

La idea de dinero de curso forzoso, ya sea con el sistema monetario actual o con uno totalmente electrónico, dilapida el concepto de dinero. Este sistema fuerza la aceptación del dinero como medio de pago por su valor nominal. Esto hace operar a la Ley de Gresham, la cual, dice que la moneda mala desplaza a la buena.
Un sistema monetario electrónico, calca las debilidades del sistema actual y lo que es peor incentiva a otras actuaciones fraudulentas. Efectivamente, un sistema electrónico público y de curso forzoso desplazaría a la moneda buena e impondría la mala, tal y como lo hace el sistema monetario actual. Los agentes no podrían elegir que bien es más líquido sino que sería impuesto vía mandato. Además, se ignora el problema fundamental: el sistema actual basado en la reserva fraccionaria está articulado para agrandar el poder de políticos y banqueros, mientras la población sufre de inflación y el proceso de expansión crediticia sin respaldo de ahorro real lleva a que los agentes cometan nefastos errores de inversión comprometiendo la solvencia del sistema.
Todo esto no se lograría si no es por un banco central que sirve como prestamista de última instancia y con el respaldo del estado vía fondos de garantía de depósitos, los cuales, garantizan “utópicamente” la fraudulenta actividad. Como se ha visto a lo largo de la historia, todos esos procedimientos acaban quedándose cortos y no queda más remedio que recapitalizar con deuda y mayores impuestos.
Si dichas instituciones públicas no existieran, el propio hacer bancario llevaría al principio de prudencia. Nadie dice aquí que se erradicarían los fraudes bancarios, pero no olvidemos que el banquero no es más que un hombre de negocios que desea hacer dinero y prosperar el mayor tiempo posible en el mercado. Bajo ese esquema solo cabe el servir fielmente a las exigencias de sus clientes. Nadie prospera arruinado a sus acreedores ni incumpliendo sus obligaciones como pasa en el sistema actual o pasaría en un sistema electrónico público.

En un sistema de moneda privada aquellos bancos que expandan la oferta monetaria por encima de sus disponibilidades estarán asumiendo un riesgo de quebrar por insolvencia. La propuesta del sistema electrónico hace que el único incentivo sea el de expandir la oferta monetaria haciendo peligrar a todo el sistema de insolvencia. Además, priva al agente a poder salir de dicho sistema retirando sus depósitos.
Debemos tener claro que el estado no ha desarrollado ninguna tecnología o teoría para la emisión de un dinero óptimo, los óptimos los determinan los agentes, la liquidez de un bien no la determina el estado, la determinan los agentes con sus valoraciones y juicios personales. El estado solo ha atracado sistemáticamente con las leyes de curso forzoso nuestro poder adquisitivo como medio de recaudación y como una forma de enriquecer a la corte política y bancaria.
Como hemos visto el sistema electrónico llevaría a que se cometieran más tropelías de las que se cometen actualmente, ya que incentiva la expansión infinita de la oferta monetaria que tiraría por tierra todos los argumentos sobre estabilidad, distorsionaría los precios, crearía tremendas burbujas, impediría al agente salir de dicha trampa e institucionalizaría el crimen despojando a la gente del poder adquisitivo de su dinero.
La solución por tanto no es el dinero público de curso forzoso, la solución es el libre mercado y un dinero privado bajo la soberanía de la oferta y la demanda de los consumidores."
Muchas gracias, ManuelMad, como siempre una interesantísima reflexión.