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Todos se van: Crónica de una isla en fuga

Solo escribo cuando siento, porque solo siento cuando escribo

Cristina vuelve a levantarse antes de tiempo. Mira a su reloj, aún son las 1/59, ¡maldita hora¡ piensa en voz alta, mientras el sudor recorre su cuerpo.

Aún quedan más de cuatro horas de apagón programado según lo que dijo la radio la tarde anterior. Sabe que en cuanto vuelva la corriente, solo tendrá 3-4 horas para dejar listas las comidas del día antes de que se vuelva a ir.

La noche está oscura, las nubes no dejan ver el cielo y las estrellas.

La ciudad lleva mucho tiempo a oscuras, pero últimamente es cómo si ni siquiera la luna quisiera asomarse a ver lo que queda del país. Lo único bueno de un apagón es poder ver la preciosidad de las estrellas en un cielo limpio.

Pero los cubanos no quieren saber ya de astronomía, han cambiado el catalejo por un mapa de volcanes y fronteras.

Hoy Cristina no volverá a dormir.

En su cabeza le da vueltas a cómo hemos podido llegar hasta aquí y mientras enciende una vela en su mesita de noche. Allí divisa lo único que le saca una sonrisa en las últimas semanas: una foto de su nieta.

Rápidamente en su cabeza calcula la hora que será en Valencia y enciende su móvil en busca de si tiene algún whatsapp con una foto de cómo ha ido al cole hoy. No hay conexión, pero la galería le deja un espacio para ver cómo ha ido creciendo en los últimos tres años desde que se subió a ese avión.

Cuánto ha cambiado todo estos tres años su oración de cada mañana.

De dar las gracias por tener la familia unida, hoy Cristina da gracias porque su hijo y su nieta pudieran irse de esta isla varada en el tiempo.

Esto no debería ser así, esto no fue lo que prometieron, esto no es por lo que luché, estudié.

El cambio que ilusionó a nuestros padres se diluye entre el silencio de los que se van y los sloganes a favor de la revolución de los "músicos del Titanic" que dirigen el país.

 Esos músicos que animan a quedarse en el barco, mientras sus hijos ya están en otros botes a salvo y ellos tienen un camarote donde no entra agua ni les falta comida. 

Cristina tararea una de las canciones que nunca tocarán esos músicos. 

Lo único que no le podrán quitar es la música. Esa música que tantos días de alegría dio a su salón a tantos invitados y que ahora solo tiene espacio para dos.

Yo te di mi ilusión,
Mi niñez, mi país y mi corazón.
Yo te di mi bendición,
Mis guerreros, mi fe y mi religión.

Y a cambio solo tú me diste un mundo
Lleno de escenarios y payasos tontos,
Para descubrir que solo al final
No somos más que un telón de fondo.

Yo te di mi ilusión,
Mi niñez, mi país y mi corazón.
Yo te di mi pasión
Y la suerte perdida de una generación.

Y a cambio solo tú me diste un mundo
Lleno de escenarios y payasos tontos
Y es que siempre es igual, lo mismo aquí o allá,
No somos más que un telón de fondo.

Cristina nació cuando ya Fidel desde su plaza lanzaba consignas desde la plaza de la Revolución. No se cuestionó porque sus dibujos hablaban ruso ni porque todos tenían que ir a cortar caña aunque fueras un profesional. 

Uso su pañoleta como todos sus compañeros de clase en honor a la sangre de los caídos y cantó un himno de guerra cada mañana aunque nunca vivió ninguna. 

Fue criada en la fe, aunque rezaba en voz baja, no se fuera a crear un problema con aquellos que veían en las ideas de un libro y de un hombre en la cruz una amenaza a la seguridad del estado. 

Si tienes a Fidel y Gorbachov para que necesitas a Cristo, pensaría alguno en su despacho. 

Tuvo la suerte de tener unos padres que supieron dejar fuera de casa las consignas y criarla en el amor, en el diálogo y la concordia (tres valores que fueron encerrados en una caja luego del 59). 

Su misión era estudiar y formarse. Así lo hizo

En cualquier país normal, quien estudia y se esfuerza puede decidir una buena parte de su destino, pero Cristina no nació en un país normal y esto lo descubriría por la vía más dolorosa. 

Su principal susto fue cuando se le ocurrió comentarle por carta a su abuela, las peripercias de su hermano los fines de semana en un barco con su suegro (un general). 

En el país donde las paredes escuchan, las cartas son leídas por más personas que el destinatario y hay más teléfonos pinchados que personas a favor del gobierno, había cometido un error imperdonable. 

