EL HÉROE BEBEDOR
08-09-10
Hoy hemos leído en El Mundo una columna antológica de Arcadi Espada con el mismo título. Obviamente, el título se le ocurrió a Arcadi, y nosotros se lo copiamos. No es un plagio, cuando se cita una fuente, rayos y truenos. Tan sólo homenajeamos su talento.
Ya hemos dicho alguna vez que Arcadi Espada, ese catalán no nacionalista ni nacionalero ni cascabelero (los nacionalistas suelen llevar un cascabel invisible, para así no perderse por los prados de su estulticia, y que el líder o pastor de la manada de vacas -muuu- o de ovejas -beee-, los tengan siempre bien controlados y bien vigilados, es decir, avacunados o aborregados), al igual que nuestro admirado Albert Boadella, el mejor creador de puro teatro de la democracia, y que ahora tiene que vivir exiliado en Madrid, porque en Cataluña algunos lo consideran un fascista y una mierda de españolista, repetimos, que Arcadi Espada es probablemente el columnista vivo con más talento.
De las misma manera que Paco Umbral era el maestro del lenguaje, mejor, del estiramiento y del forzamiento (casi una permanente violación, un abuso) del idioma castellano, y de alcanzar a veces un profundidad lírica que muchos poetas oficiales jamás consiguieron con sus versos, así Arcadi Espada es el maestro de lo conceptual expresado en una prosa compleja pero sencilla, adversativa pero directa, armónica y genialmente fraseada.
No es nada fácil escribir tanto y tan bien en 600 palabras, y siempre desde una inalcanzable distancia conseguida a base de ironía (el recurso supremo y absoluto) y humor.
Hoy hablaba del lamentable suceso de la detención de Jesús Neyra, ese hombre en su día largamente hospitalizado y hasta en coma por defender a una mujer que él creía maltratada.
Cuando nos enteramos de la noticia y reflexionamos un poco sobre ello, se nos ocurrió la misma idea que Arcadi desarrolla en su columna: es posible que Jesús Neyra, de no haber sido un bebedor, a lo mejor no hubiera intentado ayudar a una mujer desconocida.
La idea puede sonar provocativa y mal intencionada (Piensa mal y acertarás, decía nuestra no tan querida abuela materna. Joder, seremos un poco ingenuos, pero nosotros creemos un poco más que ella en la condición humana a lo André Malraux).
Con prístina limpieza, como un cirujano maestro que hace un corte perfecto y que nosotros no somos capaces de reproducir aquí, Arcadi argumentaba que la fuerza (o la falta de lucidez, o al contrario, la híper lucidez) que dan el alcohol o las drogas, podrían impeler a cualquier persona a realizar un acto heroico que en circunstancias normales no hubiera hecho, debido a su instinto de supervivencia y a su natural actitud de alejarse de los problemas que le pudieran perjudicar y hasta costarle una paliza o incluso la muerte.
Concluía magistralmente Arcadi Espada con la contradicción y hasta la paradoja de la supremacía de la moral todavía imperante en nuestra sociedad, que se la podría denominar hasta calvinista, es decir, terriblemente hipócrita: nadie se fijará si una persona ha bebido o tomado drogas si acomete una gesta, un acto heroico (un soldado chutado que salva a cien civiles en una batalla, por ejemplo). Pero qué ocurre si esa misma persona, también chutado, realiza cualquier acto censurable o ilegal?
No expresa este exquisito razonamiento de Arcadi que hay una doble moral, una doble vara de medir?
Jamás hacemos leña de un árbol caído. No vamos a defender o a criticar o a juzgar a Jesús Neyra, entre otros motivos porque hace muchos años aprendimos que uno de los atajos para lograr esa entelequia que llaman felicidad, consiste en aprender a no juzgar a nadie. Si nos fijamos, nos pasamos todo el día juzgando al personal, sean lejanos como políticos, o cercanos como familiares o amigos. Mal hecho.
Nosotros, santos bebedores (también tenemos rachas de absoluta abstinencia, por aquello de la salud y los kilos de más, y por la polla, que te funciona peor), hemos conducido en el pasado muy bebidos. Ya hemos madurado, y no lo hacemos más, sobre todo después de haber sobrevivido a dos masivos controles de alcoholemia en la M 40, de los que nos salvamos de milagro (pararon al coche de delante y al de detrás), y por los que casi nos hacemos pis del miedo que pasamos ante la posibilidad de tener que enfrentarnos bebidos a esos muy serios (pero correctos y eficientes) agentes de la Guardia Civil.
Si en general beber demasiado está mal, también debería estarlo cuando a causa de la bebida alguien realiza actos heroicos. O no?
Por cierto: quién esté libre de pecado, que tire la primera botella.