Desde un punto de vista humano sorprende ver cómo los mercados acaban asumiendo como "normal" situaciones tan inhumanas y dramáticas como las vividas en París este pasado viernes. Recordamos ahora las reacciones de los mercados tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, del 11 de marzo de 2004 en Madrid, y del 7 de julio de 2005 en Londres. Desde entonces, este tipo de sucesos dramáticos pasan prácticamente inadvertidos para las cotizaciones, como también ha sido el caso hoy con el reciente de París. La realidad es que las fuertes correcciones sufridas por los mercados con los primeros atentados no tardaron en revelarse como grandes oportunidades de compra, quizás por ello hoy en día la psicología del mercado no reaccione como entonces. Al fin y al cabo, los mercados sólo entienden de dinero y de riesgo y, por sus reacciones más recientes, no parecen asignarle un riesgo elevado a los sucedido el viernes en París, ni a la amenaza que para el mundo relativamente más civilizado supone el auto proclamado Estado Islámico, una amenaza con la que Los gobiernos occidentales están siendo excesivamente tolerantes y complacientes. La realidad es que estamos en guerra, y que las democracias occidentales disponen de los medios y potencia suficientes para exterminar al enemigo allá donde se encuentre. Ya es hora de hacerlo y la complacencia de los mercados no es precisamente una buena señal en este sentido.