No se puede mostrar la vida de lujos de un domingo, de quien de lunes a viernes exige sacrificios a un pueblo con hambre. 

Las cartas desde entonces mejor limitarlas a contar cosas banales o algún logro académico. 

Cristina llegó a la universidad y decidió estudiar programación en un país que no había visto un ordenador y que aún 40 años después tiene uno de los niveles de digitalización más bajo del mundo. 

En los tiempos de la abundancia rusa y las promesas de que el cambio llegaría entraría en la juventud con esperanzas de que lo mejor estaría por delante

Sentado sobre una piedra de la calle Soledad,
sentado como si fuera el "Pensador de Rodin"
Esta es la historia de un niño que se detuvo a soñar
que sueña con ver un día que no acaba de llegar.

Pero sabe que hay otros que sueñan igual,
porque tal vez un día ese maldito sueño
se puede volver real.

Los viejos pasan y rien viendo al muchacho soñar
no es que ya nadie confíe, pero es difícil confiar.
El joven mira hacia el cielo y mientras en la ciudad,
la gente vive con miedo, con miedo para esperar.

Pero sabe que hay otros que sueñan igual,
porque tal vez un día ese maldito sueño
se puede volver real.

Yo tengo un reloj de arena para medir mi dolor,
cada segundo es la pena que va cayendo en mi corazón.
Y aunque no me hago ilusiones, algo tendrá que cambiar
aunque yo sueñe canciones y otros prefieran callar.

Pero sé que hay otros que sueñan igual,
porque tal vez un día ese maldito sueño
se puede volver real.


Un día se rompió todo.

Algo ocurrió en la Habana, personas en un techo, embajada de Perú, una invitación a un éxodo masivo a quienes no estuvieran con el régimen.

En las calles solo se escuchaban gritos: ¡¡¡PIM PAM FUERA ABAJO LA GUSANERA¡¡¡

Por primera vez cubanos luchaban contra cubanos fuera de una guerra. Insultos, huevos contra quien hasta hace unos días era tu vecino Juan y su hijo Carlos. Querer salir de la isla los había convertido en gusanos.
 



Cristina no gritaría, ahogaría su grito vacío entre las puertas de su casa. Esas cuatro paredes serían durante muchos años su refugio ante tanta mediocridad, vulgaridad y extremismo que veía por su ventana.

La caída del muro en Berlín, coincidiría con la llegada de su primer hijo. Unos meses después se rompería todo el espejismo económico y conocería la dureza del Período Especial.

Esa época donde todo se fue al carajo, incluso la unidad familiar.

Desde esos días Cristina tiene menos maletas en su familia y menos sillas en la mesa los domingos.

Todos se van pensó en su momento, ese misma época donde su amiga Wendy Guerra escribiría la multipremiada novela autobiográfica que la llevaría su fama internacional y al cine.




Desde que existe el Mundo
hay una cosa cierta
unos hacen los muros
y otros hacen las puertas,
pero eso mi amor,
creo que eso ya lo sabes.

Unos tienen invierno
y otros las primaveras
unos encuentran suerte,
pero otros ni siquiera,
pero eso mi amor,
creo que eso ya lo sabes.

Y siempre fue así
y eso tú lo sabes,
que la libertad solo existe
cuando no es de nadie.

Ya no había ilusión en los ojos de Cristina. La degradación de su ciudad

Ya no era solo su hermano, sus amigos hicieron las maletas, los amigos de sus hijos también buscaban en España o Miami las posibilidades que no tendrían en Cienfuegos. 

La degradación de la ciudad en que creció y vio crecer a sus hijos era un herida que no deja de doler. 

El miedo a salir a la calle y tener que ver con tus propios ojos las ruinas del "hombre nuevo" era razón más que suficiente para no salir de casa. 

Al menos allí sonaba la música y todo era alegría. Cada 25 de agosto celebraba con Serrat y Sabina, Alberto Cortez un nuevo año de su compañero para toda la vida. 

Allí entre "zumos de piña" aparecía la magia que ocurre cuando gente talentosa y bellas personas se reúnen para celebrar y liberarse. Allí no eras una camarada o un compañero, eras un amigo, eras familia. 

Cristina habría las puertas de su casa a todos y nadie quería perderse la melodía de las canciones de su voz. Porque quizás no te lo he contado, pero Cristina tiene una de las voces mas tiernas que recuerdo. 

