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No soy ni mucho menos un conocedor de los procesos de formación de los precios agrarios (incluidos la leche y la carne), pero en la presente turbamulta de manifestaciones, propuestas   y opiniones acerca de las causas del problema del sector, me han surgido una serie de reflexiones que paso a exponer, si bien soy consciente de que es posible que no sean muy acertadas.

 

Y lo primero es señalar cuál es concretamente el problema de los agricultores. Lo es, y en esto todo el mundo está de acuerdo,  los bajos precios en origen de los productos agrarios que están llevando a los agricultores a vender a pérdida en este año. Esos bajos precios en origen serían pues la causa material del problema económico que afrontan muchos agricultores (causa material: la que indaga por el qué origina un fenómeno). Cuando esto ocurre, cuando se vende a pérdida, en el corto plazo, los precios que perciben los agricultores les permiten cubrir sólo los costes variables de sus procesos de producción, quedando en todo o en parte sin cubrir sus costes fijos. Esta situación, como establece la teoría económica y el sentido común no puede perdurar en el tiempo. Es decir, que o se corrige o en poco tiempo tendrán que desaparecer las empresas agrícolas que venden en pérdidas.

 

Pero cosa distinta es la cuestión de qué explica cómo se manifiesta el problema de esos bajos precios en origen. Y aquí, de modo repetitivo, se apunta a un "hecho": la enorme diferencia entre los precios de origen y los precios finales que aparece entonces como causa formal (la que da cuenta del cómo se produce  un fenómeno) de los bajos precios de origen, que es como acaba de decirse la causa material de  a mala situación económica de los agricultores. 

 

LLegamos así a la causa eficiente (la que indaga por el porqué de un fenómeno), o sea,la razón detrás de esa diferencia  que se dice abusiva entre los precios de origen y los de venta al público de los productos agrarios.  Y aquí la "culpa" de modo general no se achaca a que los consumidores finales no paguen unos precios "adecuados" por lo que compran en mercados y fruterías, sino a que los "intermediarios" (las grandes cadenas de distribución y comercialización en manos a veces de las grandes superficies) actúan monopolísticamente tanto como vendedores como compradores, forzando a la baja con su poder de mercado como compradores los precios en origen.  De paso, al razonar así, se ofrece la causa final del asunto (la que indaga el para qué del mismo) que sería la búsqueda egoísta por parte de los intermediarios de unos beneficios brutales 

 

Pues bien, aceptando como cierta la causa material del problema económico de muchos agricultores y ganaderos, tengo muy serias dudas respecto a la verdad de las causas formaleficiente y final de sus cuitas, o sea, dudo de la explicación del cómo, del porqué y del para qué se producen esos bajos  precios en origen que ofrecen los "medios".

 

Empecemos por lo que hemos denominado la causa formal del problema, o sea, la supuestamente elevada diferencia entre los precios en origen y los finales.Veamos. Lo primero que me ha llamado la atención es la existencia de un patrón o una regularidad en la relación entre los precios en origen y los precios de venta al público de los productos agrarios, para todos los productos para los que se han ofrecido datos.

 

No voy aquí a poner ninguna de esas tablas que han aparecido en todos los medios de comunicación con el objetivo de exponer de modo "explícito" e "incontestable" la injusticia y explotación que los propietarios de las empresas agrícolas sufren en los mercados a manos de los monopolistas intermediarios. Así que no voy a poner una tabla en la que se ve cómo los precios de las patatas, las cebollas, los ajos,.. se multiplican "abusivamente" desde el campo hasta la frutería. Y no lo hago porque no sé nada de la fiabilidad de esas tablas de precios pues he visto variaciones en ellas, y ello sin contar que mi experiencia como cotidiano comprador en un mercado no se corresponde demasiado bien a esas tablas. Madrid es una ciudad carísima, lo sé y lo padezco, pero he de decir que ninguno de los precios que yo pago en  los productos que aparecen en esas tablas se acerca a los precios que esas tablas dicen que pagamos por ellos. Quizás sean los precios que los periodistas pagan en los barrios de lujo donde parece que viven, pero incluso en el Mercado de la Cebada, un mercado céntrico y caro donde compro, no son tan elevados. Así que mi experiencia personal es que la "desviación" entre los precios en origen y los finales es más pequeña que la que cuentan los medios de comunicación, lo cual nada me extraña dado el incentivo que tienen estos para "crear" noticias. 

