La semana pasada hablábamos sobre la relación que hay entre constancia e imprudencia y de cómo en ocasiones no es fácil saber si estamos aplicando una u otra.
Tal como mencionamos, es nuestro sistema de operación el que nos debe poner los límites de forma que seamos constantes de forma coherente sin caer en la imprudencia.
Es una respuesta obvia, pero no siempre se puede aplicar con facilidad. Metidos en bolsa las cosas son más relativas y se diluyen los límites.
Vamos a poner un ejemplo histórico para ver esta dificultad.
Partamos de la idea de que eres un inversor basado en fundamentales. Dejas de lado, sobre el papel, los derivados y te centras en acciones. Mirar ratios financieros, analizas el modelo de negocio y la capacidad del equipo directivos. Buscas una empresa con capacidad de crecimiento y, finalmente, cual sería su adecuado valor de entrada. Entras a un precio que consideras adecuado y esperas el tiempo necesario para lleguen los beneficios. Una espera que se mide en años. Estamos hablando de value investing.
Este es tu método, un método que lleva décadas funcionando. Pero que de repente falla. Y falla de forma considerable.
A partir de 1999 una serie de empresas empiezan a subir en bolsa de forma increíble. Pero no cumplen con los requisitos enumerados antes. Su materia prima en el conocimiento y tienen un modelo de negocio adaptado a los nuevos tiempo pero lo tienen todo por demostrar.
Con las reglas tradicionales su valor es muy bajo, totalmente separado de su cotización. De hecho la diferencia es tan grande que es común oír que, simplemente, esta forma tradicional de valorar una empresa ha pasado a la historia, es el momento de la nueva economía.
Sin embargo, tu sigues en la vieja economía viendo como empresas que no deberían valer apenas nada suben su cotización un mes tras otro, un año tras otro.
No le encuentras sentido y te planteas: ¿debo seguir mi método de inversión a pesar de lo que veo? ¿soy constante o imprudente?
Como es de todos sabido la pugna entre nueva economía y value investing se resolvió tal como vemos en el siguiente gráfico del Nasdaq
Las empresas .com subieron de valor tan rápidamente como bajaron. Finalmente la nueva economía no era más que una subdivisión de la vieja economía. El análisis fundamental siguió y sigue ahí. aunque valores como Facebook o Twitter nos den que pensar.
En este caso si abogastes por la constancia, al final vinieron los resultados. Y es fácil decirlo viendo los datos históricos. Pero si hubieras tenido que sufrir en esos años de malos resultados ¿habrías mantenido tu posiciones o las hubieras cerrado?
Y, viendo el lado opuesto. Si inicialmente te hubieras sumado a la economía del valor del conocimiento y tus posiciones fueran las tecnológicas emergentes ¿qué habrías hecho en los años 2.000 y 2.001 cuando su valor cayó de golpe? ¿las hubieras mantenido confiando en que la nueva economía es el futuro y aquello era sólo una fase temporal? ¿habrías pensado que tu fe en tus planteamiento era una imprudencia y habrías asumido unas pérdidas severas? En este caso la constancia sería imprudencia.
Las cosas están claras sólo desde las gradas.
Hasta la próxima.