El pasado mes de mayo Xi Jinping, primer ministro de China, reunió a más de 28 jefes de Estado para lanzar su ambicioso plan One Belt One Road, una iniciativa para resucitar la Ruta de la Seda y lanzando un órdago a nivel mundial, para demostrar que cada vez China está más cerca de conquistar el trono del mapa geopolítico a nivel global y en particular del comercio ahora que EEUU se centra en el proteccionismo bajo la administración Trump.
El control de China sobre América Latina y África ya resulta incuestionable. En la primera área ya geográfica controla la mayoría de la deuda de estos países y en segundo lugar se ha convertido en uno de los principales importadores del petróleo producido por Ecuador y Venezuela y se ha lanzado recientemente a potenciar sus relaciones con Panamá que es un enclave estratégico para el flujo mercancías del Atlántico al Pacífico y viceversa, mientras avanzan en la construcción de su propio canal interoceánico en Nicaragua. En África controlan mediante sus empresas la mayoría de la producción de minerales como el coltán, oro, cobre y diamantes.
Por tanto su estrategia de convertirse en el líder mundial a nivel económico le faltaba una pieza: Europa
En su nueva expansión mundial China intenta potenciar sus exportaciones a través de este ambicioso plan, el cual presenta como una estrategia win-win donde todos los países que se incorporen pueden resultar vencedores.
Como siempre para entender el presente a veces viene bien una mirada al pasado y en nuestra historia reciente tenemos un claro ejemplo de una política similar a nivel mundial: el Plan Marshall
¿Qué fue el Plan Marshall?
El Plan Marshall o Programa de Recuperación Europea fue un programa de ayuda económica por parte de EEUU por valor de 13300 millones de dólares que se dedicarían a la reconstrucción de Europa después de la devastación a la que había quedado sometida después de la Segunda Guerra Mundial y evitar la expansión del comunismo dentro de los países europeos castigados por hambruna, desempleo y carestía de bienes básicos.
Este programa, que debe su nombre al Secretario de Estado norteamericano George Marshall, fue planteado en junio de 1947 en un discurso en Harvard donde trazó las líneas principales de la ayuda.
Las motivaciones principales del Plan Marshall fueron:
- Ayudar a la recuperación económica en el mundo: la estabilidad económica a nivel mundial y la recuperación del comercio era fundamental para los intereses de la industria norteamericana que necesitaba de un mercado de consumo fuerte para el sostenimiento de su capacidad.
- Contener la expansión del comunismo: el avance de la ideología comunista por toda Europa Oriental luego de la Segunda Guerra Mundial, suponía un grave peligro para los intereses norteamericanos, los cuales se ofrecían como alternativa para la ciudadanía europea ante la dependencia de la ayuda soviética.
La ayuda se distribuyó en 3400 millones de materias primas y productos semifacturados, 3200 en comidas, fertilizantes y lienzo, 1900 en maquinaria y vehículos y 1600 en combustible.
Los países más beneficiados fueron el Reino Unido (26%), Francia (18%) y Alemania Occidental (11%).
Sus consecuencias no tardaron en reflejarse:
- La producción industrial aumentó un 64%
- La producción de acero un 50%
- La producción alimentaria se incrementó en un 24%
Puede encontrar más información sobre el Plan Marshall en el artículo elaborado por Caixabank titulado "Plan Marshall: cambio de rumbo en la historia económica europea"
¿Qué ofrece la Ruta de la Seda a Europa y en particular a España?
China ofrece un plan de inversiones global cercano a los 900000 millones de euros que serán aportados por el Fondo de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, el Banco de Desarrollo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y el Banco de Desarrollo de China.
Las inversiones se destinarán a la modernización y construcción de enlaces de transporte, infraestructuras y telecomunicaciones a través de dos vías: la vía férrea más larga del mundo entre Madrid y Yiwu; y la vía marítima a través de los puertos mediterráneos.
Para éste último propósito se han dado pasos por el conglomerado chino Cosco que acaba de anunciar en fechas recientes la adquisición de los puertos del Pireo y del 51% de Noatum Ports que incluye las terminales de contenedores de Valencia y Bilbao, además de las terminales ferroviarias de Madrid y Zaragoza.
Hay que recordar que la inversión acumulada de China en España ascenderá en 2017 a los 4500 millones de euros según los analistas.
Veremos en los próximos años al impacto real que pueden tener estas inversiones y si el proceso globalizador del comercio a través de esta vía se concreta en mayor prosperidad para todos los países europeos. Esta vez España si se ha subido al barco del proyecto, no cómo en el Plan Marshall, del cual quedó fuera por las vinculaciones de su gobierno al fascismo alemán en aquella epóca.