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¿Controlarlo todo?

Del blog de Juan Haro.

"Lewis Carroll en su obra Alicia en el país de las Maravillas cuenta que en su camino por el bosque de un imaginario mundo al revés, insólito país de las maravillas, Alicia se sorprendió al ver a un gato subido a una rama del árbol, a pocos metros de distancia.

El gato vió a Alicia y se puso a sonreír. -Parece risueño- pensó Alicia, pero el gato tenia uñas muy largas y dientes grandes, así que decidió que sería mejor tratarlo con el debido respeto.

- Minino -le dijo- ¿podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?
- Depende mucho del punto adonde quieras ir -contestó el gato-.
- Me da igual dónde -dijo Alicia-.
- Entonces no importa qué camino sigas -dijo el gato, y añadió-: Seguro que llegarás a alguna parte, si andas lo suficiente. "


El argumento era irrefutable, y valido para todos nosotros. Llegaremos a cualquier parte siempre que andemos lo suficiente. Pero lo que importa no es tan sólo andar lo suficiente, sino saber en qué dirección hemos de hacerlo. Goethe dejó escrito:


"Más importante que saber en dónde estamos es saber en qué dirección nos movemos."


El barco que sale sin saber adónde va, seguro que llega a un puerto: el de ninguna parte. Las decisiones importantes que tomamos en nuestra vida se suelen gestar en una de estas 3 fechas señaladas de cada año:

  1. El día de tu cumpleaños.
  2. Vacaciones (Agosto).
  3. Navidad - Año Nuevo.

¿Por qué? Porque solemos mirar hacía atrás y descubrir que estamos andando como Alicia sin saber hacía donde caminamos. Son momentos de cambios, de compromisos, de promesas, de juramentos. Ahora llega la Navidad y el Año Nuevo, sin duda nos reuniremos con nosotros mismos para meditar, para analizar nuestra vida, nuestro año: haremos balance.


Las personas no cambian cuando se sienten bien, cambian cuando están hastiadas.
Cuando las cosas marchan bien, todos tenemos la tendencia a seguir haciendo prácticamente lo mismo que hemos estado haciendo. El dolor nos empuja hacia esos momentos cruciales. Algo nos hiere y entonces, finalmente, nos decidimos. Un hombre pasa toda su vida trabajando de sesenta a cien horas a la semana tratando de enriquecerse. ¿Por qué? Porque vió a su padre esclavizándose durante toda su vida, sin jamás disfrutar de nada, muriendo mientras trabajaba ¡y él no quiere que le suceda lo mismo!


Otros tratan de vivir con cautela dentro de la seguridad de patrones establecidos. No se sienten realizados, pero no obstante, han encontrado una forma no de éxito (cualquiera que sea), sino de evitar el fracaso. La vida tiene un riesgo inevitable, cada aliento que sigue es una posibilidad. Hay veces que quizá apostamos demasiado, y otras veces nos sentimos tan heridos y defraudados que queremos dejar de jugar para siempre. Pero la meta es seguir jugando, seguir participando de la vida, seguir arriesgando.


Si pensamos durante largo tiempo en las posibles consecuencias de un nuevo cambio, las ratas del temor saldrán de los sótanos de nuestra mente y nos abrumarán.
Cualquier cosa nueva puede ser alarmante. En la vida, el hecho de correr riesgos es algo muy parecido a invertir dinero; las ganancias potenciales reflejan, en parte, el grado de riesgo. Mientras más elevadas sean las apuestas, más atemorizante será el juego. Dos minutos pasados en la montaña rusa son muchos más intensos que ocho horas de tediosas reuniones. Se nos ha concedido tiempo y lo mucho o poco que hagamos de ese tiempo depende de nosotros.


El correr riesgos es una parte primordial de la vida, no esperes de ninguna manera poder evitarlo. La capitulación crónica ante el temor unicamente asegura la mediocridad. Por cada cosa nueva que intentes, sugiero que te preguntes: ¿Cuál es el riesgo y cuáles son las posibilidades que me puede brindar -los dividendos-? Cómo si fueses un inversor. Sin tener demasiado apego a las cosas, pero siempre con conocimiento. Es una actitud en la que esperas que el arriesgarse forme parte de lo que haces en este planeta. No se trata de riesgos absurdos, sino de aceptar un equilibrio entre arriesgar en todo momento o no arriesgar nada. Esto te hará crecer, madurar y ser mejor.


Lo importante es aprender a sazonar el banquete de la vida con esas aromáticas especias de tensión y riesgo. Cuando tratamos de aprender algo, si luchamos por mantener el control, entonces aprendemos con lentitud (si es que aprendemos algo). Cuando aprendemos a andar en bicicleta, si seguimos luchando por mantener el control en no arriesgar nada, dirigiendo inflexibles nuestros brazos y piernas con órdenes de cómo deben comportarse, caeremos con mayor frecuencia. En cambio, podemos desistir de nuestro mito de estar a cargo de todo (de controlarlo todo - de intentar no equivocarse), renunciando a nuestra identidad para convertirnos en parte de la bicicleta (fluir - disfrutar con el proceso - arriesgar). Aprenderemos antes y mejor si nos dejamos llevar, como si estuvieses bailando.


Se necesita el máximo valor para hacer uso de esa entrega de uno mismo a cualquier actividad que emprendamos, pero las recompensas son igualmente elevadas. Ciertas filosofías orientales se enfocan primordialmente en este estado principal. El concepto de actuar sin un pensamiento inhibido probablemente fue cristalizado por primera vez por los samurais del Japón medieval: la mejor forma de derrotar a un adversario en un duelo era luchando sin el retraso del pensamiento. Los movimientos reales de un samurai estaban dictados más por el sentimiento que por el pensamiento. Cuando trates de aprender algo vale la pena apagar, desconectar o desintonizar la mente. Los arqueros zen de Oriente perfeccionaban su disciplina no concentrándose en el blanco, sino intentando adquirir la sensación de precisión en el disparo. Si el disparo es preciso el dar en el blanco surge de forma natural.


Arriesgate a desprenderte de ese valioso y pequeño control que tanto has luchado por ganar, dejate llevar lo suficiente para concentrarte en lo que estas haciendo (nada más). Entregate a lo que haces, siente y disfruta. Los resultados llegarán!!!.


El entrenador Vicen Lombardi decía: "Ganar no lo es todo, pero sí lo es intentarlo"
.


Suerte amig@. Sigue arriesgando, intentando, viviendo.
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