 

Pero, para seguir con el análisis, aceptémoslos como verdaderos. Pues bien, como ya he dicho, lo que me ha extrañado es la existencia de una regularidad o patrón en esa desviación entre esos precios. Por lo que he visto, sea cual sea el tipo de producto, los precios en origen se multiplican más o menos por 7 para cuando llegan a las fruterías donde compran los consumidores. Y esa uniformidad se me antoja muy relevante para el análisis, pues sugiere la existencia de un factor técnico-económico común en la fijación de precios en los mercados de todos los productos agrarios.

 

El que los precios en origen se multipliquen por siete cuando llegan al consumidor final cierra la discusión  para consumidores, agricultores,  periodistas y políticos, y la cierra afirmando que ese factor de siete es "evidentemente" abusivo. El paso siguiente es elemental, como es de sobra conocido, y es encontrar a los "malos de la película", que son obviamente los "intermediarios", que multiplican los precios por siete para llevarse un pastón prácticamente por "no hacer nada": por transportar los ajos y las cebollas del campo a la estantería y poco más. Pero, ¿y si ese factor multiplicativo por siete es el factor no sólo normal sino adecuado? Si así fuese todo la "argumentación" de periodistas, agricultores y políticos quedaría en nada.

 

Pues bien, me da que eso es lo más probable pues este tipo de opiniones es con toda seguridad falaz y  es resultado de una profunda incomprensión, no sólo del funcionamiento de los mercados sino de la lógica económica más sencilla. Veamos. El origen de todo el problema parte de considerar que el kilo de ajos o de cebollas que se recoge en el campo es el mismo kilo que se ofrece y vende en la frutería de la esquina. No. Aunque aparentemente parezca el mismo, y lo es -o debiera serlo- en términos biológicos o químicos, no lo es ni mucho menos en términos económicos. Es un producto muy diferente para un economista. Pues ha sufrido una serie de modificaciones que han alterado su valor económico, aunque no -repito- su valor nutricional.  

 

La cadena que lleva los ajos y las cebollas desde el campo hasta la estantería de la frutería es una cadena de valor. Eso ajos y cebollas, como sucede con cualquier otro producto agrario,  han de transportarse a un almacén, allí han de ser limpiados y clasificados, etiquetados y embalados, transportados a lugares muy alejados de su origen, donde nuevamente han de ser distribuidos y almacenados y vigilados, luego expuestos y vendidos y transportados una vez más hasta los puestos finales de venta. Todos esos cambios y alteraciones requieren la presencia de trabajadores y el uso de todo tipo de medios de producción (almacenes, energía eléctrica, agua, camiones, etc.etc.). Por otro lado esa cadena de transformación y de valor puede estar más o menos integrada, o bien ser llevada a cabo por distintas empresas que operan en distintos mercados. En la medida que asi ocurra, a los costes de producción y transformación hay que agregar otros: los costes de trasacción que van de costes de marketing y comercialización. Y por supuesto hay que tener en cuenta otros gastos como los  seguros, los costes de vigilancia, las tasas administrativas, etc. O sea, que para que llegue el kilo de ajos o de naranja desde su lugar de cultivo a la cesta del comprador final muchos procesos y gastos hay detrás. El kilo de naranjas "pesa" mucho más que un kilo.

 

Pues bien, a partir de los datos ofrecidos en estos últimos días, dado que el precio de los productos agrícolas se multiplica por siete en esa cadena de valor, la cuestión estaría en si el valor añadido a lo largo de la misma ha sido equivalente, o sea, si no ha habido ninguna fase o paso en esa cadena en que el precio haya crecido por encima del valor añadido o aportado en la misma. Tal cosa sucedería si en alguna de las fases o etapas, quien o quienes la "controlan" pudiese obtener unos beneficios extraordinarios vía la fijación de un precio de venta a la siguiente fase muy por encima de los costes experimentados. 

 

Se me ocurre que pueden diferenciarse entre tres y cuatro transformaciones económicas que sufre un producto agrario desde que se recoge en el campo hasta que llega a la frutería, tres o cuatro fases o etapas de la cadena de valor que las llevan adelante distintas empresas. En la primera está la empresa que compra directamente al productor, al agricultor, y se encarga  del transporte hasta una nave de almacenaje donde el producto se somete a una serie de operaciones (limpieza, clasificación, presentación, embalaje y etiquetado) previas a su segunda transformación, que acontece esta empresa oferta y vende el producto ya embalado en un primer mercado mayorista a alguna empresa distribuidora que se encarga, luego (la tercera fase de la cadena) de la distribución del producto entre los distintos mercados mayoristas de las ciudades de destino (Mercamadrid, Mercabarna, Mercavalencia y demás)  , adónde acuden los comerciantes y fruteros que se encargan de su  venta al por menor, que sería la cuarta fase de ese proceso de valoración del producto inicial. En cada una de esas fases hay unos operadores que  usan del producto de la anterior fase como materia prima, y que para hacer frente a la serie de costes fijos y variables (almacenaje, transporte, deterioro, marketing y comercialización, seguros, impuestos,...) que han de cubrir, fijan sus precios de venta mediante la imposición de un margen (un escandallo de costes). 

