En primer lugar su único efecto sobre la economía general es salvarle el culo a unos cuantos promotores que se equivocaron con sus inversiones, a costa de gastar un dinero que bien se podría emplear en devolverlo a los ciudadanos a los que pertenece. Afortunadamente el gobierno no tiene capacidad para alterar significativamente el inmenso mercado inmobiliario, pero como consecuencia de ello la medida de gracia sólo alcanzará a unos cuantos. ¿A alguien se le ocurre quienes serán los promotores elegidos? ¿Amigotes tal vez? Uy, que malpensado soy...
Por otro lado es completamente absurdo promover desde el gobierno la construcción de viviendas. Hay un buen motivo por el que la iniciativa privada ha dejado de promover vivienda en España: ¡sobran casas! Pero ahora llega el gobierno planificador, que sabe más que nadie, y decide que los empresarios se equivocan y que hay que construir más casas. Un argumento que se repite es que así se crean puestos de trabajo. Pues bien, yo propongo otra forma de crear empleo que es igual de útil pero más ecológica: se coge un solar, se levanta una torre y cuando esté acabada se dinamita y se levanta otra vez. Así tenemos a los obreros ocupados construyendo algo igual de inútil que las casas vacías pero consumimos mucho menos terreno.
Estamos viendo últimamente como los gobiernos aprovechan una crisis que han provocado ellos con sus políticas de intervención de tipos de interés y de regulación extrema del mercado de vivienda para apropiarse de más poder aumentando la intervención económica frente a la libertad de los ciudadanos.