Milan Kundera (Brno 1929 - ) decía en una de sus geniales reflexiones: "Estoy bajo el agua y los latidos de mi corazón producen círculos en la superfície". Quizá una sensación parecida tengan algunos empleados de banca cuya obligación diaria es ser cómplice de abusos de confianza de sus maltratados y sufridos Clientes. Algunos diréis que no se trata de ninguna obligación, ya que cada cual es muy libre de dejar un trabajo que entra en conflicto con la ética personal de uno mismo. Pero la cosa no es tan fácil, porque en los tiempos que corren, cuando el renunciar a un trabajo significa condenarse al paro indefinido o a tener que aceptar empleos durísimos por cuatro chavos, la tentación de mantener el empleo detrás de un elegante mostrador de banca es muy fuerte.
A veces se trata de puñetera ambición por progresar en el escalafón profesional de la entidad financiera, otras veces por pura necesidad del empleo y el sueldo, y en el peor de los casos por comulgar personalmente con la falta de ética que practica la banca o simplemente por no distinguir la correcto de lo incorrecto. En cualquier caso, la consecuencia lamentable es el maltrato de los ahorros de los Clientes, que son exprimidos hasta la extenuación en aras de un mayor beneficio bancario, que no es más que un pozo sin fondo. No obstante también existen empleados de banca que toman la valiente decisión de salir del "lado oscuro" de la gestión bancaria para aventurarse en otro tipo de labores profesionales. Algunas relacionadas con el asesoramiento financiero, como por ejemplo los diversos tipos de asesores independientes, multi family office, etc.; y otras sin ninguna relación con el mundo de las finanzas ni de la gestión de fortunas.
A continuación podréis leer un fragmento de la carta que recibimos hace unas semanas de un lector y a la vez empleado de banca, en la que nos cuenta algunas de sus desagradables experiencias laborales. Os recomiendo leer la carta entera, porque no tiene desperdicio:
"...¿Es posible que tengamos sólo una tipología de cliente que sólo se diferencie entre sí por perfil de riesgo? Por supuesto que no. El perfil inversor del cliente se regía única y exclusivamente por una criterio de volatilidad teniendo en cuenta la ineficaz regulación MiFID. Pero, ¿no echamos nada de menos? No sé, se me ocurre ¿necesidades de liquidez del cliente? ¿fiscalidad? ¿otro tipo de necesidades/ preferencias? Recuerdo hablar con la persona a cargo de los gestores de Banca Privada (menudo eufemismo!!!) y proponer la elaboración de un documento que guiara la inversión y relación cliente/ entidad donde se recogieran todos estos aspectos (además del incompleto contrato de asesoramiento) obteniendo por respuesta que eso era una “americanada” y que aquí en España no era necesario. Aún no tengo palabras..."