a sus miembros conscientes de sus tareas y responsabilidades. No habrá necesidad de que el director general emplee su tiempo en vigilar a sus empleados, pues estos comprenderán el valor y las consecuencias de las acciones que han emprendido.

Finalmente, la gesta Leónidas y de sus 300 espartanos sigue viva en el corazón de los griegos. Su defensa del paso permitió el mantenimiento y el posterior desarrollo de los valores que hemos dado en llamar cultura occidental. De hecho, el 2008 ha sido un año olímpico y los Juegos (creados en el año 776 a.c por el rey espartano Licurgos) han viajado en esta ocasión a China. Pero si algún lector se animara a visitar Grecia, la cuna de los Juegos, podría acercarse hasta el paso de las Termópilas para intentar recrear sobre el terreno lo que ocurrió. Si lo hace encontrará un monumento conmemorativo con unos versos del poeta Simónides (568 – 468 ac) que se han convertido en un epitafio guerrero: “Ve a decir a los espartanos, extranjero que pasas por aquí, que, obedientes a sus leyes, aquí yacemos”.
8
¿Te ha gustado mi artículo?
Si quieres saber más y estar al día de mis reflexiones, suscríbete a mi blog y sé el primero en recibir las nuevas publicaciones en tu correo electrónico
  • Empresas
  • Grecia
  1. #8
    Anonimo
    24/12/09 23:51

    Poner como ejemplo la batalla de Termopilas con el liderazgo empresarial, es un claro ejemplo de que el empresario que se base en esos fundamentos, va a ser fruto de un cachondeo monumental por parte de sus empleados y de todo aquel que tenga respeto a los que alli murieron. No lo diran al "jefe", bien por respeto, bien por no herir sus sentimientos o en el mejor ejemplo, por no perder su trabajo, pero esta claro que si alguien piensa asi, el pitorreo esta garantizado. Un jefe, empresario, General de un Ejercito, un Rey, el Presidente de una Nacion o cualquier persona responsable de otras, se gana el respeto y la admiracion empezando por respetarse a si mismo y a los que le rodean. No hace falta meter a la Historia para ganarse al publico y mucho menos una Historia donde se sacrificaron las vidas de miles de seres humanos.

  2. #7
    Anonimo
    29/10/09 18:55

    Excelente artículo. Como bien explica Coll este libro es leído por directivos que asisten a escuelas de negocios; por los marines y también por directivos de IDG, que son una mezcla de ambas cosas :-))

    Gran libro y grandes enseñanzas en el mismo.

    Saludos a Coll

  3. #6
    10/09/08 20:07

    Gracias a todos por leerme y darle vida a este blog.

    Lamento que a alguno os haya parecido largo. No era mi intención. Escribí el artículo con muchas ganas y no quise medir el número de palabras.

    Mi objetivo era analizar qué mueve a las personas a hacer lo que hacen, un tema que me fascina.

    De hecho, hay personas que consagran su existencia a una causa y la consideran de un valor mayor que el de su propia vida. El ejemplo de los 300 en el paso de las Termópilas me parecía muy significativo.

    Mi opinión es que un líder da algo que los hombres necesitan: un por qué, una razón, un motivo que llene su vida y les haga caminar hacia un objetivo.

    Los que escuchan a ese líder buscarán cómo alcanzar ese fin.

    Tomado en sentido negativo esa motivación puede producir personas que se se coloquen una carga explosiva alrededor de la cintura y que avancen hacia un puesto de control. Si esa motivación tiene un sentido positivo y constructivo puede producir personas que abandonen su cómodo trabajo y se vayan a la India a trabajar a un centro de acogida.

    Si casi 2.500 años después la gesta de Leónidas y de los suyos sigue resonando es porque Leónidas consiguió su objetivo. Dió un motivo, ser libres, y sus hombres le siguieron.

    De nuevo. Gracias por leerme.

    Felipe Sánchez

  4. #5
    Anonimo
    10/09/08 10:17

    Sí, es un excelente libro el de "Puertas de fuego".

    Aunque Herodoto exageró -algo normal- la cifra de persas, la idea no deja de ser correcta.

    Un apunte, fue clave la falta de suministros para un ejército tan masivo. Los griegos los derrotaron marítimamente y no podían abastecerse...

  5. #4
    Anonimo
    10/09/08 07:15

    Estimado Felipe,

    Entiendo perfectamente lo que significa la mística, los valores superiores, los principios sagrados por los que se debe luchar en la vida si es que la situación lo hace necesario. Pero traspasar estos principios inspiradores a la "lucha" empresarial es más bien propio de manipuladores y de borregos que se dejan manipular. Trabajar hasta la extenuación para seguir creando valor para accionistas sedientos de rentabilidad??. Es esa una causa inspiradora, una causa superior??. Mmmm., me parece que no. Es conveniente efectuar el ejercicio imaginario de salirse de la burbuja económica y financiera y ser crudo. Para la empresa vales en cuanto ente con productividad. El coaching y otras artes parecidas buscan que seas lo más productivo (aunque en ello se te vaya la salud) y que además lo hagas feliz y comprometido. La realidad es que la gente inteligente no se lo traga y casi lo único que quiere es cobrar a fin de mes.

  6. #2
    Anonimo
    10/09/08 00:37

    Recomiendo encarecidamente que leáis la entrada de "La batalla de las Termópilas" en Wikipedia. Creo que los datos de la contienda se aproximan más a lo que ocurrió en realidad durante la guerra entre griegos y persas.

    Seguro que más de uno se lleva un chasco.

    PD: No pude acabar de ver la pelicula.

  7. #3
    Anonimo
    10/09/08 00:37

    Por favor anonimo nº1 no digas que este texto es largo...es muy bueno, conciso y sin nada que le sobre.

    gracias sr. sanchez

  8. #1
    Anonimo
    09/09/08 23:39

    Divide y venceras!!!

    Si los pones tan largos no se lo termina nadie... Ponlo en 3 o 4 fasciculos...

Te puede interesar...
  1. Plutócratas y todos los demás
  2. La rabia contra los banqueros
  3. La insufrible cabezonería de los economistas alemanes
  4. Ideas útiles para acabar con el “Demasiado grande para caer” de los bancos
  5. En el supermercado de las noticias financieras, ¿hay alguien fiable?
  1. Lecciones de la Grecia clásica sobre el liderazgo para las empresas de hoy
  2. Los fallos del gobierno y los fallos del mercado
  3. ¿Puede el mercado salvarnos del cambio climático?
  4. Lecciones de Liderazgo desde el hielo
  5. Paz, amor y un heladito (de Ben & Jerry’s)