Lo que ocurre estos días en las calles de Madrid no es más que la explosión final de la última gran burbuja española: la de los títulos universitarios. Burbuja que ha explotado como consecuencia de la otra gran burbuja que mantenía esta España que conocíamos: la construcción.
De la España analfabeta se pasó a la España de las clases medias y se incardinó en la sociedad la idea de que había que mandar a los hijos a la universidad, quisieran o no quisieran. No solo era una forma de distinguir y dar un futuro a los hijos, sino que se convirtió en un paso necesario en la vida. Del bautizo a la comunión, de la comunión a la universidad, de la universidad al curro, a la jubilación y a la tumba.
Una vida programada para una sociedad de serie.
Acudir a la universidad, ímplicitamente tenía aparejada una promesa: la de un futuro mejor.
Hoy, esa promesa visiblemente se ha roto y se ha demostrado falaz. Se les dijo que atesorando dos licenciaturas, tres idiomas y 25 juergas universitarias serían contratados en las empresas. Se les dijo que por ir a clase, escuchar a un profesor, hacer un erasmus y fumarse unos porros, el mundo estaría abierto para ellos. Podrían seguir engordando su culo en los asientos de sus trabajos una vez que los hubieran engordado en sus pupitres.
Pero hoy, se ha roto la cadena de los acontecimientos para los que habían sido programados. Han aprendido una importante lección. No hay promesas que valgan, no hay expectativas que valgan, menos si están vienen dell Estado.
Yo les digo que cambien su mentalidad y su discurso. La culpa de su situación es solo de ellos.
Sé que admitir como propia culpa de lo que a uno le ocurre es subversivo, pero mientras no lo hagan, solo serán un atajo de niñatos engañados por las falacias de este Estado.
Admitid la culpa y empezad a pensar por vosotros mismos. No pidáis trabajo, ¡¡creádlo¡¡. No solicitéis nada a papá Estado, ¡¡hacédlo vosotros!!
Dejad de pedir y dad. Sois una generación de vagos, de borrachos, de jugadores de play-station y lo que le hace falta a este país no es una panda de trabajadores burgueses, sino una nueva ola de emprendedores capitalistas que no cuenten con el Estado para nada. Manifestaos ¡sí! Pero no para pedir, sino para dar. Decidle al Estado que el Estado no es nadie más que una panda de burócratas ególatras. Decidle que no le necesitais y que no os castigue con su burocracia e impuestos abusivos.
Dicen, estos niñatos engañados, que la culpa es del capitalismo, y eso denota que han ido a la universidad pero la universidad no ha pasado por ellos.
Cualquiera con dedo y medio de frente sabe que no vivimos en un sistema capitalista, sino un sistema ultrasocialista. En el capitalismo, quien lo hace mal la paga. Si un banco quiebra, la propiedad ha de pasar de los actuales dueños a los acreedores y así reestablecer el equilibrio. Salvar un banco es una jugada socialista, en la que "se salvan los bancos por el bien de la sociedad". El corporativismo y los lazos de sangre no son capitalistas, son elitistas, y los elitistas prefieren el socialismo porque así tienen engañado al pueblo con sus pensamientos políticamente correctos.
En Islandia, lo único que han hecho es redeescubrir el verdadero capitalismo. Quien lo hace bien gana, quien lo hace mal la paga.
Mientras todos estos revolucionarios de salón no se den cuenta que toda revolución empieza en el interior de cada uno de ellos, no tendrán éxito. Mientras no reflexionen que la culpa es de ellos y de su mal juicio, no tendran éxito.
Cuando entiendan que no es un sistema capitalista el que les ha engañado, sino un sistema socialista el que se la ha metido doblada...solo entonces, empezarán a liberarse.
Liberaos del pensamiento políticamente correcto y bienintencionado. Liberaos de las mentiras fascistas de la derecha y de la izquierda. Liberaos de esta democracia falaz. Liberaos del vicio de pedir y fomentad la virtud de dar. Fomentad la desobedicencia civil y pacífica a esta democracia de pega. Hacedlo!, pero aseguraros de hacer el diagnóstico correcto o la solución será peor que la enfermedad.
