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La podredumbre política

Quiero ser muy claro desde el principio: este post va a tener muy poco que ver con ideas de inversión en fondos, planes de pensiones o cualquier otro activo financiero. Aunque, como comprobaran, si tiene que ver con nuestros bolsillos.

Todas las ideas que expondré a continuación parten de un tweet que, hace unas semanas, pude leer y, por supuesto, contestar:

Barroso

 

Los que me hayan leído asiduamente, saben que intento abstraerme del ruido del día a día; asimismo, saben que no soy precisamente un analista político. En este país hay muchos, algunos muy buenos, y, seguro, mejores que un servidor.

Pero, sinceramente, creo que los políticos no solo pueden poner en peligro la recuperación económica con sus decisiones: Son los que nos han llevado a la crisis actual, los que nos mantienen en ella y los que pretenden mantenernos en ella una buena temporada. Y quede muy clara una cosa: no hablo ni a favor ni en contra de ninguna idea. El problema viene de todos los lados y no es exclusivo de España, ya que muy pocos países (por no decir ninguno…) se salva de la mediocridad (cuando no bajeza absoluta) imperante en la clase política. Sirvan como ejemplos lo ocurrido recientemente en Italia (donde alguno acumula tanto poder que se cree por encima del bien y del mal) o EE.UU. (donde los políticos están dispuestos a dejar quebrar el país antes de ceder ante ideas distintas a las propias).

La política ha dejado de ser el arte referente al gobierno de los estados para convertirse en el arte de acaparar poderes para, gracias a una perfecta maquinaria propagandística, obtener una serie de prebendas personales convenientemente camufladas y respaldadas por los millones de votos de ciudadanos que, cada x años, acudimos a votar con una pinza en la nariz para evitar que la pestilencia que emana de esta actividad nos intoxique.

Da igual la ideología que tengan unos u otros, finalmente el mecanismo de la política funciona igual en cualquier partido (que toque poder, obviamente), y ejemplos tenemos abundantes sin movernos de España. Desde un partido socialdemócrata (PSOE) que negó la crisis económica hasta que ya era muchísimo más que evidente y comenzó un desastroso (por cómo se hizo) proceso de reestructuración del sistema financiero español hasta un partido ¿liberal? (PP) que, no solo ha incumplido sistemáticamente todas y cada una de las grandes promesas que hicieron en campaña electoral (al menos en lo que a política económica se refiere), sino que, además mienten descarada y demagógicamente (desde la “no subida del IVA, solo de los impuestos indirectos” del Sr. De Guindos hasta la “no bajada de las pensiones” con la nueva ley de la Sra. Báñez, por poner algunos ejemplos…) con el fin de generar una corriente de  opinión favorable a sus intereses, alentada con un fanático fervor por algunos medios de comunicación (lo siento, pero la incultura económica del Sr. Marhuenda, director de La Razón sólo es superada por su fanatismo ideológico…), pasando por un conjunto de partidos nacionalistas catalanes que (con todo mi respeto a aquellas ideas que plantean, siempre que se respeten opiniones contrarias) tergiversan sistemáticamente y de manera torticera toda una serie de datos económicos para justificar una secesión que nos empobrecería a todos (especialmente a ellos), en caso de llevarse a cabo.

Pero, ¿qué más da toda la putrefacción que generan? Una vez que su ciclo político finaliza, nuestros “representantes” saben perfectamente que encontrarán un acomodo de oro en alguna de las múltiples empresas que, por una razón u otra, tengan contacto intenso con el poder político. Y, como todos sabemos, estas no son pocas. Desde las cajas (segmento favorito de la fauna política para sus retiros dorados… hasta la quiebra de estas, con su inestimable ayuda, claro está) hasta empresas energéticas, pasando por concesionarias de autopistas, constructoras, ingenierías, empresas relacionadas con el sector defensa… y en general, cualquier antigua empresa pública suele contar entre las filas de sus consejos de administración con antiguos políticos. Y, ¿qué consiguen para sus accionistas? Nada… positivo, a no ser que la destrucción de valor se considere algo provechoso, por supuesto, como queda de manifiesto en este artículo. Eso sí, si uno observa las remuneraciones percibidas, podría pensar que pueden incrementar el valor de las empresas un 100%... aunque acaben perdiendo la mitad de su valor.

En fin, soy consciente de que este post servirá más bien de poco; no pasara, seguramente, de ser un grito más de los miles que se lanzan todos los días clamando por una política “de verdad”, al servicio del ciudadano. Este es un tema difícilmente solucionable, ya que no creo que ni una regeneración de la clase política ni una ”revolución” popular vayan a solucionar este problema (al menos, sin tener que pagar un elevado coste económico por ello); pienso que la única solución es que la propia clase política sea consciente del efecto que sus decisiones tienen en la ciudadanía y dejen de ver esta práctica como un mero ejercicio para que, disimuladamente, puedan enriquecerse sin necesidad de tener ningún mérito en especial, aunque, siendo optimista, será más fácil ver pasear un unicornio vivo que ver este cambio por parte de la clase política de motu proprio.

Entre tanto, seguiremos intentando optimizar nuestra economía personal antes de que las decisiones de esta clase parasitaria acaben con nuestros (cada vez más escasos) ahorros.

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  1. Top 100
    #1
    04/10/13 20:40

    Eso sucede cuando los políticos sienten que es mejor ser amigo de los ricos, que ser amigo de los pobres. Con circunstancias como esas que describes es que surge el chavismo y el kirchnerismo.

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