El post del 2 de Junio inevitablemente trajo algunas reflexiones nuevas y no tanto. Si bien la línea experimental de la denominada Economía Conductual ha presentado gran evidencia acerca de la ausencia de racionalidad en nuestros comportamientos, en primera instancia nos resulta algo incomodo asumir esa afirmación. Como un ancla conceptual, damos por descontado que, en líneas generales, nuestro comportamiento responde de la mejor manera ante las situaciones de la vida cotidiana.
Haciendo uso de las nociones que expusimos en el post mencionado, varios días tuve una suerte de ensayo escéptico sobre el tema. Pensando varios días acerca de la permanencia de un patrón irracional sobre mi comportamiento y de alguna de las personas de mi entorno y creo que estaban al alcance de la mano. Sin embargo, desde aquí nuevamente las dudas: si el que corre para cruzar una calle y evitar el semáforo es racional dado que está maximizando su tiempo podríamos pensar que no evalúa la probabilidad de caer y lastimarse o, más grave aún, de una tragedia. Si bien este ejemplo es algo sutil, no podemos dejar de tener en cuenta los dos escenarios, es decir, el bueno (maximizador) y el malo (posible hecho desfavorable o trágico).
Por otra parte cuando nos acercarnos a la economía, podemos pensar en la hipótesis referida a que al efectuar una decisión racional podríamos incurrir, en el corto plazo, en costos según el contexto o ciclo económico en el que estemos inmersos. Decimos costos en el corto plazo, dada la demora en tomar la decisión y, en el transcurso, soportar costos de oportunidad. Ante la necesidad de actuar rápido en el instante de efectuar la decisión, por ejemplo de inversión en activos con fuerte crecimiento, los agentes comienzan a tomar opciones o ampliar el rango de las mismas las cuales, históricamente, se mostraron más riesgosas o dentro de la distribución de probabilidad asociada a eventos disruptivos. Este es el caso de compras de activos no convencionales que generan un retorno muy alto en escenarios de crecimiento abrupto de los precios principalmente en el sistema financiero.
En línea con el post anterior, en este sentido, la pregunta acerca de si en cada escenario dado no se evaluó ex ante la distribución de probabilidad de hechos desfavorables que puedan generar consecuencias no esperadas cobra relevancia.
Uno de los aspectos a considerar está relacionado con la tasa de impaciencia frente a decisiones económicas. Si bien, en principio, decimos que la misma es el resultado sesgado de un comportamiento irracional dado que inundamos el pensamiento lógico y prudencial con un sentimiento que nos apresura con cierta halo de intempestividad; al pensar que podemos incurrir en pérdidas dadas por el tiempo que transcurre, no sería una decisión tan errónea optar por un instrumento o cosa que muestra una dinámica insustentable o que estaría en el límite de la misma. En este sentido, respecto a ésta última podemos aludir a una variable Framework-Dependent. Puede sonar tautológico pero, dadas las crisis económicas de la historia de la economía mundial, cualquier comportamiento que parece sustentable puede transformarse en disruptivo en tan solo un corto período de tiempo.
El párrafo precedente introduce un desafío muy actual el cual se divide en dos aspectos pero tal división no necesariamente es antitética:
- El costo al cual se puede incurrir si decidimos enfocarnos en la racionalidad y, por tanto, no tomar decisiones apresuradas y de corto plazo como las que se evidencian en la volatilidad de los mercados debería ser mucho mayor a las ganancias por incurrir en el proceso decisorio donde tales resultados, en el corto plazo, están casi asegurados.
- Otro de los puntos es el que se alude a la noción de Framework-Dependent. En un clásico e iluminador trabajo, The Financial Instability Hypothesis (1992), Hyman Minsky argumenta que ciertas unidades (hacemos la extensión a instrumentos) bajo cierto contexto pueden ser seguras pero bajo otro pueden resultar especulativas hasta llegar al esquema Ponzi, tan mencionado desde el evento Lehman Brothers de finales de 2008.
Dadas estas dos observaciones, la primera desde una óptica microfundamentada y la segunda perpetrada en el análisis macroeconómico, notamos que al día de hoy presentan grandes desafíos para el conocimiento y la compresión de los fenómenos económicos.
Tomando la primera afirmación, se cree que en esos momentos operan las heurísticas y, más concretamente, lo que denominan Kahneman y Tversky: heurísticas de anclar y ajustar. Un proceso por el cual la forma de evaluación frente a una situación es rápido dejando de lado las fuentes estadísticas y estudios necesarios sobre los acontecimientos que enmarcan tal situación.
Estos aspectos son fielmente representados en los mercados de forma casi permanente. Si solo observamos que la tasa de interés de referencia de Estados Unidos viene de un proceso de disminución permanente sería erróneo suponer que el próximo año, bajo las mismas circunstancias, la dinámica será similar pues pueden haber otros eventos no esperados que comulguen en una suba de tasas. No obstante, no podemos olvidar que cuando nos referimos a la obtención de grandes ganancias, este mecanismo tiene probabilidades enormes de estar presente en todos los agentes.
Por otro lado, el crecimiento en calidad y acceso de las tecnologías de información ha sido de escala impensada. En un contexto de mucha información y accesibilidad, una de las consecuencias parece ser su variabilidad en frecuencia y celeridad: tenemos información de todo el mundo permanentemente y, desde este punto, tal información parece modificarse todo el tiempo como un proceso que se retroalimente de sí mismo. Esto genera un grado de opacidad sistémico que se debe tener en cuenta.
Al recordar las crisis financieras de 1929 y 2008, la disponibilidad de malas noticias, fehacientes o exageradas, hizo que todo un cumulo de influjos de inversión se detuviera súbitamente para transformarse en una huida hacia la calidad en un marco de un déficit en las regulaciones e instituciones necesarias. Opciones que en momentos antes del abrupto pesimismo eran consideradas seguras se trasladaron al campo de la bancarrota, es decir, serían instrumentos/variables bajo características Framework-Dependent.
Seguramente hay mucho por analizar. Trabajos como los de Broner et. al. (2010), dejan gran evidencia sobre los comportamientos que se emanan desde los agentes que administran y nutren las decisiones que observamos en el sistema. Administradores de cartera que están más favorecidos por el complejo informativo en relación a los inversores reales. Aquí se presentan los tradicionales problemas de principal-agente en el que los que administran los fondos para obtener mejores ganancias toman posiciones de riesgo exorbitante al pesar de los dueños reales de tales fondos. Sin dudas, la fascinación por el boom puede ser de gran magnitud pero el límite mediante la regulación debería estar presente.
Volviendo al principio, si estamos invitados a pensar en esos aspectos estamos acercándoos a las puertas de la naturaleza de las crisis. Hechos que nos deben aleccionar y demandar un esfuerzo sesudo de los profesionales sociales.
Olvidarnos de la precautoriedad y la austeridad para sustentar un sistema en aras de la desmesura puede ser un camino de irracionalismo hacia nuevas crisis. Las instituciones deberían actuar siempre, tal vez imitando al sol, que siempre está.
Referencias bibliográficas
- Broner F., Didier T., Erce A. y Schmukler S. L., (2010). Gross Capital Flows: Dynamics and Crises. Banco de España, Documento de trabajo No. 1039.
- Kahneman D., (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar, Straus and Giroux/New York. Varios Capítulos.
- Kahneman D. y Tversky A., (1979). Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases. Science, 185, pp. 1124-1131.
- Minsky H. P., (1992). The Financial Instability Hypothesis. The Jerome Levy Economics Institute of Board College, WP No. 74.