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                                                  FERNANDO ESTEVE MORA

No salgo de mi asombro cuando observo el giro militarista que las elites políticas europeas están adoptando tras la invasión rusa de Ucrania. Si ya la sola idea de una ulterior invasión rusa de Europa Oriental se me antoja sencillamente imbécil, la mera consideración de que esa inverosímil invasión pudiese llegar a la parte occidental de Europa y hasta a su extremo: la Península Ibérica, raya para mí en producto de un cerebro muy perjudicado hasta lo patológico. Pero ahí están ellos, los que nos representan y deciden, en nuestro caso, el PSOE y el PP y por supuesto Vox, decididos a dedicar una parte mayor de los gastos públicos a armamento, que -y es de lo que va esta entrada- no es lo mismo que decir que ello suponga que, a la vez, ello se traduzca en un aumento en la  producción de ese bien público que se llama Defensa. (¡Oh!¡Qué tiempos de inocencia y sinceridad aquellos en que a los "Ministerios de Defensa" se les llamaba en todas partes por su verdadero y descriptivo nombre: Ministerios de la Guerra!)

 

Y es que es de reseñar cómo se olvida que la "Defensa" (o, mejor, la "capacidad de agresión") es un producto de una singular industria, una singular actividad “productiva” en la que como ocurre con todas las demás se combinan unos inputs o factores de producción para obtener un output o resultado. Concretamente, aquí,  la producción del output  o bien final "Defensa" es la resultante de combinar en unos procesos productivos (o quizás mejor, "destructivos") unos bienes de capitalmedios de producción (en este caso, más correctamente, armamento o medios de destrucción) con una "fuerza de trabajo" (o aquí, de combate) o ejército en un conflicto. 

 

Y es que como la experiencia norteamericana en Vietnam, Irak, Somalia y Afganistán han sobradamente demostrado y la de Rusia y Ucrania lo muestran ahora, la industria de la "Defensa", aunque en ella se haya dado un ingente progreso técnico sigue siendo, a fin de cuentas, una industria muy intensiva en mano de obra, en "trabajo", de modo que salvo en algún episodio de la saga de la Guerra de las Galaxias, en que hay ejércitos de robots enfrentados en combate, hoy por hoy, el peso de las guerras lo acaban al final llevando los soldados en los frentes de combate, en un trabajo sobremanera peligroso en donde los riesgos laborales difícilmente compensan los salarios que se perciben. 

 

Y es aquí donde yo, como economista, veo la existencia de una clara limitación a la eficiencia de las políticas militaristas por las que ahora abogan de las elites europeas, y entre ellas, la española. Y es que como se enseña en Teoría de la Producción, para aumentar eficientemente la producción de ese bien, la "Defensa" Nacional o -si se quiere- Europea, no basta con dedicar más recursos monetarios a la misma, más capital o armamentos, sino que también hay que tener más hombres y mujeres, más soldados, dedicados a esa tarea so pena de que la productividad marginal del capital o sea de  esos armamentos caiga rápidamente. Es decir que a la vez que haya más armas debe haber ejércitos más nutridos de militares profesionales decididos a invertir en ese singular “capital humano”: el saber cómo atacar y matar a otros seres humanos, los “enemigos”. 

 

Pues bien es el caso de que, hoy por hoy, yo no veo entre los hombres y mujeres jóvenes de hoy en día una encendida vocación para dejar sus estudios y trabajos y meterse en los cuarteles. Y no digamos, tampoco les veo una predisposición a irse no de turismo sino a luchar y morir por territorios que no saben con certeza donde están en los mapas. Dicho con otras palabras: a los ejércitos europeos les falta personal: no resultan muy atractivos como salidas ocupacionales. Y eso que los sueldos que cobran no son nada desdeñables. No me extraña, por otro lado,  que nuestros dirigentes no hayan pensado en ello a la hora de diseñar sus políticas de "Defensa".  O sea, que no hayan pensado que como actividad “productiva”, la "Defensa" requiere de mucha mano de obra y que de algún esta sitio ha de salir. Hace unos años supe de una investigación en la que se constató que ningún senador ni congresista norteamericano tenía un hijo o hija en el ejército, y me da que si aquí se hiciese una investigación semejante el resultado sería el mismo. ¡Incluso los más machomilitaristas como don Santiago Abascal se escaqueó de la mili! 

