"Jarafuel está en un alto y Jalance en una cuesta Cofrentes entre dos ríos y Cortes a la traspuesta".
En esta foto se ve en primer plano a Zarra y, al fondo, Jarafuel. Entre medias, oculto por unos cerros, está Teresa de Cofrentes y detrás las columnas de vapor de agua de las torres de refrigeración de la Central Nuclear de Cofrentes. Todos estos pueblos, y alguno mas, están en el Valle de Ayora, en Valencia, linderos con la provincia de Albacete. Hoy Zarra ha saltado a todos los medios de comunicación porque iba a ser designada para albergar el Almacén Temporal Centralizado de residuos nucleares (ATC).
El Ministerio de Industria le ha dado a Zarra 304 puntos en su informe técnico, por delante de los 300 que ha otorgado a Ascó, por lo que parecía que el consejo de ministros iba a hacer oficial la adjudicación de una obra que supondrá entre 700 y 1000 millones de inversión y unos 500 puestos de trabajo.
Uno se conoce bien la zona, porque andaba por ahí el pasado siglo cortando flores con nocturnidad y alevosía hasta rayar el alba. En aquella época, cuando aún no estaba la nuclear, funcionaba lo de irse al monte a ver estrellas fugaces, sobre todo a mediados de Agosto con las perseidas. Lo malo de la nuclear para ver la lluvia de estrellas es que tiene tanta iluminación que produce una gran contaminación lumínica, alumbra la oscuridad y así no hay manera de poder pedir deseos. La nuclear fue un desastre para el corte de flores, pero fue una bendición para los pueblos del Valle. Les dio trabajo, al menos durante los años de su construcción, y luego mantuvo ocupados a un pequeñisimo grupo de trabajadores especializados. De todas maneras, desde que se terminó la nuclear uno dejó practicamente de ir por allí, por si las moscas.
La ubicación del ATC podría reconciliarle a uno con su pasado. Zarra tenía una plaza con barbacana y un campanario exento, divorciado de la iglesia, que a uno le parecía lo mas original del pueblo. Era el mas pequeño de la zona y su gente era un poco bruta, pero amable, aunque sus fiestas no eran gran cosa. Años después se hizo famosa por albergar a un montón de jubilados ingleses que compraban casas de campo a precio de oro para pasar sus últimos años al sol. Tantos ingleses vinieron que el alcalde montó un negocio familiar, con su hijo de testaferro, por el que reconvertía casillas de aperos o de labranza en chalets con piscina y jacuzzi. Algún desajuste con las licencias y los permisos, lo convirtió en uno de los únicos 18 alcaldes de España encerrados por delitos urbanísticos. Su hijo le acompañó en el nuevo destino.
Hoy la designación de Zarra como sede del ATC se ha aplazado hasta, al menos, la semana que viene. A medidodía uno hubiera dicho que la cosa estaba hecha. Ha sido cuando el gobierno de la Generalidad, por boca de su vicepresidente, ha rechazado la designación con muchos aspavientos.Juan Cotino ha aducido una serie de razones mas o menos peregrinas, como que la zona presenta inestabilidad sísmica (argumento que ya se tuvo en cuenta al emplazar la nuclear), que hay pinares que podrían arder (cuando ya casi no queda ningún bosque al que pegar fuego) o que no se había avisado a la Comunidad de Valencia. Sin embargo, todo el mundo por allí sabe quien compró hace tiempo los terrenos donde se ubicaría el ATC, esos que quedan a unos diez kilómetros de casco urbano, y qué empresa sería la principal beneficiaria de las obras de edificación y acondicionamiento de los accesos. Por eso, los aspavientos del Sr. Cotino significaban lo contrario de lo que decían sus palabras. Decía más y mejor su lenguaje corporal que su lenguaje verbal, como se ve en la foto de su comparecencia.
Uno cree que no podía evitar su satisfacción, y tanto se le notaba y tanto se lo han notado, que ha provocado un cambio de criterio inesperado. Ha entrado en juego otra valenciana, también vicepresidenta y también, como todo político, pendiente de las próximas elecciones. La señora De la Vega ha aplazado la decisión que presentaba Industria y ha pedido nuevos informes jurídicos para ver si sale Zarra o sale Ascó. La satisfación del vicepresidente Cotino y sus mal disimulados protestas se le han debido congelar ante la decisión de Moncloa.
Si la Administración consigue encontrar el modo de pagarlos, 700 o 1000 millones de euros son un desembolso tan importante como para que a los capos de la política se les alegre la cara ante la perspectiva de manejarlos. Y las migajas que nos podrían llegar a unos pocos nos harían volver a disfrutar con la lluvia de estrellas en las noches de verano.
http://www.antena3.com/noticias/espana/zarra-pueblo-dividido-almacen-nuclear_2010091700145.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/27/ciencia/1264594924.html