Podría haber ganado algún concurso de talento hoy en día, pero su mejor trofeo era cantar de la mano de ese trovador que le había ganado el corazón hace años y con el que había podido crear una familia mucho más allá que la de sus hijos. 

A veces cierro los ojos y me traslado a un 25 de agosto, a ese salón, con la guitarra de fondo mientras escucho la voz de Cristina cantando esta canción. 

Fue sin querer
Es caprichoso el azar
No te busqué
Ni me viniste a buscar
Tú estabas donde no tenías que estar
Y yo pasé
Pasé sin querer pasar
Y me viste y te vi
Entre la gente que iba y venía
Con prisa en la tarde que anunciaba chaparrón
Tanto tiempo esperándote
Tanto tiempo esperándote
Fue sin querer
Es caprichoso el azar
No te busqué
Ni me viniste a buscar

Su primera nieta devolvió la alegría a la casa. La sonrisa de un niño, es capaz de hacer olvidar las colas, las enfermedades familiares, los achaques y necesidades económicas. 

Sus sobrinos también llegaban  cada unos años a conocer a su tía, esa de la que tanto su papá les había hablado. 

Pero ya nada está... Todos se van 

La llamada telefónica ha sustituido al abrazo matutino, pero el "yaya" (ahora con acento español) sigue dandole energía para seguir adelante. 

Ya no hay niños jugando en el salón, ni siquiera en la calle. Los bancos de la iglesia cada domingo están más vacíos y no por falta de fe. 

La pandemia ha terminado, pero el comunismo aún sigue allí intentando parecerse al capitalismo más salvaje que se recuerde. 

En unos meses de este 2022 por delante de sus ojos ha visto pasar lo siguiente:
  • La inflación se ha disparado un 700%
  • Más del 2% de la población ha decidido dejarlo todo y lanzarse a la peligrosa travesía para llegar a Estados Unidos desde Nicaragua 
  • El país vive a oscuras con solo de 6 a 10 horas de electricidad al día
  • No hay comida y la poca que hay debes conseguirla luego de horas de cola y racionamiento
  • No hay medicinas y la famosa sanidad cubana no tiene ni los mínimos para poder realizar operaciones. 

En las calles solo se escucha silencio y en las colas o en facebook te enteras de que tu vecino ya no está en el país.

Ya no hay amigos con quién quedar a una buena tarde de música, no hay curas con quién desahogarse..... Todos se Van.

El canto de un gallo le dice a Cristina que el sol está a punto de salir.

Alguna vez su abuelo le repetía que el momento más oscuro es justo antes del amanecer y a eso se aferra.

Cristina vuelve a mirar el reloj, apaga la vela y besa la foto de su nieta frente a una playa.

Un día más que vivir y un día menos para que vuelvan a verse



Detrás de todos estos años
detrás del miedo y el dolor,
vivimos añorando algo,
algo que nunca más volvió.

Detrás de los que no se fueron
detrás de los que ya no están
hay una foto de familia
donde lloramos al final.

Tratando de mirar
por el ojo de la aguja.
Tratando de vivir
dentro de una misma burbuja.
Solos.

Detrás de toda la nostalgia,
de la mentira y la traición,
detrás de toda la distancia,
detrás de la separación.

Detrás de todos los gobiernos,
de las fronteras y la religión
hay una foto de familia
hay una foto de los dos.

Tratando de mirar
por el ojo de la aguja.
Tratando de vivir
dentro de una misma burbuja.
Solos.

Detrás de todos estos años
detrás del miedo y el dolor,
vivimos añorando algo,
y descubrimos con desilusión
que no sirvió de nada
de nada
"o casi nada
que no es lo mismo
pero es igual


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  1. Top 100
    #20
    19/10/22 18:38
    Magnífico. Desolador... Tierno

    Gracias

    Salu2
  2. Nuevo
    #6
    25/09/22 13:49
    Excelente y desgarrador.
  3. en respuesta a ErickSpace369
    -
    Luis Ángel Hernández
    #3
    25/09/22 12:57
    Mejor irse es la única vía de tener algún futuro. No es lo que tarde en caer sino lo que tardaremos en reconstruir el daño social que han dejado
  4. Top 100
    #2
    25/09/22 12:52
    Magnifico artículo, nuestra Isla la convirtieron en un campo de concentración, algún día el Mundo sabrá la verdad de lo que han hecho con el pueblo Cubano...

    Y lo peor amigo, es que parece que aunque este terrible la situación, no se ve un ápice de cambio, no va a caer el régimen...así de duro está todo...
  5. Top 100
    #1
    25/09/22 11:37
    Gracias por el artículo