"Desde que comencé a leeros me ha seducido tanto como me ha sorprendido vuestro lema “Los gurús de la felicidad y la riqueza”. Me intriga, me fuerza a darle vueltas sin cesar para averiguar por qué camino peregrino acaban, unidas en una misma sentencia, la felicidad y la riqueza. Lo que todos sabemos es que el dinero no da la felicidad. Por ahí no hay caso, no hay manera. Hay miles y miles de ejemplos de “pobres niños ricos” (voy a lo facilón: Mikael Jackson, Cristina Onassis). Ya sé que la teoría nos enloquece a todos y apunta a lo contrario: con dinero podría resolver los incontables problemas que me acucian, ergo, la riqueza me llevará a la felicidad. Pero incluso en vuestro propio blog contáis una magnífica historia de un señor ya mayor que acude a vosotros, que tiene una saneada economía y que pese a ello no ha podido sortear la infelicidad en su vida.
Vive Dios que, leyéndolo, llegué a pensar que el sentido que dais a esta sentencia es la de abanderaros como los proveedores de felicidad para los ricos, que también son de Dios, y, aunque a veces con poco éxito, son muy abundantes ya los que se encargan de trabajar para que los pobres sean felices. O sea, los ricos, un nicho de mercado olvidado y necesitado de felicidad y vosotros concienciados y trabajando para ello. Otro ejemplo: el del señor bien situado, propietario de un harén escondido de motos sin estrenar, que no sabe cómo disfrutar. En esa línea de servicios sociales (remunerados, claro) os situaba yo.
Le he dado vueltas, os decía, y no encuentro relación de causa-efecto entre riqueza y felicidad. Si la riqueza no es causante de felicidad, tampoco la felicidad es causa de la riqueza. Otra vez, en la vida diaria, sabemos de miles de ejemplos de personas felices que no son ricas( yo conozco algunas, pero su nombre no os diría nada). Pero por la vía negativa tampoco hallo señales: probé con “la pobreza da la felicidad” y casi da risa... sin comentarios. Riqueza y felicidad pueden ir de la mano, o no. Hasta aquí he llegado en mi análisis, que lo he sudado, palabrita del niño Jesús.
Pero hete aquí que me encuentro en el texto de más arriba lo siguiente: “porque ¿para qué queremos un patrimonio si no es para proporcionar felicidad a los seres que amamos?” y me entra la duda, una duda de esas insistentes y roedoras sobre cuál es vuestra auténtica visión sobre estas cosillas. ¿Seríais tan amables de explayaros un poco sobre el tema? Ya sé que parece una “petición del oyente”, en fin, vosotros veréis si encaja con los temas del blog.
Y respecto a la historia que contáis aquí, debo decir que me ha dado también que pensar. En cierto modo, este señor y yo compartimos algo: el mundo de los sueños. Ambos dedicamos parte de nuestro tiempo a soñar con riquezas y bienes, y posesiones y acceso a un mundo de lujo, y a poder compartirlo con familiares y amigos; pero, mientras para mí estos sueños son una proyección en un (improbable) futuro, de la que salgo recargada y tan feliz como si lo hubiera vivido, este señor está atrapado en un pasado que, en realidad... nunca ocurrió. Emplea una buena parte de energía en dolerse de la pérdida de lo que nunca fue suyo. Su abuelo tuvo, pero aquéllo se acabó mucho antes de que pudiera llegar a sus manos. Al margen de la moraleja, de que es necesario un trabajo bien asesorado si queremos conservar nuestro patrimonio para nuestros descendientes, me gustaría tanto que se pudiera aliviar de la carga... Que afrontara que no perdió nada de lo que nunca fue suyo. Él no dejó de ser rico, ni siquiera había llegado a serlo. Así quizá, restituyendo a cada cual lo suyo, las ganancias y las pérdidas a sus abuelos y a sus padres, podría afrontar que tampoco él ha perdido en sus inversiones el patrimonio de sus hijos. Ha empleado lo que sabía en el juego y ha perdido, pero eso sí era de su propiedad, y tenía todo el derecho del mundo a jugarlo como mejor ha sabido. Y que confíe un poco en la vida. Los genes del abuelo están ahí, también para sus hijos, que, a lo mejor, sabrán levantar su propia fortuna. O disfrutar de la vida de otra manera.
En fin, es un placer leeros.
Un abrazo"
Muchísimas gracias, Pilar, necesitaré toda la inspiración para responderte con otro artículo que esté a la altura.