Por estas fiestas ya nadie habla de pisos. En cenas navideñas de anteriores años, siempre salían a relucir aquellas historias de triunfo efímero de arrogantes pasapiseros de antaño, pegándose sus vaciladas de que su piso se había revalorizado el doble desde las anteriores fiestas, de presuntos expertillos del tocho que fanfarroneaban de lo que se llevaban al bolsillo, etc. Ahora ya no queda nada de eso y, muchos de estos ex-triunfitos se han despojado de su corbata verde, y en el mejor de los casos, se han reconvertido en esforzados mileuristas. Ahora los temas de debate son otros: la cuota de la hipoteca que no para de subir, el amenazante euribor, la agrupación de créditos, la subida de precios, la crisis que asoma, etc. Pero de pisos nada de nada, y más de uno se acaba sincerando y reconociendo que “…oye tenías razón en el tema de los pisos, parece que la cosa pinta mal…”. Más de uno le empieza a ver las orejas al lobo.