Deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco.
Estas sabias palabras son de Diógenes el Cínico y contienen una inestimable lección de austeridad para afrontar e, incluso, sacar algo de provecho de estos tiempos de recesión que nos ha tocado vivir.
Desear poco, muy poco, de las muchas banalidades que nos ofrece el mercado. Lo cruel es que tal y como están las cosas, hasta deseando poco, se gasta mucho. De ahí que en el actual escenario de crisis sea casi imperativo el adquirir hábitos domésticos de austeridad. No es sencillo acostumbrarse a menos, pero la verdad es que es menos difícil vivir con menos, evitando caer ante las deslumbrantes tentaciones de un consumismo desbocado que nos hace adquirir tantas cosas futiles que, la mayoría de las veces, se desean sólo por estatus. Al adquirir ropa, por ejemplo. Ese verdadero "culto" al vestir "de marca" argumentando, con falsa modestia, que esas son las mejores prendas porque sientan bien y son de mejor calidad. Pero esa obsesión por "la marca" no es por los tejidos o el corte, sino por la marca en sí, gran fetiche idiota de una sociedad que crea vacu@s "fashion victims" obsesionad@s por el envoltorio, por "la imagen", por "el look". Es triste pensar que por esa tontería la gente sufre angustias y se endeuda, "estirando más el brazo que la manga", como popularmente se dice.
La crisis es una oportunidad, puede que ingrata, pero oportunidad al fin y al cabo, de mitigar un poco los apetitos por lo exterior, por "el caché", por "la marca", y sustituirlos por otros, más íntimos y enriquecedores, como pasar una tarde en paz, leyendo, escuchando música, pensando, conociéndose un@ mism@ mejor y poniendo en orden las ideas. O disfrutar del gratificante discurrir de las horas en compañía de l@s amig@s. O abandonarse a la divina pasión del amor en pareja...
Y así, deteniendo un poco la agitada marcha de este mundo de tiburones en el que vivimos, quizá comprenderemos que, una vez cubiertas las necesidades básicas, el verdadero poder del dinero no es permitirnos acumular cosas y más cosas, sino proporcionarnos la libertad de poder disponer de más tiempo para la autorrealización personal y para disfrutar plenamente de lo que tenemos en la vida.