Avante
03/02/20 14:21
Ha comentado en el artículo Los bancos, una inversión apestada
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En el S.XVIII aparece, por impulso de Carlos III, un banco "pelota" que recibe el nombre de Banco de San Carlos (por el rey). Nada más empezar sus operaciones uno de sus ejecutivos fue encausado por irregularidades que fueron más tarde sobreseídas. Más adelante, mantuvo el nivel peloteril cambiando su nombre a Banco de San Fernando (por Fernando VII). De ahí pasó a ser el Banco de Isabel II (adivina quien llevaba corona por entonces). Tras la transición hasta tuvimos billetes firmados por alguien que estaba en la cárcel. Y, desde luego, a veces da apurillo entrever qué peloteos particulares se trae en esta última época porque siendo Banco de España lo lógico sería que intentara caernos bien a todos.
Pero no, parece ser que está más por la labor de cuidar de sus cada vez menos administrados que de los cada vez más súbditos del Reino.
Con la desaparición, casi íntegra, de las Cajas (no estoy defendiendo su modelo de gestión sino su razón de ser) desapareció también una forma social de interpretar las necesidades del ahorrador y del prestatario que gracias a la concentración debida a las necesidades de solvencia (eso es lo que nos han contado, al menos) ha devenido en la generación de monstruos financieros too big to fail a los que no se les puede ni toser. ¡Menudos monstruos! han tenido una actitud gamberra, insolente y hasta diría que sociópata en demasiados ámbitos. Parece como si el "todo vale" del peor capitalismo salvaje hubiera encontrado su horma del zapato en esta banca.
¿Competir? Pues no sé, me da a mi que operan ya como una especie de cartel con pequeñas diferencias que mantienen las apariencias pero en materia de malas prácticas, de falta de respuesta a la España vaciada, de ninguneo a la forma de relacionarse con la banca por parte de la tercera edad, de absoluta falta de remordimientos y responsabilidad en lo que se refiere a prácticas abusivas masivas que saturan los juzgados (ad-hoc, no lo olvidemos)... son cualquier cosa menos empresas éticas y responsables.
Por más que metan unos milloncitos en ese intrumento de su particular "astroturfing" en forma de memoria RSE o hagan anuncios con música y voces edulcoradas hasta que petan los diabéticos.
Llevan décadas, al menos desde que entró en vigor la Ley 9/1992 (que fue luego sustituida por la 26/2006) saltándose a la comba la prohibición de endosar seguros. Lo han hecho al más puro estilo siciliano y seguirán haciéndolo.
En este momento les importa un bledo el efectivo en depósitos ¡hasta te cobran por guardarlo! Les va intermediar en productos de inversión y más aún si son puras apuestas como los derivados. Y también las comisiones de seguros y de planes de pensiones.
Jamás habían tenido tanto margen en los préstamos (teóricamente su beneficio es el diferencial) pero no dejan de lloriquear. Si en plena cresta de la ola pre-crisis (2004) un banco como el BBVA obtenía un beneficio neto de 2.802 millones EUR en 2019 obtuvo 3.512 millones EUR (un 25% más) ¿hay motivos para tanto llanto?
En fin, que algo huele a podrido y no es en Dinamarca. Habrá que devolver a muchos ejecutivos al parvulario, a aprender eso que se llama convivencia. Y, de paso, que vayan construyendo su ética que es materia que está a cal y canto encerrada en el sótano.