La esperanza es uno de los tres demonios de la bolsa, y por tanto, debemos “tratarla” como tal. Esto no significa que debamos eliminarla, sino identificarla y gestionarla.
La esperanza es una aliada en muchas situaciones de la vida, pero también se convierte en un enemigo en los peores momentos. La esperanza es la que nos ayuda y da fuerzas para superar una enfermedad, es quién nos apoya cuando hacemos frente a los resultados de unas oposiciones o sencillamente, la que nos dicta que podremos llegar a la meta en una maratón.
Si nos fijamos en la Real Academia Española, observamos que la esperanza se define como el estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea. El problema viene cuando surge la siguiente pregunta: ¿y si aparece la esperanza cuando creemos que se presenta como alcanzable lo que se desea? He aquí la clave para gestionar la esperanza.
Si realmente la esperanza parece ser nuestra aliada, entonces en el trading se convertirá en nuestra enemiga.
Debemos aprender a gestionar la esperanza, no a eliminarla. En el trading, aquellos que se arrastren por la esperanza en sus acciones, están avocados al fracaso.
La esperanza nos ayuda a mantenernos con vida, aunque sea por cuestión de poco tiempo. Un ejemplo lo podemos ver en la siguiente expresión: "me metí en el mercado, estoy perdiendo un 30% pero tengo la esperanza de que vuelva a subir el precio". El problema es que se han dejado correr las pérdidas. Grave error. Al ser humano le cuesta mucho reconocer sus errores. Entonces es cuando la psicología busca una excusa con tal de no reconocer nuestro error (ya subirá). Es en estos momentos cuando la esperanza aparece para "darnos un poco de aire", para poder respirar mientras sufrimos, mientras seguimos ahogándonos. En pocas palabras, la esperanza es como los retretes modernos o las fajas ortopédicas, están diseñados con buenas intenciones, pero sabemos que a la larga nos perjudica.
En mis experiencias profesionales y personales, he tenido que escuchar o percibir varias veces la frase anterior (voy perdiendo, pero tengo la esperanza de que subirá). Entonces ahí sí es cuando doy la razón a los que dicen: en la bolsa se pierde hasta la camisa; se pierde hasta la camisa, si nos dejamos arrastrar por las emociones y no aprendemos a reconocer nuestros errores.
En nuestro plan de trading, debe reinar el principio de la objetividad. No prima la esperanza, si existe objetividad. Al pensamiento de: "he cumplido mi objetivo, pero tengo la esperanza de que el precio seguirá subiendo", solo cabe invocar a la objetividad: ¿Qué está haciendo el precio? ¿Existe algún nivel de referencia en el que nos podamos apoyar? ¿Existe realmente un segundo objetivo? De no ser así, entonces debemos ser objetivos; cerramos nuestra posición, cumplimos nuestros objetivos, y cerramos la pantalla. Mañana será otro día.
La esperanza será nuestra aliada, siempre y cuando la respetemos y no nos dejemos arrastrar por ella.