Los comentarios de ayer de Lagarde no han sido demasiado halagüeños avisando de un posible retorno al proteccionismo y a la contracción económica de 1930. No es un mensaje esperanzador para el año que viene y tal vez pasa por alto los riesgos principales para el 2012. Por supuesto, en estos últimos 2-4 años ha habido múltiples comparaciones con la depresión de los años 30. Las persistentes desigualdades globales, que son la base de esta crisis y que no han sido corregidas, ponen de manifiesto que numerosas naciones simplemente no pueden continuar como hasta ahora. En efecto, mientras que la primera fase del credit crunch del 2007-08 fue capaz de diferenciarse de 1930 vía apropiadas medidas fiscales y monetarias (cosa que no sucedió en los 30), el margen es mucho menor en esta ocasión. Las políticas monetarias se han extendido y convertido en menos efectivas mientras que algunos han fijado políticas fiscales anti cíclicas que ponen en riesgo prolongar el estancamiento de la economía.
En lo que sí ha acertado a puntualizar Lagarde es en la percepción y el reconocimiento de que la magnitud de la crisis es tal, que difícilmente los miembros de la unión por sí mismos van a poder resolverla sin ayuda exterior. Hay una sensación de que los líderes de la UE se han dado cuenta de esto en la última cumbre, a pesar de los comentarios ayer atribuidos a funcionarios de la UE (en el FT) afirmando que la contribución del FMI a los países de la UE "tenía la intención de tranquilizar a los mercados pero no es fundamental” que sugiere que la UE sigue pensando que esto puede ser resuelto dentro de su propio ámbito. Después de casi dos años, la percepción es que los líderes de la UE van por detrás de la crisis, en lugar de llevar las riendas de la misma. Esto no es una buena plataforma desde dónde iniciar el nuevo año y esto, junto con los desequilibrios persistentes e insostenibles, son los principales problemas que tenemos por delante, en lugar del proteccionismo.