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Blog The Bankruptcy por H. Mohedano
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⏰ La INFLACIÓN es un MONSTRUO SILENCIOSO que arrasa el poder adquisitivo, DESTRUYENDO el AHORRO

La receta de los bancos centrales durante la última década para promover el crecimiento económico tras la crisis del 08’ ha tenido como ingrediente principal la bajada de los tipos de interés. Siendo que estos no son otra cosa que el coste de pedir prestado dinero, la fórmula escogida consistía en un abaratamiento generalizado de su precio.

La Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra… La práctica totalidad de las autoridades encargadas de la política monetaria de las grandes economías mundiales tuvieron claro, desde el principio de la “Gran Recesión”, que la forma de lograr un rebote en el crecimiento económico pasaba por estimular el gasto y la inversión. Para ello es necesario liquidez, y los bancos centrales hicieron todo lo posible por asegurarla.


El mecanismo es el siguiente. Para que los particulares puedan invertir es necesaria financiación, que han de pedir a bancos comerciales quienes, a su vez, hacen lo propio con los centrales. De esta forma, la política de estímulo o contracción de estos últimos (bancos centrales) terminará por trasladarse a los primeros (particulares) mediante los segundos (bancos comerciales).

Si los bancos centrales abaratan la concesión de préstamos a bancos comerciales bajando los tipos, estos podrán ofrecer mejores condiciones a los particulares, quienes se lanzarán a invertir.

No obstante, en un contexto como el de la década de los 2010s, la razón de la baja inversión no era la falta de liquidez y el alto coste de la financiación, sino la incertidumbre económica, y los bancos comerciales se apropiaron de esta liquidez ofrecida por las autoridades. La respuesta no fue un cambio de política, sino un doble o nada, manteniéndose los tipos en mínimos históricos, llegando incluso a establecer tipos negativos.

La economía mundial se recuperó hasta niveles pre-crisis, pero las autoridades centrales no restablecieron los tipos, sino que mantuvieron su apuesta indefinidamente regando aún más de dinero las economías. Según MSN, se estima que el exceso de liquidez en la economía europea era de 4’6 billones de euros en 2019.

En esta situación llega el año 2020 y su gran protagonista, el COVID-19, y el parón casi completo de la actividad económica mundial durante varios meses, provocando una reacción en cadena que amenazó con sumir al mundo en su mayor crisis. Al igual que hacía diez años, las autoridades consideraron necesario estimular el gasto y la inversión para evitar la debacle, pero esta vez no se podía hacer mediante una bajada de tipos porque estos ya estaban al mínimo, de forma que los bancos centrales se sacaron de la manga nuevas fórmulas para inundar aún más de liquidez las economías, como la concesión de pagos y préstamos directos a particulares de manera prácticamente indiscriminada.

La consecuencia fue un enorme aumento de la masa monetaria, un 25% del total en tan solo dos años en el caso de la M3 de EE.UU. Como algunos expertos anticiparon, estas políticas provocarían tarde o temprano un aumento de la inflación, que se disparó hasta porcentajes no vistos en décadas, rondando el 10%.

En varias ocasiones, el ex-secretario del Tesoro estadounidense Summers ya había advertido de esta posibilidad, y en una reciente entrevista para la cadena CNN predijo que la economía estadounidense entraría en recesión en 2023 por ello.

La inflación es un monstruo silencioso que arrasa el poder adquisitivo, destruyendo el ahorro.

Un monstruo que los bancos centrales creían haber vencido, pero que una vez despierto se afanaron en desterrar ¿Cómo? Ahora sí, subiendo los tipos hasta niveles no vistos antes de la crisis financiera. Es decir, que cuando más necesario era estimular el gasto, haber atiborrado la economía de dinero durante más de una década impide tomar medidas tendentes a ese fin porque ya hay inflación. La bala de bajar los tipos ya se había disparado, y para incrementar la liquidez se hubo de acudir a opciones más inflacionistas.

La Fed ha aumentado los tipos en un 5%, y según Bloomberg esta subida podría llegar hasta el 7’5% en 2023, manteniéndose hasta 2024. Un duro golpe para quienes, ahora sí, necesitan financiación barata para continuar sus actividades económicas. La situación es verdaderamente preocupante, pues una encuesta del mismo portal muestra que un 75% de los expertos participantes esperan una recesión, al igual que el mencionado Summers.


La economía mundial se enfrenta a un momento de incertidumbre con advertencias de recesión y elevada inflación, haciendo especialmente costoso el ahorro y motivando a la inversión para protegerse de la pérdida de poder adquisitivo. Sin duda, situaciones como estas pueden significar la aparición de oportunidades de inversión que, en otro contexto, difícilmente habrían surgido.


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