Ponzi, Madoff y otros muchos, anónimos y conocidos practicantes, desaparecieron antes o después de que encendieran las luces. Sin embargo, otros negocios vitales y consolidados se acercan más de lo deseable a las prácticas peligrosas, en estos tiempos en que la liquidez desaparece y la depresión se cierne. Por ejemplo las cajas de ahorros que pagan porcentajes de dos dígitos por captar dinero que tape los agujeros de liquidez, o una Seguridad Social que se esfuerza en mantener el sistema sanitario en detrimento del de pensiones.
En el escenario actual donde el dinero desaparece a cambio de ladrillos que nadie quiere o enterrados en empresas que cierran, cuando el dinero es arroz, muchos grandes y respetables negocios se parecen más y más a Keops, Kefrén y Micerinos. Una metamorfosis dramática y que puede ser aún más devastadora que la escuela Ponzi, sólo que esta vez habrá sido sin querer.