Cuando un país como España tiene déficit exterior lo que ocurre es que está recibiendo bienes por mayor valor que el de los bienes que entrega al extranjero. Como los demás países no son hermanitas de la caridad a cambio exigen la entrega de activos financieros: compromisos de pago de la diferencia con intereses. El déficit comercial y el endeudamiento exterior vienen a ser dos caras de una misma moneda. La primera no es posible sin la segunda ni al revés.
España en los últimos años se ha caracterizado por batir récords mundiales de déficit exterior. En mi opinión el déficit exterior es el dato que mejor resume la magnitud del problema y lo que ha estado pasando: entrada masiva de financiación que se malgasta construyendo casas vacías. ¿Qué va a pasar a partir de ahora?
Pienso que el déficit va a desaparecer por el hundimiento que van a experimentar las importaciones. Y cuanto antes ocurra mejor.
Como ya he explicado, el déficit comercial tiene su contrapartida en la financiación proveniente del exterior. Al cortarse ésta resultará físicamente imposible que el déficit permanezca, y eso se traduce en el hundimiento de la demanda. También podría corregirse en teoría por una subida de las exportaciones, pero en mi opinión eso no va a ocurrir a corto plazo porque para ello tendríamos que dar un salto mágico en competitividad, e incluso así con todos los países de nuestro entorno en crisis no se ve la forma.
Sin embargo, el diferencial de inflación negativo que vamos a tener con Europa (por el hundimiento del consumo) y la caída de los salarios (consecuencia del paro masivo) harán subir la competitividad a medio plazo, y con el tiempo impulsarán las exportaciones. Si los mercados laborales no estuviesen tan intervenidos este ajuste sería más rápido y permitiría una recuperación más veloz.
No es precisamente la forma más agradable de corregir el déficit exterior, pero es necesaria para que el endeudamiento exterior del país deje de crecer, de lo contrario nos acabaríamos ahogando en la deuda (si es que no nos estamos ahogando ya) y nuestros prestamistas tarde o temprano dejarían de confiar en que paguemos lo adeudado. En la situación actual no existe otra forma de corregirlo.
Las crisis sirven para que se liquiden las malas inversiones y sanear la situación, pero mientras el déficit exterior siga donde está nuestra posición financiera seguirá deteriorándose en lugar de estar saneándose. Con esto no quiero decir que cuando desaparezca el déficit la crisis pasará, sino que la magnitud de la "crisis necesaria" dejará de crecer.