 

Como no dispongo de datos de estos precios intermedios o precios de transferencia no puedo concluir nada definitivo. Pero me da la impresión, a partir de la uniformidad del factor de multiplicación (ese que multiplica por siete el precio en origen) en los diferentes productos, que no hay un exceso de fijación de precios por encima del valor añadido. Sería raro -o eso se me antoja- que en todos los productos se diese el mismo grado de  poder monopolístico de los distintos intermediarios. Dudoso. Por contra,  esa uniformidad apunta más bien a que las diferencias de precios entre precios en origen y precios de venta al público estarían económicamente justificadas y responden a una lógica económica por lo que la causa eficiente del problema económico de los agricultores habría que buscarlo en otro lugar.

 

Y me voy a arriesgar aún más. Es frecuente que en muchas cadenas de valor se usa de una regla heurística muy sencilla a la hora de fijar precios en cada fase de modo que se garantice que en cada una se cubran costes. Es mediante un escandallo de coste de materia prima que carga con un margen del 100% el coste o precio de la materia prima. Es decir, que en cada fase se calcula que el precio de venta ha de ser como mínimo el doble del precio de compra para garantizarse que se cubren todos los costes de la fase. Si esto fuese así, y dado que como se ha dicho la cadena de valor de los productos agrarios tiene  entre tres y cuatro fases, el precio de los productos en origen debería multiplicarse por un factor entre seis y ocho, que coincide curiosamente con el factor de multiplicación de siete.

 

Pongamos un ejemplo. Supongamos que un kilo de cebollas se paga en origen al agricultor en 15 céntimos. Este kilo de cebollas se vendería en el primer mercado mayorista en orígen por 30 céntimos. Por 60 céntimos en un mercado central mayorista de una gran ciudad. Y, finalmente por 1,20€ en una frutería de barrio. El precio en origen se habría multiplicado por 8, y en cada fase de transformación las empresas habrían aplicado un margen normalísimo del 100% sobre el coste de la materia prima.

 

Pero, por supuesto, el margen o escandallo en cada fase podría se podría ser más pequeño, por ejemplo, de un 75%. En ese caso el precio en origen se multiplicaría por 5,36. También una cifra "aparentemente" abusiva. No sé cuál es el margen usado en la realidad pero lo que quiero decir es que el normal proceso de fijación de precios a lo largo de la cadena de valor es el de una progresión geométrica serie potencial que puede llevar a asombro y escándalo si uno no lo piensa dos veces.

 

Casi todo el mundo conoce aquel cuento oriental en el que a cambio de no recuerdo que servicio, el rajá de un país de la India se compromete a pagar la cantidad de granos de trigo equivalente al total de los granos que habría en un tablero de ajedrez en el que en cada casilla hubiese el doble de los que hubiese en la precedente empezando por 2 granos en la primera. Ello implica que en la última casilla habría 2 elevado a 63. Para su desesperación, el rajá encuentra tras recibir el servicio que no puede cumplir su promesa pues el total de los granos de trigo que tendría que darle (2+ (2x2)+ (2x2x2)+....+(2x2x2...x2)) es una cifra mayor que la producción de trigo no sólo en su reino sino en todo el mundo en 2000 años a partir de la producción actual.

 

Es la "magia" del crecimiento potencial. Pues bien, me da que es esa "magia" la que está  por debajo del escándalo que dicen sentir los que observan con "asombro"  la diferencia entre los precios de los productos agrarios finales y en origen parecen desconocer.  Y es que,como hemos visto,  basta con suponer con que en cada fase de la "cadena de valor"  se aplica un margen normal del 100% para hacer el escandallo para que los precios de venta al consumidor se multipliquen por siete u ocho.

 

Dicho de otra manera. Si mi narración (que no explicación) se acerca alago a la realidad, que repito que hoy por hoy no lo sé, entonces, la diferencia entre los precios de origen y finales de los productos agrarios no es excesiva o abusiva, por lo que no se podría hacer responsables a los "intermediarios", a las "grandes" distribuidoras del  problema de los agricultores y ganaderos: el bajo precio en origen de sus productos. O lo que es lo mismo, habría que buscar en otro lado.

(continuará)

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