Hacía tiempo que no miraba las cuentas de la Contabilidad de Caja del Estado y la verdad es que lo visto no es como para quedarse convencido de que se llegará a final de año cumpliendo el objetivo de déficit del 6 % para el conjunto de las Adminitraciones Públicas, sobre todo teniendo en cuenta que ya está claro que ni las Comunidades Autónomas ni los Ayuntamientos van a cumplir su parte del compromiso. Lo malo es que tampoco son convincentes los conceptos en los que se ha recortado el gasto ya que donde más se recorta es en las inversiones, justo lo contrario de lo que defienden los economistas que opinan que de esta crisis no se sale si no es con una mayor inversión del Estado que sustituya a la privada.
Los ingresos, hasta finales de agosto, han crecido un 1,9 % gracias fundamentalmente a que la recaudación por la renta de las personas físicas ha aumentado unos 1.300 millones (somos menos los que lo pagamos,pero pagamos más) y al IVA de las importaciones que crece otros 1.100 millones. Los ingresos por el impuesto de sociedades baja 600 millones (por eso seguramente el decreto ley que obliga a retrasar las deducciones fiscales de las empresas) y también disminuyen los ingresos relacionados con el consumo interno, como son el IVA de operaciones interiores y los impuestos especiales por las bebidas alcohólicas, tabaco e hidrocarburos, muestra de que la actividad económica se está ralentizando y más que lo va a hacer si se recorta el gasto en inversión, que es el que genera empleo, reduce el paro y hace que el consumo interno aumente.
Por el lado de los gastos, y ahora me refiero solo a los del Estado, ya que no hay información sobre el gasto de las Comunidades Autónomas ni de los Ayuntamientos, resulta que el gasto de personal aumenta en 300 millones pese a haber reducido un 5 % el sueldo de los funcionarios, debe ser que ahora son más. Los gastos corrientes en bienes y servicios bajan en 150 millones y los gastos financieros, lo que nos cuesta el pago de intereses de la Deuda del Estado, aumenta en casi 900 millones y las inversiones bajan en 1.550 millones. Es decir, en realidad solo se ha reducido el gasto en 500 millones y eso gracias a meterle un hachazo del 26 % al presupuesto en inversiones que es el único que no se debería haber tocado.
En las cuentas que presenta la Intervención General del Estado nos dicen que en los ocho primeros meses del año el déficit se ha reducido en 3.372 millones, pero no crean que esto se corresponde con un esfuerzo en el control del gasto corriente, porque ya ven que no ha sido así si no todo lo contrario, la explicación está en que este año se han realizado menos transferencias a los Ayuntamientos porque ya se han acabado los fondos del segundo plan E que se inventaron.
Resumiendo: Los gastos corrientes no solo no se recortan sino que aumentan y lo que se recorta en inversiones se lo come el incremento que hay que pagar por los intereses de la deuda. Como se recortan las inversiones y se aumentan los impuestos directos queda menos dinero para el consumo interno y por lo tanto se recauda menos por impuestos indirectos y especiales con lo que es difícil que los ingresos aumenten. Conclusión, más gastos y menos ingresos significa más déficit. No tardarán mucho en darse cuenta nuestros acreedores.
Si no hay inversión privada y se recorta la inversión pública lo vamos a pasar muy mal. Ya veremos lo que nos depara el futuro.
Saludos.
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