 
Cierto, cabría reinstaurar en toda Europa el servicio militar obligatorio, pero me da que tal propuesta no iba a gozar con un elevado apoyo en las urnas. Cierto, también, que EE.UU. tiene un nutrido ejército profesional. Y podría pensarse que en Europa podría pasar lo mismo. Pero no olvidemos que el ejército norteamericano está formado muy mayoritariamente por chicos negros e hispanos para los que la mejor o casi única salida “profesional” en un país con tan mínimo estado del bienestar como lo es EE.UU. no ven mejor opción que meterse en el ejército. Buscar lo mismo en España y el resto de Europa exigiría acabar con la joya de las sociedades europeas, los estados del bienestar, cosa que tampoco creo que tuviera un apoyo entusiasta en las urnas. Finalmente, cabe facilitar la inmigración de jóvenes africanos, asiáticos o latinos de modo que consigan la nacionalidad a cambio de su integración en los ejércitos europeos. Sería extender lo que podríamos llamar la “vía española”, pues -no olvidemos- nuestro ejército está ya formado en buena medida por ciudadanos hispanoamericanos que han descubierto su compromiso con la Defensa de la Madre Patria. Pero me parece que tampoco esta salida está muy abierta.

Así que sí que es seguro que la industria de armamento (o sea, la que produce las armas o bienes de capital que usa la industria de Defensa) va a recibir un notable estímulo económico procedente del sector público, y de ahí su apoyo entusiasta, cierto que  a un coste de oportunidad importante  en términos de menos gastos en educación, salud y medio ambiente. Tampoco dudo que los sueldos de los militares vayan a crecer  y mucho (recuérdese que es tradición del PSOE tratar todos los "problemas militares" como "problemas salariales de los militares", o sea, buscar resolverlos subiéndoles la paga). Pero lo que en absoluto estoy seguro es que el output o producción del bien público "Defensa" vaya a crecer como se desea y prevén los defensores de un crecimiento notable en los gastos en armamento. Sencillamente, es la “ley de los rendimientos marginales decrecientes”. En cuanto a que los soldados estén más motivados para combatir si se les sube el sueldo, como se seguiría de una aplicación estricta del modelo de "salarios de eficiencia" con arreglo al que la eficiencia de los trabajadores en el cuidado al hacer sus tareas crece al subirles el salario, nada diré pues no sé de estudios que hayan aplicado esa teoría en esta ocupación. Supondré por ello que todavía rige aquello que se decía en mis tiempos de la mili, eso de que el "valor se le supone" a todo soldado español sea cual sea su procedencia, por lo que no creo que para los soldados sea un estímulo adicional muy fuerte para combatir la subida en su sueldo.En suma, que no me parece que con los nuevos gastos en armamento y sueldos vaya a crecer en demasía la "Defensa Nacional" y si se me apura, la Europea.

Y ello sin contar con el hecho obvio de que la "Defensa" que un país genera no sólo depende de cuánta "Defensa"  produce , o sea, no sólo depende de cuántos recursos materiales y humanos dedica a ella sino que depende, fundamentalmente, de la "Defensa" que producen los países enemigos. Es decir, que si nuestros enemigos producen más "Defensa", nuestra "Defensa" disminuye simultáneamente. Dicho de otra manera, en tanto que nuestra "Defensa" es para nosotros un bien público puro, la "Defensa" que generan para ellos nuestros enemigos es para nosotros un claro ejemplo de "mal público puro". En el caso español, sólo uno de los muy "cafeteros" (como aquel antiguo ex-socialista, don Felipe González) puede imaginar que la "Defensa" española puede servir para algo frente a la "Defensa" nuclear rusa, por lo que no veo muy claras las razones que anidan tras el crecimiento en ese aumento hasta el 2% del PIB en los gastos militares de España, a menos que ello sea nuestra obligada contribución a la "Defensa" de la metrópolis del  imperio del que formamos parte.
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