Hace alguna semana que vengo maquinando que la operación contra Marta Domínguez me suena a excusa para dejar de hablar de otros temas más importantes de nuestra sociedad actual. En un primer momento, ya lo comentaba en mis círculos más íntimos me sonaba a chivo expiatorio para desviar la atención general.
A mí me resulta sospechoso que después del lío mediático que se formó a todos los niveles, que a día de hoy no haya ningún detenido. Hace pocos días, se veía en la prensa imágenes de Manuel Pascua entrenando con normalidad. Ayer, Marta Domínguez compareció ante la prensa desmintiendo que en su casa se encontrara ninguna sustancia prohibida o que sea culpable de lo que se la ha acusado. En un primer momento, algunos medios hablaron de videos y pinchazos telefónicos para justificar la medida pero no se sabe nada más. Sale libre como el resto de los que parecían culpables.
Todo parece que se queda en agua de borrajas, pero dañando la imagen de una de nuestras deportistas de alto nivel. Y como decía ella misma, haciendo sufrir a todos los que la quieren. Por todo ello, a día de hoy, Marta Dominguez me suena a víctima.
Tras esta sensación, sale en estos momentos, la noticia de la aberración jurídica que supone ser a la vez, imputado y testigo. Eso sí, luego el tiempo traerá o quitará razones pero quizás sea demasiado tarde después de haber destrozado una trayectoria exitosa. En nuestro país, parece que tenemos por norma, derribar y luego le toca a la víctima justificar su inocencia.